Los estudios de Malinowski sobre la vida sexual entre los pueblos de Melanesia tienen mucho que ver con el tratamiento psicoanalítico de las fases de desarrollo psicosexual, concretamente con el llamado Complejo de Edipo, en el que según Freud interviene decisivamente la figura del padre como represor y marcador de límites frente al deseo del niño hacia la madre (tabú de incesto), cosa que desemboca posteriormente en el desarrollo normal de la conducta sexual masculina (el joven asume el rol transmitido por el padre para seducir a la mujer, superados el deseo infantil por la madre y el odio también infantil hacia el padre).Para Freud, este mecanismo psicosexual ocurre en todos los seres humanos, es decir, se trata de algo innato y universal, independiente de la cultura particular donde se desarrolla la vida de cada persona. ¿Qué ocurre, pues, en las sociedades melanesias, donde las relaciones familiares son matrilineales, y donde la figura del padre como legislador-represor está anulada? Es estas culturas, la figura del padre carece de autoridad para el hijo, y opera como un amigo, no como la figura represora y marcadora de límites que describe Freud, frente al deseo del niño por la madre.Según Malinowski, el Complejo de Edipo sigue funcionando entre los salvajes de Melanesia, simplemente porque las figuras subsisten, aunque encarnadas en otros personajes. La autoridad del padre freudiano recae aquí sobre el hermano de la madre, el tío materno, y la figura deseada y prohibida (tabú del incesto) se desplaza hacia la hermana, de manera que se mantiene la estructura triangular que sujeta al niño a esa tensión entre el deseo y la represión, y que le sirve de referencia en la adecuada consecución de su madurez sexual. Esto significa que no importa que la figura del padre (el paterno) sea protagonizada por el padre, sino simplemente que debe haber una figura del padre y una figura de deseo, sea quien sea su figurante (siempre que se corresponda con los sexos asignados para tal función, el paterno por un hombre, el materno por un mujer, el deseo prohibido por alguien del sexo contrario). De esta manera, la universalidad del Complejo de Edipo queda explicada.La cuestión, a partir de aquí, reside en qué ocurre con la vigencia del Complejo de Edipo en aquellas sociedades o culturas donde las figuras freudianas, necesarias, no siempre son ejercidas por personas del sexo adecuado, es decir, cuando se forman familias monoparentales, o con personas del mismos sexo, dos madres, dos padres, etc. Naturalmente, esta pregunta está más allá del alcance de Freud y del propio Malinowski.