La gran mayoría de los jóvenes lo tienen claro: han nacido con las nuevas tecnologías y lo aceptan con naturalidad, pero también los hay que se resisten, como mi propio hijo, sin ir más lejos, que a sus 24 años prefiere un buen "libraco", como él dice.
Para los de mi generación, que crecimos con la magia del papel, que recibíamos libros de regalo en vistosos envoltorios y los abríamos con nerviosismo, deseosos de sumergirnos entre sus páginas, la cosa está más clara, pero tampoco tanto.
Yo misma leo preferentemente en ebook. Llevo en mi móvil un montón de libros que no pesan, no ocupan espacio en la maleta cuando viajo, y además son supereconómicos. Pero de repente voy a la biblioteca y no me resisto a la tentación de llevarme el "libraco" que estoy leyendo. Su peso en mi mano me produce una agradable sensación (900 páginas, nada menos), me siento acompañada por "un amigo", ese que nunca te abandona, que te consuela cuando estás triste, que te distrae de tus problemas.
Me diréis que el ebook cumple la misma función. Hummm...no estoy tan segura. Quizá con el tiempo nos habituemos. Pero creo que la nostalgia, los recuerdos de la infancia tienen un peso importante. La magia de abrir un libro, de pasar páginas...
¡Feliz semana!