Los duelos en el cine siempre se han identificado con el género del Western. Es esa situación crítica donde el protagonista y su antagonista se miden en un escenario donde, al igual que en el ring de "Mad Max 3", sólo uno puede salir vivo. Es el momento previo al clímax de la película donde se concentra el mayor interés por el espectador. El suspense, la tensión, las ganas de que gane uno u otro, la identificación con los protagonistas y otros etcéteras que provocan ese silencio en la platea van intrínsecos en estos duelos. Westerns con duelos míticos los hay a patadas. Posiblemente en "High noon" (Sólo ante el peligro, Fred Zinnemann) es donde encontramos la perfección académica de cómo mezclar de la mejor manera posible todos los ingredientes que hacen de estas secuencias algo inolvidable y un sello de identidad indiscutible de un género en el Séptimo arte. Un ejemplo máximo del hombre enfrentándose a su destino inevitable y de la soledad existencial que adquiere ese momento para el protagonista.
Pero también los duelos de los westerns de Sergio Leone consiguieron darle una vuelta de tuerca más a estas características más allá de la ortodoxia formal de sus predecesores. El montaje adquiere una importancia mucho mayor, la música juega un papel de "jugador número 12" en estos encuentros y la dureza de sus personajes amplifica la épica de este momento crucial de la película.
Este duelo final de "Por un puñado de dólares" es un buen ejemplo de ello.