No olvides nunca que un niño que no experimenta el sentimiento de triunfo, que no puede percibir nunca la sensación de haber conseguido espléndidamente un objetivo, se sentirá muy probablemente inseguro y será mucho más difícil motivarlo para nada. A menudo no hacen falta grandes motivos para felicitar a los niños y si haces de ello una costumbre y lo aplicas con todos y todas no tengas ninguna duda que se entregarán mucho más fácilmente a cualquier reto que propongas.
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