Un día, dos cartas cambian el futuro inmediato de Marianne. Por un lado, su hermana Cecily le pide que la acompañe a Edenbrooke, una mansión de campo en la que vive una amiga de su difunta madre. Allí quiere cazar al rico heredero y espera tener la ayuda de su hermana. Marianne no cree que la necesite para tal objetivo pero la perspectiva de dejar Bath y reencontrarse con ella son motivos más que suficientes para llenarla de alegría. La otra carta iba dirigida a su abuela y, después de leer el contenido y sentirse muy contrariada, toma la decisión de desheredar al calavera de su sobrino y dejarle su fortuna a Marianne. Eso sí, le pone como condición que se convierta en una dama de una vez.
De este modo llega el día de partir hacia Edenbrooke. El viaje se vuelve un horror cuando un hombre asalta el carruaje hiriendo al cochero. Betsy, la doncella de Marianne, consigue espantarlo gracias a una pistola que había escondida. Entre las dos llevan al herido a una posada y allí Marianne conoce a Philip, un atractivo caballero del que tiene una primera impresión nefasta. La sorpresa será mayúscula cuando, ya en Edenbrooke, descubra que es el segundo hijo de su anfitriona. ReseñaEdenbrooke es la primera novela de esta autora y hay que reconocer que se nota. La trama es muy sencilla y absolutamente predecible. Diría que no hay nada que suponga una sorpresa, por pequeña que sea, una vez están los personajes presentados y vemos por dónde van los tiros. Con todo, es una novela que he disfrutado al leerla.
La trama se sitúa en el ya conocido periodo de la Regencia, es decir, el contexto de las obras de Jane Austen. No obstante, creo que podría estar en cualquier momento histórico algo posterior o anterior, no hay nada que ancle la obra a dicha etapa. Además, la autora se toma bastantes licencias en la forma de comportarse de ambos protagonistas, así que mejor no leer esta novela buscando rigor histórico porque no habrá escenas de sexo, pero los protagonistas hacen cosas juntos que en esa época eran igualmente indecorosas. Y, por supuesto, la escritura, el tono y la profundidad están muy lejos de la maestra clásica.
En cuanto a Philip, tenemos al clásico protagonista del que es inevitable enamorarte: caballeroso, pícaro, amable e irresistible. Se agradece que no sea uno de esos protagonistas de pasado tortuoso aunque tenga su punto de, llamémoslo, intensidad e intriga. A ver si me puedo hacer con ese relato precuela desde su punto de vista.
La relación entre ambos es muy bonita. De un encuentro accidentado y dándose una primera mala impresión, pasan a ser amigos entre los que la tensión romántica va en aumento. Todo se demora mucho porque Marianne es bastante torpe en captar las señales (las de él pero también las suyas propias), porque tiende a malinterpretarle y porque se interponen otros personajes que solo demoran lo inevitable. Que no haya nada sexual en la novela no se echa de menos porque lo cierto es que la autora lleva bastante bien la evolución de la pareja y tienen momentos muy intensos.
Hacia el final la autora mete un momento de peligro y una pizquita de acción que se sabía que se iba a dar desde antes de que Marianne saliese de viaje a Edenbrooke. Si cuando decía que era previsible el libro... El caso es que permite a la protagonista lucirse un poco y a Philip le deja hacer de caballero de brillante armadura al rescate de la damisela en apuros. Todo acaba bien y final feliz para todas las partes. Sin sorpresas.
En definitiva, una lectura ligera, entretenida, que ha conseguido emocionarme en algunos pasajes y que la he disfrutado bastante. Tiene pegas como lo previsible que resulta o que su protagonista femenina puede llegar a resultar antipática o desagradable, pero si consideramos que apenas es una adolescente, son defectos que se pueden pasar por alto y se compensan con otros buenos momentos que tiene. Y conocer a Philip es un plus muy grande de esta historia.