Eat Pray Love es la adaptación de un best-seller de Liz Gilbert que explica sus propias experiencias. Gilbert es una mujer en su plenitud casada, pero aburrida y harta de su monótona vida. Un día decide dar un vuelco de 180º, dejar a su marido e irse a comer a Italia, rezar a la India y después a Bali, donde años atrás una especie de chaman le dijo que volvería.
Como los libros de auto-ayuda, la película es una estafa. Una voz en off irritante e innecesaria te marca ese carácter de auto-ayuda que desprende el libro del que adapta. El guión, así como la historia está llena de tópicos, tanto los comportamientos de la protagonista como las imágenes de postal, así como los países que visita. Que sería de Italia sin mostrar una Mamma, un gordito simpático y un sex-symbol… id a Italia te encuentras un “trío” de estos en cada esquina. Si prefieres ir a la India, no te preocupes vas a encontrar a niños sonrientes entre la miseria… No dudo que te puedas encontrar estos tópicos personajes, pero la simplificación de la película hace que parezcan encontronazos forzados y anti-naturales, e incluso la ridiculizan.
En realidad creo que la película está mal planteada. Nos hace creer que los viajes cambian la vida de la protagonista, pero si miramos cual es el motivo del cambio vemos que son los secundarios. Con eso quiero decir que bien se podría encontrar a un brasileño en Chicago que le hubiera hecho reflexionar sobre su vida, o un hombre en busca de redención en alguna ciudad americana. Por tanto, los viajes es una excusa para alegrar la vista al espectador con paisajes espectaculares.
Sí, no podía ser todo malo, la película nos ofrece unos paisajes y unas vistas espectaculares. Una película mucho más disfrutable como catálogo de viajes que como historia lógica y trabajada. Nos pasamos las dos horas de metraje viendo postales de las tiendas de souvenirs en movimiento.
Ryan Murphy, el director, opta por una realización mecánica y pasable. El autor de la película no destaca no pone en ningún momento su firma, y se podría confundir con el 90% de directores del panorama americano actual.
La película, además, se cierra muchas puertas sola, pues reduce el target a mujeres cuarentonas con sueños de cambiar su vida, unos sueños que ellas nunca los harán realidad y se consuelan con la vida de Liz Gilbert.
Esta película está destinada para el lucimiento absoluto de Julia Roberts. Y es que productores y director creen firmemente que sigue teniendo un gran tirón, lo suficiente para llevar la gente al cine. Roberts responde con una actuación pasable, con piloto automático, repitiendo posturitas y caras que ha hecho en todas sus otras películas. No hay actriz que haya sabido sacar tanto provecho de su limitado talento. La secundan Billy Crudup como marido de Liz, James Franco, Richard Jenkins y Javier Bardem. Jenkins es el único que salvaría de la quema. Una interpretación mesurada y consigue componer al personaje más interesante y humano con diferencia. Bardem decide tomarse un descanso de eso de actuar y se limita a intentar ser un sex-symbol… con el problema añadido de que… no lo és.
Como conclusión, una película mala, sin sustancia, que no aporta nada y construida a base de tópicos. Javier Bardem hace el ridículo y yo he perdido dos horas de mi vida.
Nota: 2/10