Economía Azul: El diseño pensando en el planeta

Publicado el 05 julio 2016 por Apgrafic

El diseño también puede salvar el mundo. Al día de hoy, empresas y diseñadores independientes estudian y desarrollan estrategias para cambiar la inercia del modelo de producción capitalista que depreda los recursos naturales. Esta iniciativa global ya tiene un nombre de batalla: la Economía Azul.

«La Economía Azul responde a las personas con lo que necesitan y en términos de felicidad». Esta frase pertenece a Gunter Pauli, economista y consultor belga (Amberes, 1956) que alcanzó la fama internacional tras escribir el libro que bautizó este movimiento: La Economía Azul. En este ensayo, Pauli explica alrededor de 100 innovaciones relacionadas con la ecología, y replantea la manera en que pensamos sobre el medio ambiente, la agricultura, la manufactura y los residuos, con el fin de cuadrar el círculo del desarrollo sostenible desde la perspectiva del diseño y el emprendimiento.

Las teorías de Pauli ponen una vez más el dedo en la llaga: ante el desgaste medioambiental que supone el actual modelo de producción capitalista, que provoca el agotamiento de los recursos naturales, las empresas están obligadas a virar en sus prioridades de negocio y apostar por estrategias de innovación que permitan generar una riqueza sustentable y en armonía con el entorno. De no ser así, estaríamos hipotecando el bienestar de las futuras generaciones.

Biomímesis
Atentos a esta advertencia, la comunidad de diseñadores de todo el mundo ha empezado a mirar lo que el mundo natural les ofrece en busca de inspiración, una práctica que recibe el nombre de biomímesis. Un ejemplo es el proyecto BIOMIVAL (España), que ha encontrado en el pico del flamenco rojo que habita la Albufera de Valencia el modelo para desarrollar un nuevo diseño de turbina que podría emplearse en los coches eléctricos y lograr que estos se alimenten únicamente de energía de fuentes limpias, como las olas del agua.

La energía de las olas no solo es limpia sino muy competitiva. Precisamente, el flamenco rojo ha contribuido a apuntalar esta idea. El análisis del pico de esta ave filtradora ofrece conocimientos muy útiles para el avance de la hidrodinámica. “Lo más difícil fue estudiar a los ejemplares desde la distancia, para no perturbarlos, y trasladar los datos a programas de ingeniería para extractar lo más significativo de esta especie en relación con la producción de energía de las olas”, comenta Rafael Aparicio, CEO fundador de BIOMIVAL. El flamenco rojo al comer hace olas y no solo eso, es capaz de incluso enviándole dos olas opuestas hacer que éstas giren en la misma dirección.

El proyecto de la turbina inspirada en el pico del flamenco ha obtenido distintos reconocimientos nacionales e internacionales. “Empezaremos con pequeñas estaciones de carga y luego seguiremos con estaciones en puertos, aprovechando la cercanía de la región al mar”, comenta Aparicio.

Oportunidad didáctica y recicladora
Lara Bedincho estudió Biología y después Óptica: “No encontraba una oportunidad laboral relacionada con mi primera opción”. Pero nunca perdió de vista sus ganas de emprender un negocio relacionado con la protección del medio ambiente. De modo que empezó a consultar un buen número de tesis doctorales disponibles y así descubrió que en Colombia empleaban los restos vegetales del café para producir setas. Le pareció una idea estupenda y, tras comprobar que se trataba de un planteamiento sostenible tanto desde el punto de vista económico como medioambiental, surgió Iberfunghi en 2013.

Tan solo se aprovecha un 0,2% de la materia prima al elaborar una taza de café. El 99,8% restante pasa a convertirse en basura; un desecho que es erróneamente considerado orgánico en muchas partes del mundo. “En su descomposición, los restos de café generan millones de toneladas de gas metano que contribuyen al cambio climático”, explica la joven emprendedora.

Iberfunghi utiliza los posos de café de seis bares de Zaragoza (España) para confeccionar distintos productos que permiten el cultivo de setas en el propio hogar. Estas setas no necesitan otra cosa que agua, dado que las variedades empleadas aprovechan al 100% el sustrato de café, con el ahorro energético que esto supone. “Se trata de una oportunidad única de ver crecer a un ser vivo mientras se recicla”, manifiesta Bedincho.

Por eso, los Funghipacks son demandados por distintos públicos. Por un lado, aquellas personas concienciadas con los productos innovadores y con el respeto al medio ambiente. Y, por el otro, las familias que quieren regalarles a sus hijos «una experiencia didáctica de 12 días» que puede culminar con la elaboración de un exquisito plato.

Iberfunghi es una iniciativa amigable con el medio ambiente que estaría en condiciones de recibir el nuevo sello que se ha implementado en la economía alemana, y que indica qué productos o ingenios han surgido de la inspiración de la naturaleza.

Las ventajas de la Economía Azul
Son básicamente tres. En primer lugar, apunta Pauli en su homónimo libro, se corren menos riesgos: «Casi siempre la materia prima con la que trabajas es gratis, con lo que hay menos costes». En segundo lugar, este nuevo paradigma económico resulta más sencillo de implementar: «Tienes problemas de demanda si quieres competir para vender determinados productos, pero si te centras en lo que realmente es necesario (agua, alimento, energía, vivienda, salud), no hay ninguno». Y por último, la Economía Azul piensa en el planeta y sus habitantes: «Ha llegado el momento de que nos comportemos como seres inteligentes».

El mensaje está claro: el compromiso ecológico también puede ser lucrativo. "Nos falta ver que se puede ganar dinero haciendo cosas que repercuten en el bien común", apunta Pauli. Ahora toca diseñar pensando en el planeta.