Samuel Riba es un editor retirado que para paliar el vacío en el que transcurre su existencia desde que cerró su editorial y huir del amenazador fantasma de recaer en el alcoholismo que a punto estuvo de costarle la vida, se inventa un viaje a Dublín en el que pretende celebrar el Bloomsday (recreación del día en que transcurre el Ulises, de James Joyce) y ya de paso, organizar un funeral por el fin de la era Gutemberg, o lo que es lo mismo, por la muerte de la literatura, tal y como él la entiende.
Dublinesca es, a mi entender, un homenaje a la literatura en general, y al Ulises de Joyce en particular, ya que, como es bien sabido, Vila-Matas es un gran admirador del autor irlandés y miembro de la Orden del Finnegans, una sociedad dedicada a honrar la memoria y la obra del insigne escritor. Tanto el Ulises como el propio Joyce están presentes a lo largo de toda la novela, en la que también se menciona a Samuel Bequett, a Brad Stoker e incluso a Paul Auster, así como a algunos autores más.
Me alegro de haber llegado a Dublinesca después de haber leído el Ulises (que me costó lo suyo, las cosas como son), y de haber viajado a Dublin. Ambas circunstancias me han permitido disfrutarlo más, si cabe.
Le recomendaría esta novela especialmente a los escritores y a quienes de una manera o de otra están vinculados al mundo literario, y también a todos aquellos lectores que aman la LITERATURA, así, con mayúscula.
Feliz semana.