Nuestros políticos son muy sui generis, tienen un alto nivel de moralidad teórica y una nula aplicación práctica. Son como los católicos, por eso ya lo decía Gandhi: Piensa como católico pero no actúes como ellos.
Si en México nos comportáramos conforme a las leyes plasmadas en nuestra constitución seríamos un ejemplo como el mejor país del mundo, sin embargo, la ley es letra muerta. Por eso se nos puede catalogar de inmaduros y corruptos, no hacemos lo que se considera vital para preservar el orden y fomentar el desarrollo.
Si bien es cierto, los hábitos alimenticios de nuestra raza distan mucho de ser los óptimos, al igual que con otros desordenes de la salud como el alcoholismo o la drogadicción no se combaten de manera correcta si se prohíbe el consumo. El ser humano es propenso a saborear con placer extra lo que se le prohíbe, es natural, queremos ser libres siempre y tomar las decisiones que nos venga en gana, y si algo lo prohíben estamos tentados a imponer nuestro libre albedrío, lo que no siempre es lo mejor para nosotros y los demás. Volvemos a la inmadurez.
Si el problema cotidiano es la falta de formación e información del mexicano promedio, ¿porque carajos nuestros diputados, senadores y miembros distinguidos del gobierno no se dedican a reforzar la educación?
Hagamos a un pueblo culto y que cada quien decida lo que se mete al cuerpo. De otra forma el precursor de los problemas es nuestra política y funcionarios chatarra.
La imagen es cortesía de el sitio Casa del Movimiento en Campeche