Ya se estrenó la segunda parte de Dune, del director Dennis Villeneuve. Con esta película ya tenemos entera su adaptación del primero de los libros de la saga de ciencia ficción de Frank Herbert.
Esta segunda película continúa con la grandiosidad de la primera, y con un ritmo que, si bien algunos han dicho que es más rápido, a mí me parece que no se diferencia mucho del de aquella primera parte. Ésta es también una película lenta, que se toma su tiempo para contarnos lo que se quiere contar. No en vano la primera parte duraba 2 horas con 35 minutos y esta dura diez minutos más. Entre las dos, 5 horas y 20 minutos, para contar la misma historia que David Lynch contó en su Dune (1984) en 2 horas con 17. Entonces, si te gusta que las cosas pasen rápido a lo mejor estas dos películas del Dune de Villeneuve no son para ti. Sin embargo si eso no te importa, si disfrutas con las historias bien narradas, con las grandes interpretaciones, y con la grandiosidad de espacios, decorados y escenas, entonces disfrutarás.
Lo mejor de esta película es la última parte, en la que Paul Atreides (Timothee Chalamet) por fin se decide a no ser entre los fremen uno más, sino a ser el mesías y líder político-religioso que muchos ven en él. Y con esa decisión viene el estallido final de la guerra contra los Harkonnen.
Chalamet está enorme como Paul. También vemos una gran interpretación de Zendaya como Chani. Por fin vemos más, mucho más, de Zendaya como Chani, y es muy satisfactorio. Ella nunca ve a Paul como un mesías, aunque le ame, y en esa posición escéptica cada vez se irá quedando más sola, entre los fremen.
Vemos a nuevos personajes: Saddath IV, emperador de toda la humanidad dispersa por el cosmos, interpretado por Christopher Walken; su hija la princesa Irulan (Florence Pugh); o Feyd-Rautha Harkonnen (Austin Butler), un auténtico psicópata, sobrino del barón Harkonnen. Butler hace otra gran interpretación en esta película.
La historia de Dune mezcla misticismo, política, épica guerrera, acción, momentos de romance... Cuando se publicó en 1965 el libro de Frank Herbert un ejemplar llegó a JRR Tolkien. Sabemos que no le gustó. La historia de Dune y las que escribió Tolkien son muy diferentes. En El señor de los anillos no hay drogas que expandan la mente o permitan acceder a los recuerdos de las vidas de los antepasados. Tolkien tuvo mucho cuidado de aclarar que la hierba de la Comarca es sólo tabaco. Aragorn es también un elegido para el liderazgo, un profetizado, pero en Aragorn no hay un uso político de la profecía, sino que la profecía es algo real e inevitable, no algo en lo que se puede elegir creer o no para seguirla o no. Hay más diferencias. Lo que sí tengo claro es que la gran historia de Tolkien es eso, una gran historia, y que la de Herbert también lo es. Ambas resuenan en lo que somos, como seres humanos, ambas presentan buenos personajes que se desenvuelven en sucesos que muchas veces amenazan con superarles o engullirles.