Edén en Luesia, Zaragoza

Publicado el 09 julio 2024 por Monpalentina @FFroi


Habíamos pasado los días primaverales de finales de marzo y comienzos del mes de abril de 2010 romaniqueando con todo el grupo visitando Navarra y las Cinco Villas aragonesas cuando, a la vuelta y retirada de cada mochuelo a su olivo, se encapricha mi mascota en desviarse a la localidad zaragozana de Luesia.

En justificación a su extraño antojo, durante todo el trayecto desde Sádaba a Luesia no paró de darnos la vara exaltando el interés del templo de San Salvador que, aunque tras la reforma que mandase hacer en el siglo XVI el arzobispo maño, Hernando de Aragón, y que afectó a la nave y al ábside norte que fue eliminado para destinarlo a sacristía haciendo desaparecer la estructura románica del interior, todavía conservaba destacados elementos románicos de su fábrica exterior del siglo XII y hasta una interesante cripta. Por tal de no oírlo, llegamos al lugar y aparcamos en la parte más alta del pueblo, junto al castillo y a los pies del templo mientras el cielo se teñía de nubarrones preocupantes.


Salir del coche y ponerse a llover es decir poco: era diluviar. Empapados y sin encontrar un alma en la calle que nos pudiera facilitar el acceso al templo por la que estaba cayendo, dieron una ronda temeraria por su exterior teléfono móvil en mano ante la imposibilidad de poder utilizar la cámara fotográfica. Sólo les dio tiempo a repasar el muro sur, donde se incrustó una antigua portada, actualmente cegada, de cuatro arquivoltas con arcos que descansan sobre columnas con capiteles esculpidos con vegetales


excepto uno historiado


en cuya interpretación pocos se ponen de acuerdo, pues mientras para unos es una Anunciación con dos ángeles, para otros sería María con sus padres Ana y Joaquín.


¿Y por qué no una Asunción?


En todo caso y con la meteorología tan adversa, no les fue posible obtener fotografías con detalle y mayor calidad, por lo que os ruego disculpas en nombre de esta mi mascota humana a la que supliqué en vano que ni siquiera hiciese esta entrada de tan fútil importancia, pero alegó en su descargo que en una Guía de templos románicos no podía faltar la mención de este templo para dar oportunidad a los amantes del arte sacro de no dejar de visitarla. Y mientras esto decía, la radio del coche repetía un insistente estribillo:

Después de un invierno malo

te ha pillado la tormenta.