Editorial: El futuro presente

Publicado el 19 junio 2011 por Ruta42 @ruta42
Imágen de la cacelorada en Valladolid el día 11 de Junio. Archivo de Ruta 42
La semana pasada saltó la noticia de la detención de tres miembros de la cúpula del grupo organizado conocido como Anonymous. La Policía Nacional realizó una rueda de prensa en la que indicó que se acusana a los detenidos de asociación ilícita y delito de interrupción del sistema informático.
La noticia no tardó en hacerse eco en la red, donde la burla fue casi unánime por parte de los cibernautas. La policía había metido la pata ante las cámaras de televisión con unas declaraciones que rozaban la ignorancia acerca del funcionamiento de las redes.
Y es que, como apuntaron muchos, entre ellos profesionales de la información, la idea de que Anonymous esté dirigida verticalmente muestra hasta qué punto las fuerzas de seguridad del Estado necesitan una apertura de miras en las nuevas formas de activismo que la red ofrece, las llamadas desde hace demasiado tiempo “nuevas tecnologías”.
Por si esto fuera poco, en las mismas declaraciones se identificó al grupo como una organización terrorista a la altura de otras como Al-Qaeda, lo cual ha sido calificado como un despropósito y ha terminado de confirmar lo dicho anteriormente.
Sin duda las redes sociales y las tecnologías actuales están ayudando a crear un nuevo tipo de activismo como no se ha visto desde los movimientos de los años 60. La posibilidad de que un mensaje llegue a miles de personas en pocos segundos sin que estas se conozcan de nada, ha facilitado movilizaciones que no se veían en este país hacía mucho tiempo. Bien claro lo ha dejado el movimiento del 15M.
El movimiento de los “indignados” también ha dado un hueco a un nuevo tipo de medio de comunicación: el independiente. Aunque algunos apuntan que la irrupción de estos en la vida de la gente de la calle ha sido más bien gracias a los medios tradicionales y su pasividad ante los acontecimientos acaecidos desde la manifestación del 15 de mayo.
Bien cierto es que las tecnologías de las que disponemos ofrecen un abanico de posibilidades de las que quizás no nos hemos dado cuenta hasta la llegada de la #spanishrevolution, y las declaraciones de algunos políticos pidiendo un control sobre las mismas denota que todavía les queda un largo camino por recorrer para ser comprendidas en su totalidad.
Mientras en otros países del llamado primer mundo la convivencia social con estas tecnologías está tan normalizada como ir a comprar el pan cada mañana, en nuestro país siguen con la etiqueta de “nuevas tecnologías”, y no parece que vayan a perderla a corto o medio plazo.