Por medio de un amigo en común, la profesora Edith Pérez entró en contacto ya hace tiempo con este reportero para hablar de un grave problema que le aquejaba.
Al llegar al lugar de la cita, la sorpresa mayor fue no encontrar a una mujer deshecha por la pérdida de su sobrina Milinaly, hjja de una de sus hermanas; de sus hijos José Arturo y Alexis; de su hermano Ignacio, así como del hijo de éste, su sobrino Aldo de Jesús.
Con una impresionante fortaleza, la profesora inicia su narración recordando que todos sus ausentes desaparecieron el 14 de agosto de 2012 en el Mante Tamaulipas, cuando salían de esa ciudad a carretera, con rumbo a Tamuín. Todos ellos venían de Houston, Texas, a donde habían ido de compras.
Con toda entereza, la profesora recuerda que su hermano llevó de viaje a sus hijos y sobrinos porque les quería comprar ropa, ante el próximo inicio de clases; “iba a ir otra de mis hijas pero tenía el pasaporte vencido, y el hijo de mi hermana también se quedó”. Ese día se dieron cuenta de que el pasaporte estaba vencido.
Edith Pérez se reacomoda en la silla del céntrico café de esta Capital de San Luis Potosí, elegido para la cita, y rememora que el funesto día de la desaparición, su hijo José Arturo le llamó a las 6:36 y le dijo que casi iba llegando al Mante.
“Mi esposo es de Tamaulipas y conoce perfectamente el camino. Si me dijo que casi iban llegando, quiere decir que no venían en Xico, ni en El Limón; en primera instancia nos decían que la desaparición habría sido entre Victoria y el Mante, pero yo siempre he dicho que no”.
Recuerda que en esa llamada conversó con su hijo durante 10 a 15 minutos, y luego le comunicó a su hermano Ignacio con quien platicó otros minutos; “Bien contento que estaba. Me dice: “N’hombre, venimos muy bien, todo bien; luego me pasa a mi hijo quien me dice: A más tardar a las 8, o cuando mucho a las 8 y media estamos allá”.
A las 6:58, la maestra Edith recibió un mensaje de su hijo, quien le preguntaba si había pagado su inscripción al tecnológico, pero considerando que estaban por llegar ya no le contestó, porque se dio cuenta hasta las 7:40, cuando iba de salida a casa de su madre, a donde iban a esperar a todos los viajeros, como era costumbre de la familia, cuando algunos salían de viaje.
Cuando vimos que eran ya las 8 de la noche, la abuela de la familia pidió que se llamara a los viajeros para saber por qué lugar venían, porque tal vez para ese momento ya irían llegando, lo que ya apuraba para comenzar a servir la cena.
La idea era que ya estarían en Ciudad Valles, pero todos los teléfonos marcados indicaban que se encontraban fuera del área de servicio, por lo que comenzó la alarma, ya que solamente en un tramo que se cruza en un minuto, subiendo el Abra, se interrumpe la señal, por lo que se hizo muy extraña la demora.
A partir de ese momento, la maestra Edith no supo más de su familia, y así inició el camino por un calvario, hasta hoy interminable.