Educación fracasada

Publicado el 08 febrero 2011 por Abel Ros

Con un porcentaje de abandono escolar superior al 30%, informe reciente de la Comisión Europea, y una Tasa de Paro juvenil del 40%, tenemos el binomio perfecto para liderar los titulares de prensa con la etiqueta; “los alumnos menos aventajados del marco educativo y laboral europeo”.
Desde la crítica, nos vemos con la responsabilidad de preguntarnos en voz alta: ¿qué está pasando con la educación española para que dupliquemos la media europea y nos situemos al nivel de Portugal y Malta, en el ranking de los fracasados?.
Ante una generación perdida, o más conocida en la jerga sociológica como la “generación ni ni”, aquella que ni estudia ni trabaja; las perspectivas del crecimiento económico para los próximos años están claramente cuestionadas.
En una sociedad monopolizada por una “tele basura”, un sistema educativo indisciplinado, y unos adolescentes insertos en la “cultura del click” y el mando de la “play”, es de recibo pensar que tenemos el dato estadístico que nos merecemos.
La educación de los hijos ha sido delegada, en la última década, a los abuelos y abuelas, que a su vejez han vuelto a ejercer el “rol de padres” que habían olvidado.
Estamos ante hijos que la única comunicación que tienen con sus padres es el “buenos días” de la mañana. Adolescentes que se comunican con sus padres a través de “notas pegadas en la nevera” y sms escritos con enormes faltas de ortografía.
Alumnos/as que sus horas de estudio en casa, son suspendidas por sesiones de “messenger”, visitas a “tuenti”, y canciones de “Lady Gaga”.
Nos hallamos ante un sistema educativo integral, cuyos valores se centran en el “aprendizaje cooperativo”, en contraste con una sociedad marcada por el individualismo liberal y la cultura del “tanto tienes tanto vales”.
Tenemos un colectivo de profesores/as que en pleno siglo XXI imparten, en muchos centros de la Comunidad Valenciana, su docencia en “barracones”, desprovistos de todo poder de autoridad y reemplazados y cuestionados por las fuentes, en ocasiones poco fiables, de internet.
Sin instituciones que coordinen y sintonicen la variables laboral y educativa para corregir el paro estructural juvenil, es correcto inferir que la generación “ni ni”, ¡aquella que trabajará hasta los 67!, probablemente no podrá garantizar la sostenibilidad del sistema y los niveles de crecimiento económico, exigidos por la señora Merkel.