Educación sexual sesgada

Publicado el 31 enero 2011 por Taguirre
Con el arzobispado de Valencia hemos topado de nuevo, amigo Sancho. Es de sentido común que la solidaridad en una persona y ser o no ser buena gente depende en gran medida por la educación recibida en nuestra juventud, sobre todo en esos periodos raritos de pubertad y adolescencia donde la personalidad de uno se hace y se transforma. Las clases de educación sexual en nuestros institutos, hablo de los de la Comunidad Valenciana (por lo menos que yo sepa) vuelven a estar en el punto de mira del arzobispado de Valencia. Primero, el año pasado apartaron a los sanitarios como docentes formados para la ocasión de la formación sexual de los jóvenes, luego fueron los contenidos, más peligroso esto si cabe. Los brazos obsoletos de la doctrina cristiana abrazan hasta ahogar y condicionar las decisiones de la Dirección General de Sanidad, encargada de tener a punto a los que luego darán clases de educación sexual a los jóvenes. Los sexólogos y psicólogos, profesionales de la planificación familiar en nuestros ambulatorios (personal este idóneo para formar a los jóvenes en esta materia, por cierto) enseñan, mas o menos obligados, a psicopedagogos que serán los encargados de impartir las clases de educación sexual en los institutos aunque ni siquiera ellos mismos lo saben aún ya que estos cursos se los han vendido como formación complementaria y enriquecedora para sus currículos...Le corresponderá a Educación el decirles de golpe y porrazo que serán ellos los encargados de enseñar educación sexual en los centros. En fin, la transparencia como siempre en un primer plano en esta comunidad. Pero lo grave de este asunto es que el temario obligado, a impartir a estos futuros formadores de jóvenes en materia de sexo, es de vergüenza ajena. No se puede hablar de masturbación, ni de homosexualidad ni de interrupción voluntaria de embarazo. Temas vetados veladamente por el arzobispado valenciano auspiciado por las recientes criticas feroces de B16 contra la educación sexual y cívica que se da en algunos países europeos. No se puede permitir que la iglesia se imponga en algo tan importante como la educación sexual de los adolescentes. ¿Cómo pretendemos tener una juventud sana mentalmente cuando no se educa en la igualdad, la solidaridad, la tolerancia y el respeto al diferente?, y lo más triste ¿Cómo se puede obligar a unos profesionales a impartir un temario sesgado, homófobo y tan alejado de la realidad social con el beneplácito de los que gobiernan esta Comunidad, dicen pensando en el bienestar ciudadano. Las consecuencias de esta educación sexual sesgada e intolerante y desinformativa serán terribles.