“El hombre de la cámara”, Vertov
“En un futuro próximo, el hombre podrá transmitir simultáneamente por radio, para el mundo entero, los hechos visibles y sonoros grabados por una radio-cámara”. Esta frase dicha por Dziga Vertov en los años veinte, puede considerarse sin duda un anticipo a todo lo que sucedería después en el mundo de la comunicación. Porque a Vertov se le puede considerar un visionario y un teórico innovador que transgredió las reglas del cine convencionales hasta el momento para crear otras nuevas a partir de su cine-ojo.
El grupo Cine-Ojo (o Kinoki) sería un conjunto formado por cineastas que durante los años veinte escribirían sus teorías acerca del cine, que se alejaban del cine tradicional, al que ellos llamaban cine-vodka, y que desarrollaban el propio a partir del paralelismo entre el ojo y la cámara. Para estos autores, la cámara no era más que un ojo mecánico, y así tenía que ser la percepción del mundo también en el cine; dinámica, libre.
Para Vertov, el cine, además, era verdad, la ficción en el séptimo arte era denominada por el propio autor como el opio del pueblo. Vertov prefería grabar la realidad tal como es, deshaciéndose así del guion, los decorados, los actores profesionales, etc. Este era el inicio de un cine documental que se asentaría bajo las bases de la descripción política, económica e histórica de la sociedad en los albores del siglo XX.
El director llevaría a la práctica sus teorías en “El hombre de la cámara”, la película en la que filma el día a día en la vida de un operador de cámara, su hermano Mijail Kaufman. La película está compuesta de imágenes sobre la vida San Petersburgo, en el trabajo y en la cotidaneidad habitual de los habitantes de la URSS en 1929.
La película rodada con su esposa Elizavieta Svilova y que también pertenecía al grupo Cine-ojo, consiste en una composición de diferentes escenas, fragmentos donde se trata el ambiente urbano y social de entonces, y que se configuran en una rápida sucesión que cobra sentido una vez están se encuentran unidas e interactuando unas con otras una vez el espectador las ve y las muestra de una manera lógica en su propia mente.
Tanto en “El hombre de la cámara” como en el resto de sus obras, Vertov da importancia al montaje como el verdadero punto de creación del autor, que tiene entonces la posibilidad de recrear su cine en el proceso de post producción del largo.
Vertov había descubiero que el ojo humano era capaz de captar en apenas dos o tres fotogramas un plano cinematográfico, y así se vería así liberado de la que el llamaba ‘tiranía de las 16 – 17 imágenes‘ para crear una nueva percepción hecha por fragmentos, y que serían unidas por el pensamiento de manera lógica: no buscaba transformar la realidad, sino cambiar su percepción a través de su ojo.
“El hombre de la cámara” es la película más representativa del autor, pero no la única donde hace evidente la praxis del cine-ojo. De hecho, cinco años antes ya habría rodado “Cine – ojo, la vida al imprevisto”, su primer largo, y donde narra la vida de los niños y niñas que viven en una aldea soviet.
En “Berlín: sinfonía de una gran ciudad”, rodada antes también, y donde hablaría igualmente de la cotidaneidad en la urbe, pero esta vez de Berlín.
Tras “El hombre de la cámara” rodaría “Entusiasmo /Sinfonía del Donbáss” y “Tres cantos a Lenin”. Fue en la primera de ellas donde cobra importancia el sonido urbano e industrial y sus asociaciones con las diferentes imágenes que aparecían. Aunque perteneciente a la URSS la película obtendría buena acogida, y no así en Rusia. Sí sería un éxito en el país “Tres cantos a Lenin”, rodada como homenaje al décimo aniversario del político.
El acierto de Vertov se encontraba en su personalidad como autor, en la forma de componer sonido e imagen tan sugestiva y ocurrente. Pero su producción se vería sesgada a partir de mitad de los años treinta por el gobierno comunista, que acotaría su producción a los noticieros del partido.
Cartel del filme
El hombre de la cámara (Chelovek s kino-apparatom)
1929, Unión Soviética
Dziga Vertov
VUFKU
Dafne Calvo
Por afecto o por defecto, pero me encanta el periodismo. Sueño con un mundo dibujado sobre viñetas, donde esté prohibido comer palomitas en el cine.
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