“Cuatro noches al raso con el deseo de sentir la emoción de ver lobos y poder fotografiarlos con las primeras luces del alba. De repente, un sonido in crescendo me llama la atención. Son ellos, aúllan. Primero empiezan los cachorros, más tarde se une el resto de la manada. Es una noche sin viento, de una nitidez absoluta. El aullido de los lobos irradia una fuerza extraordinaria y está cargado de un simbolismo capaz de hacer retroceder el calendario tres mil años.”
Me encantaría poder decir que ese texto es mío, fruto de una experiencia propia, pero no, su autor es Andoni Canela, fotógrafo profesional especializado en naturaleza y aventurero. El párrafo con el que abro este post abre su relato en Durmiendo con lobos, un libro en el que recoge sus muchos años de experiencia fotografiando al lobo ibérico en su hábitat natural, en las montañas de Zamora, León, Cantabria, Asturias y Galicia.
Es un libro precioso, recién salido del horno, repleto de imágenes que transmiten la fuerza y la magia de un animal fascinante, la belleza de los parajes que habita y la emoción del autor, que por encima de fotógrafo es un hombre que ama la naturaleza.
Un lobo muestra sumisión al líder de la manada en la Sierra de la Culebra (Zamora). Foto: Andoni Canela
“Para llevar adelante un proyecto como el del lobo te tienes que enamorar del animal. Es lo que te hace aguantar días y semanas de espera sin resultados. En el momento menos esperado la naturaleza compensa con creces a quien mantiene los ojos abiertos para contemplarla y conocerla”, explicaba él mismo ayer, durante la multitudinaria presentación que tuvo lugar en la librería Oryx de Barcelona.
El espacio preparado para acoger la presentación se quedó pequeño. Foto: Benjamín Recacha
Tuve noticia del proyecto de Andoni gracias a Facebook. Hace unos meses leí que había publicado un reportaje en La Vanguardia sobre el lobo, busqué su página en la red social y no me quedó más remedio que seguirla. En aquel momento ya estaba de viaje alrededor del mundo, embarcado en un nuevo proyecto: Looking for the wild, con el objetivo de fotografiar a las especies más carismáticas y amenazadas de cada continente. Quince meses de aventura que culminaron esta misma semana con el regreso desde la temible Costa de los Esqueletos en Namibia, justo a tiempo para recoger los libros y presentarse ante el centenar de personas que no quisimos perdernos la oportunidad de recibirlo de su mano, dedicado, por supuesto.
Fue todo un placer conocer a Andoni Canela en persona y conseguir su dedicatoria.
Hay muchos fotógrafos que capturan la belleza natural de nuestro planeta, y para ello tienen que viajar e invertir horas y horas de trabajo, de paciente observación. Lo que hace especial la última aventura de Andoni Canela es que se ha llevado a su familia con él: su pareja y sus dos hijos, una niña que cuando empezó el viaje, precisamente en los Picos de Europa, tenía tres años, y un niño de nueve, Unai, que participó entusiasmado en el acto de ayer, relatando anécdotas como su primer encuentro con un lobo, durmiendo al raso en la montaña.
Si no habéis pulsado el play del vídeo que encabeza el artículo, hacedlo ahora… Sí, son aullidos de lobo grabados por Andoni, los que describe en su texto inicial. Esos mismos aullidos los ha escuchado su hijo. A mí se me pone la piel de gallina reproduciendo el vídeo, así que no puedo imaginar la sensación tan increíble que padre e hijo experimentarían estando allí, solos en la montaña, escuchando y sintiendo con cada poro de la piel.
Dos lobatos juegan en las montañas de Riaño. Foto: Andoni Canela
Yo me considero afortunado por haber tenido la oportunidad de disfrutar de la naturaleza desde bien pequeño. En el Valle de Pineta aprendí a amarla y respetarla, aprendí a apreciar el valor de cada ser que la habita, desde la hormiga más insignificante a la flor más bella. Me emocionaba al encontrar un tritón en las aguas cristalinas de un torrente de montaña, al divisar un águila, un buitre o un quebrantahuesos planeando, al descubrir un pequeño lirón escondido entre las ramas de un arbusto o una serpiente de preciosos colores enroscada al sol, al localizar una marmota entre las rocas o un pequeño grupo de sarrios en la lejanía… Ver un lobo o un oso habría sido lo máximo. Unai los ha visto y escuchado, como ha visto y escuchado a todos los animales que su padre ha estado fotografiando durante estos últimos quince meses. Ese aprendizaje, toda esa riqueza emocional e intelectual, la va a conservar para siempre. Y me atrevo a pensar que para sus padres eso tiene más valor que el incuestionable valor que tienen las fotos.
El lobo ibérico en Europa, el bisonte en Norteamérica, el puma en Suramérica, el pingüino papúa en la Antártida, el cocodrilo marino en Oceanía, el cálao bicorne en Asia y el elefante en África. Quince meses en los que toda la familia ha estado viviendo en plena naturaleza, conociendo diferentes países y culturas. Toda una lección de vida. Espero poder profundizar en las experiencias de ese viaje más adelante.
En cuanto al libro sobre el lobo, Andoni ya había publicado varios anteriormente así como numerosos trabajos en revistas y prensa, pero esta vez lo ha hecho diferente. Decidió lanzarse a la autoedición y para llevar adelante el proyecto recurrió al crowfunding a través de la plataforma Verkami. La iniciativa resultó un éxito, pues las aportaciones de los mecenas (más de 300, entre ellos, un servidor) superaron con creces el objetivo inicial, de manera que ha podido aumentar la tirada prevista en un principio y programar una exposición que hoy se inaugura en Riaño, escenario de buena parte de las fantásticas fotos incluidas en el volumen: un total de 150, repartidas en 180 páginas.
Un lobo ibérico adulto en la Sierra de la Culebra.Foto: Andoni Canela
Me sumé a la iniciativa porque el lobo es uno de los animales que más admiro (ya ha escrito sobre ello) y porque me parece una buena manera de contribuir a la erradicación de esa idea del lobo como alimaña malvada e indeseable, que continúa muy viva en algunas zonas ganaderas, sobre todo en la Cordillera Cantábrica. “El conflicto con el lobo existe y hay que buscar una solución que garantice su protección y la actividad ganadera”, señala Andoni Canela.
Durmiendo con lobos tiene el valor extra de que es real, no hay fotos preparadas, sino que las que aparecen son el producto de largas horas de observación y, por tanto, muestran a los animales en su casa, comportándose de forma natural. “De esto trata básicamente la fotografía de lobos; de esperar y mirar. Mirar y esperar”, explica Andoni en el libro. Sus fotos nos muestran a unos seres bellos y nobles, unos auténticos supervivientes que es imperativo proteger.