El sector industrial de China se contrajo a su nivel más bajo en seis años con la reducción de la demanda interna y las exportaciones. Esto aumenta las preocupaciones de que la segunda mayor economía del orbe podría estar desacelerándose bruscamente e impactar negativamente a los mercados financieros.
Se trata del gigante asiático cuya economía no ha parado de crecer en la última década a un ritmo vertiginoso sin parangón en otras regiones.
Su influencia ahora mismo en la economía del resto del mundo es similar a la de Estados Unidos. Su bonanza y su debilidad tienen unas repercusiones que nos cuesta imaginar, por lo que podría haber mucho en juego.
Los datos económicos son malos para la economía china y la meta de crecimiento estimada por el gobierno está en peligro.
La economía china se desacelera, el mercado de valores se derrumba y las exportaciones se desploman a los niveles más bajos en 6 años.
Por eso el banco central chino ha reaccionado súbitamente devaluando el yuan en casi un 2%, dando un fuerte golpe a los países asiáticos, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo. El tipo de cambio promedio del yuan frente al dólar se redujo en 1,9 por ciento este martes, siendo ésta la mayor reducción para la moneda china en un solo día y la mayor desde que China introdujo el sistema de tipos de cambio moderno en 1994.
Desde el año 2009 la moneda china se ha internacionalizado y el comercio en yuanes ha tenido un importante ascenso que la ha llevado a ser una de las cinco mejores monedas del mundo, detrás del dólar, el euro, la libra y el yen. El comercio en yuanes ha aumentado desde el cero por ciento en el año 2009 al 22% en el 2014.
La intervención del banco central chino se produce tras una fuerte y prolongada caída en los mercados de Shanghai y Shenzhen desde fines de junio tras el estallido de su burbuja inmobiliaria.
Esta caída del 30 por ciento hizo mella en la demanda interna de China provocando la caída en cadena de los mercados mundiales que se enfrentan a nuevas grandes turbulencias en un entorno de gran debilidad.
Se supone que los mercados financieros adelantan lo que está por venir, así que estas fuertes caídas de las bolsas están anunciando algo que puede frenar la recuperación económica mundial.
La desaceleración económica de China está exacerbando la superabundancia de todo, desde el petróleo a los metales, pasando por los alimentos básicos.
El mayor usuario de energía, granos y metales tuvo un crecimiento mucho más débil de lo esperado en el primer semestre del año, y esa tendencia continuará en los próximos meses. Este hecho está impulsando una fuerte caída en los mercados financieros con implicaciones directas para la economía global.
El petróleo seguirá en descenso dado que los países productores mantendrán su producción para defender su cuota de mercado. No deberá sorprendernos que el barril de petróleo baje pronto a 30 dólares.
La sorpresiva devaluación del yuan y el desplome en los mercados bursátiles puede provocar un aterrizaje forzoso que pulverizaría la incipiente recuperación.
La economía se encuentra en los albores de una nueva crisis financiera de incalculables consecuencias y esta vez los bancos centrales no podrán aplicar planes de rescate porque ya agotaron toda la gama de políticas públicas en ese sentido.
La caída de las materias primas y el desplome del precio del petróleo, han hecho perder a los productores en el último año, una suma equivalente a toda la economía de la India.
Los bajos precios han acabado con más de 2 billones de dólares en acciones de las empresas mineras y petroleras desde mediados de 2014, según datos señalados por Bloomberg. Esto se compara con el PIB total de la India.
La subida de tipos de interés tan esperado por la Reserva Federal de EE.UU., se hace ahora mucho menos probable.
El potencial de nuevas devaluaciones en el yuan chino no sólo hace imposible elevar las tasas de interés en Estados Unidos, sino que alienta nuevos riesgos deflacionarios para la economía global. El actual nerviosismo de los mercados tiene poco que ver con la crisis griega y su inevitable abandono de la moneda única.
Es la prueba más concreta de que hemos entrado en una nueva crisis financiera de gran magnitud, tal como la de hace siete años. Colaboración especial para LatinPress®. http://www.latinpress.es