Hace unos días me sorprendió ver publicada en el diario El Mundo una información titulada Ingeniería climática contra los huracanes. Hasta ahora, los grandes medios de comunicación no han prestado atención a esa “nueva ciencia” de la manipulación climática que es la geoingeniería y que se impulsa desde hace unos años con la excusa del cambio climático sin ninguna transparencia.
Escribo que me sorprendió porque este asunto no suele aparecer en la prensa y cuando lo hace casi es para generar más dudas que intentar abrir un debate sobre ello, el propio periódico publicó hace unos meses un trabajo titulado Miedo al cielo… ‘¡nos están fumiando!’, en el que se asocia la ingeniería climática al fenómeno popularizado (y ridiculizado) denominado “chemtrails” (hace tiempo que expliqué que la geoingeniería es mucho más que la “conspiración de los chemtrails”).
Según los científicos hay que reducir sí o sí drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero en el planeta. Es la única manera de combatir el calentamiento global y evitar que las temperaturas aumenten más de dos grados para finales de siglo, lo que podría descontrolar la stuación de tal modo que no hubiese marcha atrás.
Así lo explica mi amigo Carlos Fresneda también en el citado diario: El aumento de la temperatura mundial superará el ‘techo’ de un grado en el 2015.
Por si los objetivos de reducción de emisiones contaminantes no se logran, los investigadores están explorando otras posibilidades para limitar los efectos del cambio climático. De paso esto es mucho más interesante para el actual modelo económico por dos motivos:
-No habría que hacer cambios drásticos en el mismo; pasar de un modelo antiecológico a uno económico ecológico.
-Se generaría una industria enorme a nivel mundial con interesantes rentabilidades para sus inversores.
Se mataría así dos pájaros de un tiro, el capitalismo no habría de modificarse y al mismo tiempo nacería una nueva industria tecnocapitalista. No es casualidad que Bill Gates apueste por la geoingeniería para luchar contra el cambio climático, tras apoyar la energía nuclear.
Cerca de finalizar el año más caluroso de la historia, sí este, 2015, el cambio climático centra la atención por ser quizá el mayor problema que enfrenta la Humanidad y que no ha parado de constatarse con grandes estudios, algunos provenientes de científicos financiados inicialmente por las compañías del carbón y que manifestaban su escepticismo hasta que vieron con sus propios ojos y trabajos las pruebas.
La ingeniería climática o geoingeniería es la manipulación intencional a gran escala del clima planetario con el objetivo de contrarrestar el calentamiento global. Hace un par de semanas se publicó un estudio en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) que sugiere que las inyecciones en la estratosfera de aerosoles con determinados productos podría ayudar a combatir el calentamiento global.
Métodos como este y otros muchos más llevan estudiándose y aplicándose sin que casi nos enteremos, como narro en mi libro La salud que viene (Península, 2009) años. Los investigadores saben que la emisión de sulfatos produce un efecto de enfriamiento porque han podido comprobarlo en la naturaleza.
En 1991 la erupción del Monte Pinatubo, en Filipinas, lanzó grandes cantidades de sulfatos a la estratosfera. La cantidad de sulfatos que emitió esta erupción volcánica era equivalente, de media, a una cuarta parte de los sulfatos que producen los países industrializados cada año.
Pero la “medicina o tratamiento del clima” también sus efectos secundarios como nos explican en El Mundo:
contribuyó a que se destruyera la capa de ozono y redujo las lluvias del monzón, que en algunos lugares suponen su principal fuente para conseguir agua”.
El problema con la geoingeniería es que si se modifica el clima en una parte del planeta también se producen cambios en otras partes. Esto implica que la geoingeniería también es geopolítica y quizá sea esto lo que explique que un debate trascendental como este aún no se haya producido más que en los círculos de expertos y científicos.
Si queréis entender qué es lo que piensan algunos impulsores de la geoingenría es imprescindible que veáis el estudio científico que recoge con más detalles proyectos de ingeniería climática.
Es un trabajo de 944 páginas realizado por un extenso panel de científicos e investigadores denominado Policy Implications of Greenhouse Warming: Mitigation, Adaptation, and the Science Base (Implicaciones de la política del calentamiento por efecto invernadero, mitigación, adaptación y base científica).
Esta es la base de la “nueva ciencia climática”.
Más nos vale no jugar a los experimentos y que diciembre de 2015 sea la fecha esperada en la que la 21 Conferencia sobre el Clima que se va a celebrar en París marque definitivamente una postura de los Gobiernos de todo el mundo para frenar el cambio climático teniendo la ecología como principio. Hasta ahora NO se ha conseguido y ya vamos con prisas.