Entonces no expresé mi opinión secreta de que a los pueblos no les corresponde el derecho a separarse, sobre la base de un nuevo Estado donde un montón de intelectuales provincianos del lugar se erigirán en grandes gobernantes, sembrando más atraso y barbarie en el mundo, sino el derecho a unirse. Lo que se necesita es una mezcla total de todos los pueblos, rechazar los prejuicios nacionalistas, "la sangre" y otras chorradas parecidas, en nombre de un mundo unido, incluso en nombre del cese de las guerras nacionalistas, solo por eso vale la pena mezclarse. Mezclarse biológicamente, poniendo en peligro las nacionalidades.
Eduard Limónov. Soy yo, Édichka. Marbot Edicones, septiembre 2014. De la traducción: Ana Guelbenzu. Diseño de cubierta de Xavier Carbonell.