Duelos Literarios

Publicado el 19 diciembre 2021 por Hugonote @Casagrande_Jose

- Aló, Hola Juliancito, Amor quisiera verte, hoy mismo, quiero mostrarte algo y conocer tu valiosa opinión

- Claro que si linda, no hay problema, tomo el bus y en unos minutos llego a tu casa

Minutos después el chico arriba a casa de su amada, ella lo estaba esperando con ansiedad. En la sala de aquel palacio, ella tiene lo que parece un piano muy antiguo, quizás sea un clavicémbalo o un clavicordio, (es un tanto difícil precisarlo). Ella se sienta en frente del instrumento mientras le pasa unas hojas escritas a mano en excelente caligrafía.

- Acabo de componer este texto, me he divertido mucho escribiéndolo, todavía nadie lo ha leído y quisiera que antes de publicarlo en mi blog tú lo revisaras por si hay que corregirle alguna cosa en especial

Juliancito toma las hojas y comienza a leer mientras la hermosa chica inicia a tocar una bella melodía llamada: "Le Rossignol en Amour" en una interpretación tan exquisita que haría sentir orgullosa a la misma Wanda Landowska e incluso hasta hacerle sentir algo de envidia. El texto que los ojos de Juliancito tenía enfrente decía lo siguiente:

- Hola Amor, mira lo que encontré: en esta cajita tengo varios muñequitos todos ellos chiquitines, pues el más alto no mide más de 10 cm. SI querido mío, son tus personajes me he atrevido a invitarlos a mi mundo, a mi mente. La dama toma al azar uno de ellos y lo coloca en una habitación en donde no hay NADA excepto la soledad de 4 paredes blancas, techo y piso del mismo color. El caballero que ha sido depositado en ese solitario, pero bien iluminado lugar, se encuentra algo confuso, de repente escucha una voz femenina salida de ningún lugar, que le dice - ¿Cuál es tu Dios? El caballero allí depositado, duda, no sabe exactamente que responder, tan solo deja salir un tímido ¿Qué? ¿En dónde estoy? ¿Quién me habla? ¿Quién soy? Pero al ver tanta indecisión e inseguridad, la Diosa, se enoja, y al personaje allí depositado de repente comienza a inflársele la cabeza de tal manera que se le estalla y el blanco del lugar queda en contraste manchado de rojo por todos lados, el cuerpo sin vida del desdichado cae al piso dejando un gran charco de sangre. - oh, Julián y ¿ese era el héroe de tus historias? Bah, que aburrido. Veamos si tu heroína tiene más carácter y fuerza, ¿creo es esta que es detective? La clavicembalista toma otro de los muñecos, que se ve es una mujer de complexión atlética con cara de facciones bellas no obstante de actitud severa. Apenas queda depositada en la habitación junto al cadáver de lo que con mucha imaginación fue un ser humano, al ver tan abominable escena, la detective comienza a gritar de horror, pues ha reconocido que los despojos que allí están son los de su particular Romeo. Se puede sentir el pánico de la dama, en su desesperación ella intenta encontrar como salir de aquel extraño cuarto, quiere escapar. De repente queda de pie, paralizada y escucha una voz potente que con autoridad le increpa: - Hola belleza. Es en ese preciso momento cuando la audaz detective comienza a entender, la rabia y el dolor le hacen gritar con fuerza. - NUNCA lo haré. - No esperaba menos de ti, querida, peor para ti. Aquí, soy yo la que mando, la que todo controla, quieras o no terminaras adorándome y amándome. El cuerpo de la detective comienza a convulsionar levemente, ella siente que hay una fuerza controlando sus piernas, forzándola a arrodillarse, puede percibir que hay una voluntad malévola decidida a hacerla postrar. Cuanto más resiste la detective, más se sonríe la Clavicembalista. Pues sabe que tarde o temprano la voluntad de su cautiva se debilitara. Juliancito que ha estado todo el tiempo siendo espectador del atroz espectáculo intenta ayudar a sus personajes y cuando trata de atacar a Zaida, para liberar a la detective, se da cuenta de que poco a poco la Diosa se ve más y más grande. Sin saber como, el pobre Juliancito ha quedado reducido a un diminuto hombrecito del mismo tamaño que sus personajes. Y es cuando escucha la voz de Zaida que dice gritando: - ¡Mam- Bueno, solo tienes que aplastarla y luego tírala por la tasa del baño - se escucha la voz de la madre que también responde a gritos, desde la planta superior de aquella casa. - Pero el baño quedo inservible porque el abuelo amaneció hoy con diarrea. - No importa mi nena, tira el bicho allí y suelta el agua para que todo quede limpio Al escuchar tan infame conversación Juliancito como puede comienza a buscar algún hueco en donde esconderse mientras sin saber como, va evitando los gigantescos pisotones que sin mayor contemplación Zaida intenta darle a tan singular insecto. Cuando por fin pudo ver una rendija en la pared en donde refugiarse e intenta correr hacia ella, tuvo la mala suerte de ser capturado en una copa de cristal que Zaida encontró para evitar que su cucaracha siguiera corriendo libremente. Y como hija obediente se dirigió al baño mancillado por el abuelo, recinto abominable que apestaba a enfermedad estomacal y allí sin vacilación alguna lanzo al molesto bicho junto con los recuerdos del paso del anciano, soltó el agua y quedo todo limpiecito de molestias. Impecable e Inmarcesible. á! Hay una cucarachita en la sala, ¿qué hago? ¿Vez lo que le ocurre a aquellos que no me aceptan como Diosa? Póstrate ante mí y vivirás.

- Y bien chiquitin hermoso, ¿qué te parece mi cuento de esta semana?

Capitulo anterior

- ¿Eh?.. Uh..., esto...., diría yo que la historia no está mal, los personajes entran y salen a tiempo, hay buen ritmo y quizás se pueda sacar alguna continuación de ello, eso si creo te equivocaste en algunas puntuaciones y olvidaste poner las tildes de algunos verbos en el pasado, quizás si no hubieras ..... bla bla bla

Mientras Juliancito entregaba su apreciación, Zaida ni lo estaba escuchando, porque ella seguía tocando absorta su instrumento musical, así que el chico, dejo las hojas de papel encima del viejo piano y se fue caminando hacia la puerta de salida, despacio, sin hacer ruido, y se marchó de aquel lugar.

Corrió y corrió como alma que lleva el diablo.

Tomo el autobús de regreso, se sentó en un puesto libre. Estaba algo alterado, pero sonrió, metió su mano en un bolsillo y saco la cajita con los personajes que aún quedaban vivos.

Y anuncio en tono solemne:

- Esta ofensa no quedará sin castigo. Estimado Cíclope, prepare su nave Intergaláctica. Nos vamos a Saturno. Sacaremos a esa inmunda rata de la Madriguera que tiene en Mimas. Vengaremos a nuestros héroes caídos.