Hace unos días os hablaba de un episodio de la serie Redes, de Eduard Punset, educación emocional desde el útero materno. Contaba los resultados de un estudio, la importancia de la figura de la madre, de la mujer, desde el momento de la concepción, etc.
Mi conclusión a todo este estudio, y mi reflexión posterior, fue que nuestro papel como mujeres y como madres es importantísimo. Nuestra figura es insustituible. Y sobre todo que debemos concienciarnos desde el mismo momento que concebimos a nuestro hijo, que llevamos un ser en nuestro interior que depende absolutamente de nosotras, que su bienestar es fruto de nuestros actos.
Hubo algunas mujeres que sintieron y comentaron que eso podía hacer sentir mal a la madre, o que culpaba a la madre de cualquier fracaso posterior de su hijo. Me sorprendieron esas respuestas. Me sorprendieron porque nuestro cuerpo, como mujeres que somos, está preparado para crear y albergar vida. Todo lo que hagamos en ese periodo de tiempo, en esas 40 semanas de gestación, obviamente afectará directamente a nuestro hijo. Compartimos un espacio, nuestro cuerpo, con lo cual cualquier cosa física o fisiológica es evidente que les afectará. Si tenemos estrés, se genera una reacción fisiológica (se genera cortisol), qué lógicamente afectará al bebé.
Mi opinión es que la sociedad en la que vivimos ha devaluado mucho el papel de la madre y la importancia de la maternidad. Una mujer, desde su tierna infancia es educada hoy en día para triunfar, para ser una persona de éxito, trabajar, estudiar, valerse por sí misma. Pero curiosamente no se educa a la mujer para ser madre, porque eso parece sexista, eso parece arcaico, atrasado. Si una mujer educa a su hija para ser madre será rápidamente criticada. Se la debe educar para ser una mujer trabajadora, competitiva, lo que se llama "una mujer de hoy", una "nueva mujer". Y pregunto yo, ¿una mujer parecida a un hombre?.
Me preocupa que se haya desterrado la educación maternal, la educación de lo femenino. Parece que eso es secundario. La maternidad se ha convertido en secundario. Una mujer debe primero, estudiar, después trabajar y alcanzar un status y ya luego, si le queda tiempo y su carrera se lo permite, ser madre.
A mi esto, me parece mal. Yo así lo he hecho, y por eso, precisamente por eso digo que me parece mal. Mis padres me educaron para ser una mujer independiente, trabajadora, competitiva. Pero mi madre no me enseñó nada de mujeres, no me enseñó a ser madre, no me enseñó la importancia de lo femenino, no me enseñó el arte de ser mujer. Curioso, cuando mi madre lo dejó todo cuando se quedó embarazada de mi.
Ha sido ahora, con el paso del tiempo, cuando yo me he convertido en madre, cuando he dado un giro a mi vida cuando mi madre y yo hemos hablado de mujer a mujer, hemos compartido cosas.
Muchas mujeres hoy están convencidas de que la maternidad es un lastre, que no se puede ser madre joven porque se perderían muchas cosas. Cuántas veces habéis oido ante una mamá muy jovencita eso de "pobre, ha desperdiciado su juventud". ¿¿¿Cómo???. O cuando una adolescente se queda embarazada decir aquello de "qué desgracia, pobre familia".
Yo no digo que las adolescentes deban ser madres, ni que una mujer deba centrar sus energías desde muy joven en la maternidad. Digo que no debemos empequeñecer algo tan hermoso como es poder crear una vida.
Una mujer ha de estar preparada física y emocionalmente para ser madre, al menos eso es lo deseable. Ha de ser consciente de su papel, de la importancia del acto de dar vida, de la importancia de albergarla y parir.
Ser madre y ser mujer, es un don, un regalo. No lo devaluemos.