Las imágenes de las brutales cargas policiales se suceden como ríos de fotogramas en Internet a través de las redes sociales. Desde hace ya algunos meses las noticias del desalojo por la fuerza de manifestaciones pacíficas han caldeado los ánimos de forma on-line y en las calles, donde se veía como los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se ensañaban a golpes con más de uno y de una sin haber hecho para merecerlo.
La visita del Sumo Pontífice a Madrid, en el marco de las llamadas Jornadas Mundiales de la Juventud, ha desatado numerosas polémicas sobre la financiación de las mismas y cuánto de ellas ha salido de los contribuyentes españoles. Contra ello, numerosas asociaciones laicas convocaron concentraciones para pedir un Estado Aconfesional real: aquel en el que no se favorezca por encima de otras a la celebración de la fe de cualquier creencia.
Es cierto que España es un país que se declara mayoritariamente católico, pero también a la mayoría le ha sentado como una patada en sus maltrechos bolsillos comprobar que, mientras en Madrid el precio del transporte público subía un 50%, los peregrinos de la JMJ disfrutan de bonos con un 80% de descuento, algo muy superior al básico de turismo.
Pero las ventajas que las autoridades otorgan a estos numerosos turistas de la fe van más allá de lo puramente económico. Como se ha comentado, la Policía, bajo órdenes del político de turno, se ha llevado por la fuerza a la gente que se encontraba en Sol, abogando por un estado alejado de la religión vaticana, tras supuestos casos de “agresión” a los agentes, mediante lanzamientos de objetos a estos, de los cuales, no se han visto pruebas gráficas aún, siendo esto algo que no es precisamente anecdótico.
La legalidad cambia de cara ante lo siguiente: un vídeo en la página web de la Sexta muestra a “la juventud del Papa” celebrando un botellón de dimensiones considerables en una céntrica plaza de la capital. Especial atención a un joven que está haciendo sus “necesidades” frente a la fuente que allí se encuentra. A pesar de que hay presencia policial por todas partes estos días en la ciudad, un transeúnte comenta con la reportera el hecho, ambos atónitos, cómo nadie va a recriminarle el delito.
Aunque esto es solo la anécdota concreta del incumplimiento general de la ley: está prohibido consumir bebidas alcohólicas en la calle, y a pesar de ello, se hizo la vista gorda ante los ebrios creyentes (“Estamos borrachos del Papa” es una de las frases que se le escucha decir a uno de ellos). Otros, negaban la evidencia ante la cámara de televisión.
El enfrentamiento entre laicos y peregrinos, que en parte parece orquestado desde el propio Gobierno, ha dado muestras de que ambos no han actuado correctamente estos días. Pero lejos de las diferencias, la mayor evidencia de que la conversación es y ha sido posible es lo que en Twitter es Trendig Topic (uno de los temas más comentados): #jmj15m: una asamblea entre participantes de estas dos corrientes que ha demostrado que, si se quiere, las cosas se pueden hablar y dialogar.