La tienda se divide en dos partes: por un lado un mundo de caramelos, gominolas, golosinas y chucherías a granel de todos tipos y colores. Lo primero que llama la atención son las enormes piruletas multicolores... y sí, son de verdad y se comen. Eso sí, el sabor no es nada especial y todos los colores son del mismo sabor... azúcar. Pero como decoración desde luego son preciosas. El resto de golosinas están bastante bien, aunque al ser a granel es un poquito más caro para los que hemos estado acostumbrados a comprarlas una a una en la tienda de la esquina.
Algunas fotos son mías y otras de la propia web de la tienda. Bienvenidos al mundo multicolor del caramelo:
Por otro lado, la tienda también es una pastelería de diseño, donde hacen pasteles con todo tipo de formas y tamaños, desde uno con forma de caja de palomitas, otro como una lata de coca cola, o como un vaso de café... ¡todo comestible! Y unos muffin (o magdalenas en castellano) también espectaculares. Es importante decir que los pasteles, pese a tener mucho diseño mantienen una calidad y sabor excelentes. Los precios, sin ser baratos, son asequibles para el tipo de sitio que es.
Por último, en el piso de arriba hay mesas y sillas (que siguen un estilo muy acorde a la tienda) además de unos curiosos baños (en la misma línea).
Es una visita obligada si vamos a Budapest y queremos ver algo original una vez ya hemos probado nuestras típicas Eszterházy y Dobós torta en las pastelerías húngaras tradicionales. Incluso los más mayores volverán por un rato a su infancia en este lugar. Y más si tenemos en cuenta que en Budapest (y en Hungría en general) no es fácil encontrar los puestos de chucherías tan típicos de nuestra infancia.
Su dirección es: Paulay Ede utca 48, cerquita de Andrassy.