Dublín y ellas
Si pienso en qué ver en Dublín, el primer recuerdo que cruza mi mente son ellas. Lo sé, normalmente te acordarías de un monumento, de aquella callejuela con encanto, de una experiencia especial o de esa cena tan deliciosa. Sin embargo la ciudad no sería la misma sin ellas, forman parte de su ADN y aún me parece escucharlas si cierro los ojos. Sus graznidos reinan sobre cualquier otro sonido, imponiéndose al tráfico zurdo que taladra el asfalto y acallando las desgastadas notas de las guitarras callejeras apostadas en cualquier esquina.
Es la banda sonora de Dublín, una melodía marinera, a ratos desquiciante, que pasa totalmente desapercibida para muchos turistas demasiado atareados en ir en busca de la pinta perfecta. Sin embargo, sólo hace falta prestar un poco de atención, pararse unos segundos a observar para descubrirlas demostrando su hegemonía por todas partes, en la explanada ajardinada de la catedral de San Patricio, en el estanque del parque de St Stephens Green o entre los numerosos puentes del río Liffey.
Se atreven a ir mucho más allá de la costa para internarse sin miedo en la gran urbe e ir, poco a poco, ampliando su territorio. Sobrevuelan la capital irlandesa con un rabioso sentido de la propiedad, sintiéndose dueñas de cada barrio y cada plaza, desafiando con sus pupilas cargadas de sal a quien ose dirigirles la mirada. No se amilanan, más bien todo lo contrario, se envalentonan y baten sus alas con malhumorada fuerza para despejar su camino hacia el aterrizaje. La primera vez que las vi fue en un lugar más lógico, el pueblo marinero de Howth, a media hora de Dublín. Pero nunca pensé que después me tropezaría con ellas también una y otra vez en Dublín.
Las gaviotas no aparecen en las guías de viaje, ni en los listados de imprescindibles de qué ver en Dublín y alrededores. Sin embargo, yo volví con la sensación de que ellas son dueñas y señoras, protagonistas necesarias para que la película irlandesa en verde y gris de esta ciudad tenga sentido. Si vas a viajar a Dublín, tarde o temprano, acabarás mirando a su cielo plomizo para buscar entre las nubes el origen de esos graznidos que te acompañan fieles en cada una de tus visitas. Y ahora sí, te hablo de de catedrales y demás, es decir te cuento qué ver en Dublín.
Qué ver en Dublín
Reconozco que Dublín no es una de esas ciudades donde se apelotonan uno tras otros los monumentos en un derroche de belleza hipnótica. Sin embargo, la capital de la República de Irlanda tiene otras armas para seducir al visitante, quizás menos fastuosas que un París o una Roma pero igualmente efectivas. Habrá a quien esta ciudad de la isla Esmeralda le guste por su sabor a cerveza y por ese ambiente entre canalla, bohemio, cultural y festivo que desprenden los adoquines de las calles del Temple Bar.
Este es el barrio más famoso y vibrante de la ciudad donde los pubs compiten por llenar sus barras y mesas, pero donde también encontrarás galerías de arte, exposiciones fotográficas, tiendas de música, ropa, libros… Si estás por allí un sábado, no te pierdas el mercado de alimentos que se instala en Meeting House Sq.
Una ciudad de lo más amable
Aunque no tuve mucho tiempo para explorarla, y sé que necesitaré una segunda visita, a mi Dublín me gustó por su cara amable y hospitalaria; será por eso que se la conoce como la ciudad de las mil bienvenidas. Ya en mi anterior viaje al sur de Irlanda, pude sorprenderme con el agradable modo de ser de los irlandeses: hospitalarios, charlatanes, con sentido del humor y sociables. Un carácter, en cierto modo similar al español, que te hace sentirte muy cómodo, por el que entablarás conversación rápidamente en la barra de cualquier pub y que te ayudará a encontrar esa calle que buscas en ese complicado mapa que llevas. Otro punto en común con nosotros es que no son nada aburridos y les gusta divertirse, de modo que puede que te esperen sorpresas al doblar la esquina. ¿Te sumas a la fiesta?
Si tienes tiempo, existe una experiencia muy recomendable para conocer más de cerca a sus habitantes y aprender directamente de ellos todo lo que quieras saber sobre esta ciudad. Gracias a una novedosa iniciativa podrás compartir un rato de charla con un auténtico dublinés que, de modo voluntario, será algo así como tu embajador personal. Si quieres probarlo, solo tienes que registrarte en este enlace y disfrutar al máximo de tu encuentro ya sea compartiendo una pinta de cerveza en la mano o una buena comida.
Para rematar lo magnífico de esta actividad es que además es gratuita. Puedes pedirle, por ejemplo, que te hable sobre la gastronomía de Dublín y así descubrirás que hay mucho más además del delicioso estofado irlandés. El pescado y el marisco están muy presentes en pubs y mercados, incluso te sorprenderá saber que los dublineses se atribuyen el origen del célebre fish and chips británico.
Dublín, ciudad literaria
Otro aspecto que me encandiló de Dublín es ese halo de literatura que inunda sus calles. Las mismas por las que vagabundeó durante aquel mítico día Leopold Bloom, el protagonista de la novela Ulises de James Joyce. Tanto si eres de los alabados tozudos que se terminó de leer el libro entero, como si “sólo” eres un ávido lector en general, seguro que te gustará seguir los pasos de este escritor irlandés y de otros tantos juntaletras profesionales como Samuel Beckett u Oscar Wilde que dejaron su huella en Dublín.
Eso sí, el día perfecto para honrar al famoso Ulises es el 16 de junio durante el BloomsDay, una celebración casi al estilo carnavalesco durante la que los más fanáticos se visten de la época, hay representaciones de la obra, lecturas públicas y caminatas para peregrinar por los escenarios de la novela. Pero fuera de ese día hay muchas otras atracciones literarias como visitar el museo de Escritoreso perderte sin prisa entre sus bibliotecas.
La más famosa de todas, sin lugar a dudas, es la impresionante Long Room que se encuentra dentro de la Old Library, la biblioteca más grande de Irlanda. En esta espectacular sala puedes pedir que se pare el tiempo para husmear tranquilamente entre la multitud de estanterías que guardan con celo más de 200.000 libros a cual más antiguo. Eso sí, husmearás desde la galería porque como es lógico el acceso a los libros está cerrado para ayudar a su preservación.
Y cuidado con saltarse la prohibición porque, además del clásico cordón de seguridad, hay unas decenas de ojos de mármol de reputados filósofos y escritores vigilándote. El mejor modo de visitar este lugar donde se encuentra el longevo Book of Kells, un manuscrito delicadamente ilustrado por monjes celtas allá por el año 800, es reservar tu entrada. Te recomiendo sin duda que compres la entrada por 12€ en este enlace para evitar la eterna cola que se forma en la puerta y no perder el tiempo. Puedes adquirirla con antelación e incluso el mismo día eligiendo la hora que mejor te vaya.
Se me olvidaba decirte que este santuario literario está ubicado dentro del recinto de Trinity College, la universidad más prestigiosa de Irlanda. Una buena idea para recorrer sus instalaciones es con uno de los tours guiados por estudiantes que te mostrarán la historia y secretos de este bonito campus en el centro de Dublín. Encontrarás el stand para apuntarte junto a la entrada principal por College Green. Hay pases en inglés cada media hora pero si lo quieres en castellano ojo que solo hacen uno al día, el pasado mes de julio era a las 11:50 pero probablemente vayan cambiando el horario. El precio de 14€ es más que asequible teniendo en cuenta que incluye la entrada a la Long Room para ver el Book of Kells.
Paseando por el centro
Si te has quedado con ganas de más libros, no muy lejos tienes otra biblioteca interesante y aún más curiosa, la Chester Beatty Library. Aquí además de obras literarias, encontrarás manuscritos, tablillas de arcilla, pinturas y diversos objetos de interés. Pero si no te decides a ir, al salir del Trinity College, una buena idea es bajar dando un paseo por Grafton Street, la calle peatonal más animada de la ciudad. Ve atento a todas las fachadas, los pubs, restaurantes, tiendas, actuaciones callejeras y puestos de flores que irás encontrando y déjate llevar por el ambiente que desprende.. No te olvides de explorar las callejas aledañas que esconden muchas sorpresas.
Después de tanta actividad, al final de la calle, encontrarás un lugar ideal para tumbarte a descansar. El parque de St. Stephen´s Green es un pulmón en el centro de la ciudad perfecto para tomarte un respiro, pasear o ver a los cisnes del lago ignorando a las famosas gaviotas. No te creas eso de que en Irlanda siempre está nublado porque el sol también se deja ver y ése es el momento ideal para elegir un rincón de este parque y tumbarte en el césped.
Mucho más que ver en Dublín
Obviamente la ruta por el centro de Dublín puedes ampliarla con muchas más visitas. Puedes comparar, por ejemplo, los templos religiosos de la ciudad: la catedral de St Patrick´s y la de Cristh Church. También tienes la opción de conocer Dublin Castle, una antigua fortaleza normanda a la que se le fueron añadiendo distintos anexos en distintas épocas hasta tener el aspecto de palacio que luce hoy. Otro clásico es acercarse a tocar la estatua de Molly Malone, una vendedora callejera de marisco con aires de prostituta que protagoniza una canción irlandesa, convertida ya en todo un símbolo. Ojo que ha cambiado de ubicación y ahora se encuentra en Suffolk Street, frente a la oficina de turismo.
Aunque yo no la visité, uno de los básicos qué ver en Dublín es Guinness Storehouse, el antiguo almacén donde se fermentaba la célebre cerveza Guinness hoy se ha reconvertido en un lugar de peregrinaje para los amantes de esta bebida. Aprenderás desde cómo se elabora o cómo se transportaba, pasando por cómo se vendía mediante sus campañas de marketing, hasta saber cómo se tira una buena pinta. Arriba te espera un bar con vistas panorámicas en 360 grados de la ciudad.
Kilmainham Gaol, historia entre rejas
No pude conocer ese lugar pero sí otro que recomiendo como imprescindible entre las cosas que ver en Dublín: la cárcel de Kilmainham Gaol. Justo al lado del IMMA, el museo de arte moderno irlandés, se encuentra esta antigua prisión que fue testigo ingrato de un pedazo de la historia de la sangrienta lucha de Irlanda por su independencia. Algunos de sus presos fueron importantes líderes y activistas que terminaron con sus huesos en las frías y oscuras celdas a las que te puedes asomar si haces la interesante visita guiada que se ofrece. Para no hacer un trayecto en balde, te recomiendo que reserves aquí el tour por anticipado ya que sino lo más probable es que te quedes sin hueco.
Te advierto que la visita guiada se realiza solo en inglés pero es el único modo de acceder a las entrañas de la cárcel y descubrir sus corredores. Si tu inglés no llega para enterarte con detalle de todo lo que contará la guía, o simplemente si quieres saber más sobre este lugar, te recomiendo que leas este post del blog Objetivo Viajar. Uno de los platos fuertes del tour es el increíble pabellón victoriano del ala este donde se grabaron, por ejemplo, escenas de la película En el nombre del padre.
Obviamente, hay mucho más que ver en Dublín pero como en todo viaje hay que elegir en función del tiempo disponible y las preferencias personales. Si tienes más sugerencias para visitar, no dudes en compartirlas con el resto. Y si estás a punto de descubrir la capital de Irlanda, por favor, dale recuerdos a las gaviotas de mi parte.
Autora: Patricia Velasco
Periodista de profesión, viajera por necesidad y escritora por vocación. Voy recolectando por el mundo emociones, ilusiones y recuerdos. Descubre más sobre mí y contacta conmigo aquí
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