Una de las cosas que considero importantes en la convivencia de una familia es el orden. Dentro de lo que cabe, claro. Convivir cuatro personas bajo un mismo techo no siempre es fácil, y aunque haya sitios delimitados para determinadas actividades, siempre puede haber algún malentendido y terminar hecho un caos.
En casa, todos los cuartos tienen su función: el cuarto de jugar para jugar, la habitación para dormir y leer, el salón para hacer puzzles, dibujar, hacer la tarea (es el sitio que tiene la mesa más grande), la cocina para comer y cenar...
Y siempre que acabamos de hacer algo, bien la tarea, bien un puzzle, recogemos antes de pasar a otra cosa. En eso si es cierto que soy un poco estricta. Pero si bien en el cuarto de jugar, les dejo un cierto margen para que tiren todos los juguetes por el suelo, -la petite se dedica a sacar los legos de la gran caja que tenemos para hacer una torre, pero no la puede hacer si antes no ha sacado a las muñecas minnie de su casa-, en otros lugares de la casa, no está permitido. Si queremos hacer bien las cosas, primero sacamos un juego, jugamos, y lo recogemos. Para después hacer lo propio con otro.
En el cuarto de jugar, al final del día, cuando toca la hora de la ducha, cantamos la canción que han aprendido en la guardería, y que nos facilita el orden. "A recoger, a ordenar, todas las piecitas en su lugar".
Para tener una vida ordenada y ser organizado con sus cosas, hay que aprender desde pequeños a recoger nuestras propias pertenencias, en este caso juguetes. ¿No os parece? Además, trabajamos otros valores, como compartir, respetar el bien común, o el turno de juego, la amabilidad y la perseverancia.
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