Canadá siempre fue un país caracterizado por su exuberante naturaleza. La armoniosa vida en el campo, los bosques boreales y los ríos de agua cristalina fueron los mayores atractivos para una generación de estadounidenses que, huyendo de la industrialización de su nación, se establecieron en el país vecino para comenzar una nueva vida más cercana a la naturaleza. Sin embargo, en los últimos ańos Canadá ha emprendido un giro de 180 grados en sus políticas económicas y medioambientales. La extracción de petróleo de las arenas bituminosas de Alberta, la mayor explotación industrial del mundo, es una atrocidad que destruye el bosque boreal para arrancar la tierra que hay bajo los árboles y filtrar el bitumen que se encuentra mezclada con ella. El bitumen resultante es exportado, transportado a través de gigantescas tuberías que, a veces, sufren averías y dejan un panorama desolador por el camino.
06.05.2013, ladyverd.com
David Suzuki, famoso genetista y ambientalista de Canadá, autor de diversos textos comprometidos con la causa ecológica, resume en su artículo “żY si la Madre Naturaleza tuviera derechos? Los tiene en Ecuador” sus impresiones sobre el país sudamericano y lo coteja con la política medioambiental y económica de su país de origen. Para su serie de documentales “The Nature of Things” (La Naturaleza de las Cosas), todo un éxito en la cadena televisiva canadiense, Suzuki viajó a diversos países, entre otros a Ecuador y Bolivia, de los que extrajo lecturas muy positivas. El famoso defensor de la naturaleza escribió un artículo para el diario canadiense The Globe and Mail en el que realizaba una comparativa entre el modelo económico canadiense de crecimiento y los modelos que basan su economía en el bienestar y el respeto a la naturaleza.
En algunos de los países más pobres de Latinoamérica, uno puede percibir un cambio radical y refrescante con respecto a la corriente económica convencional que predomina en Canadá y en el mundo entero. Parece extrańo que alguien pueda ver en países tales como Ecuador y Bolivia ejemplos de los que Canadá deba aprender. Y, sin embargo, en lo referente a nuevas formas de desarrollo económico que presten una atención seria al medio ambiente, este es el caso. En un momento en el que la explotación de las arenas bituminosas de Canadá continúa creciendo a pesar de las serias advertencias de los expertos medioambientales, que predicen unas consecuencias cada vez más alarmantes, ya va siendo hora de que echemos un vistazo a lo que está ocurriendo en los Andes. Así lo hice yo mientras producía algunos de los documentales de “La Naturaleza de las Cosas”.
Lo que vi me dejó impresionado. Tanto Ecuador como Bolivia se están embarcando en nuevos caminos de desarrollo social y económico hacia lo que ellos denominan “sumak kawsay”, es decir, “vivir bien”. Este concepto indígena es contrapuesto al modelo neoliberal de desarrollo que solamente piensa en el crecimiento y cuyo mantra es más productividad, más crecimiento, mayor consumo de recursos, hasta el infinito. ĄHasta la náusea! En cambio, “vivir bien” trata el desarrollo en armonía con la naturaleza, satisfaciendo los derechos humanos y las necesidades básicas de todos, y viviendo en equilibrio. Está claro que suena bien en la teoría pero, żcómo se pone en práctica?
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, me puso un ejemplo de esta nueva visión del desarrollo: el hecho de que la constitución de su país sea la primera en el mundo que da derechos a la naturaleza. En otras palabras, los árboles, los animales, los ríos, los ecosistemas completos tienen un derecho que les garantiza la existencia y la prosperidad. Esta realidad legislativa difiere enormemente de la que propone el Ministerio canadiense de Medio Ambiente, que trata más sobre cómo el ser humano gestiona el medio ambiente que sobre la propia Madre Naturaleza.
En el ańo 2010, dos norteamericanos residentes en Ecuador fueron los primeros que acudieron a un tribunal en nombre de la naturaleza, debido al dańo causado a un río por parte de un equipo gubernamental que construía una carretera provincial. El caso fue pionero en Ecuador y en el mundo entero, lo que estableció un precedente legal que, por el bien de todos, esperemos se expanda a todo el planeta. El Sr. Correa también me contó que el intento por parte de Ecuador de aunar ecología y economía ha llevado a una propuesta radical de no explotar el 20% de las reservas de petróleo del país. Resulta que dichas reservas se encuentran bajo el Parque Nacional Yasuní, una joya de la selva amazónica, la cual se cree que alberga el índice más elevado de biodiversidad de La Tierra. Los científicos han descubierto en una hectárea de esta selva más especies de árboles que en toda Norteamérica, desde Alaska hasta Méjico.
La iniciativa de Ecuador, Yasuní ITT, promete dejar el petróleo bajo tierra para ayudar a combatir el cambio climático, pero pide a la comunidad global que sea “co-responsable” y contribuya con la mitad de los beneficios que el país está dejando de ganar: 3.600 millones de dólares. Hasta ahora han conseguido 300 millones.
Para un país cuya economía depende del petróleo, proponer esta iniciativa es un acto digno de alabanza. Casi el 30% de los ecuatorianos vive por debajo del umbral de la pobreza y, sin embargo, el país apoya ampliamente esta iniciativa. żQué excusa tiene Canadá? Seguro que podríamos hacer algo similar con las arenas bituminosas.
Otra de las lecciones que Canadá podría aprender se encuentra en las montańas de los Andes, en las planicies salinas de Uyuni, en Bolivia. Estas llanuras son los remanentes fósiles de un antiguo fondo marino que contienen más de la mitad de los yacimientos mundiales de litio. (Este metal es muy codiciado debido a su uso en las baterías de coches eléctricos, de los que se espera desempeńen un creciente papel en la reducción de la huella ecológica). Los grandes fabricantes, como China, Japón y la Unión Europea, están buscando nuevas fuentes de litio. Pero, en lugar de exportar el litio en bruto para que estas naciones industrializadas fabriquen las baterías, Bolivia está planeando producirlas él mismo, de forma que puedan aprovechar los verdaderos beneficios económicos del producto final y su valor ańadido. No hay ninguna duda de que esta es una ambiciosa apuesta que podría fracasar.
Y, sin embargo, en Canadá seguimos siendo meros empleados que exportan los troncos y el bitumen en crudo a otros países. Al menos en este sentido, Canadá podría aprender algo de Bolivia.
Por supuesto que no estamos diciendo que Bolivia y Ecuador tengan todas las respuestas, ni que hayan solucionado todas las contradicciones medioambientales y económicas. Pero están lidiando con estos asuntos y forjando nuevos caminos hacia un tipo distinto de crecimiento que esté en consonancia con la naturaleza: y eso es precisamente lo que hace que sean unos modelos tan excitantes. Mucho más de lo que se puede decir de Canadá hoy en día.”
Fuente
Yasuní ITT
The Nature of Things