Duelo por los compañeros muertos

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Tim Hetherington. Foto de Wikimedia

Los fotoperiodistas Chris Hondros y Tim Hetherington murieron el miércoles pasado en Misurata (Libia)  mientras cubrían los enfrentamientos entre las tropas rebeldes y los fieles a Muamar el Gadafi. Otros periodistas resultaron heridos. Yo no los conocía. Sin embargo, siento que los conozco muy bien. Sus inquietudes son las mismas o muy parecidas a las que tienen algunos compañeros de profesión que sí conozco, otros con los que hablo a menudo y unos pocos a los que me une una amistad. Es como si viera sus rostros superpuestos a los de Hondros y Hetherington. Por eso, cuando un periodista muere por hacer su trabajo soy incapaz de reaccionar durante unos segundos y, después, cuando finalmente vuelvo a ser consciente de lo que hay a mi alrededor, algo así como una mezcla entre pena y rabia me vuelve a paralizar otros segundos más. Me sucedió lo mismo cuando me enteré de la muerte de Ricardo Ortega, Miguel Gil, José Couso,  y otros muchos.

Pero donde hay tiros, hay muertos. Donde hay guerra, no hay tregua. Donde hay asesinos hay víctimas; y las víctimas son hombres, mujeres, niños, ancianos, taxistas, curas, políticos, agricultores, médicos, electricistas, soldados, civiles, profesores… y periodistas. Hoy, como siempre, esta profesión está de duelo. Duelo por los últimos compañeros muertos mientras hacían aquello en lo que creían.