De esta manera puede entenderse que, excusándose en la creación de puestos de trabajo, el Gobierno de España tramite incorporar exenciones a la ley que prohíbe fumar en cualquier establecimiento abierto al público para dar satisfacción a las demandas del propietario del casino y permitir no solo que sea posible mantener un cigarrillo en la boca mientras se juega a las maquinitas en salones enmoquetados, sino hasta que los menores de edad puedan hacer ambas cosas: fumar y jugar en las ruletas. No puede haber restricciones a una afluencia rentable de clientes, deslumbrados con las luces y los señuelos de un fácil enriquecimiento, que beneficie al impulsor del negocio, cuyo lucro ha de asegurarse por todos los medios, incluido el de la modificación de leyes sobre salud pública.
Previamente se ha “reformado” la “estructura” laboral para que el coste salarial de los trabajadores y los derechos que devengan en antigüedad, compensación por festivos o despido y contra posibles abusos, entre otros, no supongan un coste elevado a las empresas. Así pueden los patronos multiplicar sus ganancias y disponer de paraísos fiscales donde ocultar capitales para eludir pagar impuestos. Díaz Ferrán, aquel presidente de la patronal actualmente en prisión por su conducta fraudulenta al frente de sus negocios, es elocuente de esa ambición y avaricia sin límites.
Pero en vez de actuar con leyes que eviten tales irregularidades, el Gobierno se apresta a lo contrario, a desrregular las protecciones que hacían prevalecer la salud de los españoles sobre cualquier otra consideración, simplemente por atender la solicitud de un magnate que persigue sólo aumentar sus márgenes de beneficio. Y todo ello a cambio de unas migajas de puestos de trabajo en un país hambriento por trabajar, aunque sea en un sector que tan poco contribuye al progreso y desarrollo industrial como este dedicado al juego, la bebida y la prostitución elegante.
Si cambiar el modelo productivo de la economía de España, basado en el ladrillo (ya desinflado) y el turismo, por el de casinos y lugares de ocio como espacios con inmunidad para saltarse las leyes que entorpecen su negocio, mal cambio hemos hecho. Si eso es I+D+i, será por las tragaperras de última generación, ruletas telecontroladas digitalmente y señoritas que innovan un viejo oficio. Sólo con esa intención se comprenden los recortes en becas, educación e investigación científica que se han realizado en nombre de una presunta austeridad. Sobran universitarios porque lo que se necesita son camareros, tiradores de cartas y vigilantes. Ya lo sabéis, chavales. El “amigo” Adelson os llama para daros trabajo.