Educación emprendedora

Por Pequelia @pequelia

Acabamos de leer un artículo que nos muestra un concepto de educación interesante, en el que no sólo se debe tener en cuenta el estudio y las buenas notas, también es conveniente plantar la semilla de la iniciativa, la actitud emprendedora que el día de mañana, junto a los estudios, puede desembocar en el éxito profesional. Introducir este concepto en los niños es muy importante hoy en día, no es como antaño, los hijos sacaban buenas notas y una carrera que les podía proporcionar una estabilidad laboral.

Los tiempos cambian, la sociedad, las necesidades e incluso los puestos de trabajo cambian, teniendo en cuenta estos hechos, los padres pueden trabajar educando y sembrando la semilla emprendedora para que el día de mañana sean capaces de crear sus propios trabajos, levantar negocios y ser quienes faciliten empleo a otras personas. Es un pensamiento que muchos padres tienen pero que sólo unos pocos ponen en marcha, brindar formación para ser emprendedor. El por qué ocurre tiene fácil explicación, muchos padres han recibido una educación tradicional y no saben cómo hacer aflorar en los niños ese potencial de iniciativa y emprendimiento.
No hay que forzar, esa es una de las reglas de la educación, simplemente hay que ayudar a que los niños puedan desarrollar poco a poco todo su potencial y capacidad, esto se logra facilitando las herramientas oportunas. Creemos que estas enseñanzas deben ser facilitadas por los colegios, institutos y universidades, sin embargo la base de una educación emprendedora se gesta en el propio hogar, y los padres debemos aprender a no ser un obstáculo en este camino. Todo el mundo nace creativo, a todos nos dan una caja de lápices de colores en la guardería, son palabras de Hugh McLeod, un dibujante y escritor con unas ideas muy claras y un mensaje muy directo.

La propuesta es una combinación entre el sistema educativo y lo que pueden brindar los padres, pero evitando que sean una imagen de nosotros o lo que nosotros queremos que sean, son pequeños prodigios con ideas y habilidades que hay que valorar ante todo. Javier Megias nos explica que muchas de las habilidades que permiten triunfar como emprendedores a los niños las traen de serie, y esto es algo en lo que estamos totalmente de acuerdo. Lamentablemente y retomando el tema, es nuestra formación la que representa un escollo en la mayoría de los casos, queremos una educación que se centra y trabaja en aquellos puntos en los que el niño peca y está por debajo de la media, en vez de eso, deberíamos fijarnos en la genialidad y los puntos positivos que se pueden potenciar.

Al respecto, el autor del artículo cita unas palabras de Albert Einstein, “Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”, es lo que ocurre con nuestros hijos y lo que termina conduciendo a la mediocridad y la frustración. No queremos extendernos más, pero si nos parece oportuno transcribir los puntos importantes para trabajar con los niños para que reciban una educación emprendedora:

1. Buscar y perseguir objetivos: Debemos enseñar a nuestros hijos a luchar por sus metas, y nada mejor que empezar enseñándoles a fijar sus propios objetivos y a perseguirlos… ya que nada mejor que pelear por los sueños de uno mismo para entender el valor de pensar a largo plazo y de esforzarse.

2. Cambiar los “no puedes” por los “¿puedes?”: Muchas veces la principal barrera como decíamos antes somos los padres, que con nuestra mejor intención evitamos que se lastimen, les decimos qué es posible y qué no, y sobre todo, nos pasamos el día diciéndoles lo que no deben hacer en lugar de ayudarles a descubrir y experimentar. Es mejor hacer que ellos tomen sus propias decisiones, haciéndoles reflexionar.

3. Tenacidad y cultura del esfuerzo: Una de las características clave que debemos potenciar en nuestros hijos es la resistencia a la frustración, demostrándoles que si se esfuerzan y son constantes acabarán consiguiendo sus objetivos… ya que dependen sobre todo de ellos. Y deben saber que para ello deben esforzarse y sudar, así que aunque nos cueste debemos evitar que aflore nuestra vena paternalistas y hacer las cosas por ellos.

4. Aprender a equivocarse: Otro de los temas que creo clave es no corregirlos cada vez que dicen que van a hacer algo sólo porque nosotros sabemos (o creemos que sabemos) que es imposible. Primero hay que dejarles equivocarse, y luego nunca jamás decirles “te lo dije”… sino “No te preocupes, no pasa nada. ¿Que has aprendido?”. Incluso es posible que nos den una sorpresa y consigan hacer lo que pensábamos que era imposible.

5. Encontrar sus propias respuestas: Nos hemos acostumbrado a explicarles a nuestros hijos cómo son las cosas, si dibujan un elefante verde con paciencia le decimos que el elefante está mal, que los elefantes son de otro color… lo que a la larga acaba socavando su propia imaginación y creatividad, como vemos en la genial historia la flor roja con el tallo verde.

6. Creatividad al resolver problemas: Es habitual que cada vez que el niño lance la más mínima pregunta sobre cómo funciona algo nos afanemos a responderle en detalle… lo que no les ayuda a pensar y sacar sus propias conclusiones. De forma similar, al enfrentarse con un problema no debemos darle inmediatamente la solución (lo más rápido y cómodo para nosotros), sino ayudarle a plantearse cómo se podría resolver. No le des las respuestas correctas, deja que el encuentre las suyas.

7. Desafiar su capacidad: Muchas veces la educación tradicional aburre profundamente a los niños, que se desmotivan con los métodos repetitivos y basados en la memoria. El espíritu emprendedor se fortalece a base de desafíos, juegos y competiciones… así que ayuda a tu hijo planteándole desafíos, por ejemplo, animándole a reconocer oportunidades buscando cosas que no funcionan bien (o lo podrían hacer mejor).

8. Predicar con el ejemplo: No sirve de nada que intentemos inculcar ciertos valores y actitudes en nuestros hijos si al final nosotros no los seguimos. Nuestros hijos son muy listos, y saben detectar perfectamente cuándo somos coherentes y cuándo no… así que predica con el ejemplo. Eso no quiere decir que tu tengas que ser emprendedor, sino que adoptes los mismos valores que intentas que él adopte.

Sólo nos resta recomendaros leer con detenimiento el artículo de Javier Megias, seguro que muchos padres se identificarán con los argumentos y conclusiones que proporciona.

Foto | Malakh Kelevra

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