Hay diferencias muy grandes en la forma en la que nos educaron a nosotros y la forma en la que estamos educando nosotros a nuestro hijo. Al menos en mi núcleo familiar. Y por lo que veo en otros entornos similares al mío. Educando antes, educando ahora es una pequeña guerra interminable entre padres y madres de distintas generaciones.
Educando antes, educando ahora…
Puede que no haya ninguna diferencia en lo que los padres queremos: lo mejor para nuestros hijos. Pero lo que nos dicen que es lo mejor va variando según descubrimientos, modas y también gracias a la evolución de las nuevas tecnologías.
Con todo eso, lo que hace un padre ahora y lo que hará uno dentro de 10 años puede ser muy diferente, no hace falta saltarnos a la generación de nuestros padres, pero es con la que me gustaría hacer la comparación.
Educados por otras manos.
Quien más y quien menos, en general, ha tenido la figura de su madre bastante presente en su educación. Porque antes no se llevaba tanto eso de que trabajaran los dos en la pareja. Y si lo hacían, entonces había una abuela o una tía, normalmente un pariente femenino (no olvidemos que las mujeres por mucho que corra el tiempo seguimos encargándonos en su mayoría de los trabajos de cuidados).
Ahora suelen trabajar los dos en la pareja y se suele tirar más de guarderías o cuidadoras externas a la familia que son remuneradas. Ahora los peques son educados por otras manos que no son las del núcleo familiar.
Educados con tecnología.
Para cuando las videoconsolas o los ordenadores llegaron a nuestras casas, ya teníamos una edad. No éramos recién nacidos.
Ahora hay canales de Youtube con distintos tipos de estimulación según los meses del bebé que podemos poner directamente en la televisión desde internet con nuestros móviles. Incluso puedes pedirle a Alexa que lo haga por ti.
Dicho así parece sacado de una novela de ciencia ficción, pero lo más que podían ponernos nuestros padres era lo que estuvieran echando en la TV en ese momento, y estaba mal visto porque lo llamaban la “caja tonta”.
Educados sin tribu.
Al menos en mi familia de origen, las reuniones familiares eran continuas. Si no era por un cumpleaños era por el de otro. Hacíamos visitas al pasar por al lado o simplemente picabamos al telefonillo para saludar. Vivíamos cerca en el mismo barrio y eso se dejaba notar.
Ahora con el tema de los alquileres y la dificultad de independizarse nos hemos diseminado y llevamos una vida tan ajetreada que es difícil hacer un hueco para ver a la familia.
Con la distancia es más difícil “tirar” de la familia cuando los necesitas para recoger al peque del cole, así que coges a esa persona externa y remunerada con la que no haces tribu, porque es tu empleada. Si no vas a recoger al peque al cole es difícil conocer a los otros padres y madres de los demás niños. Tener ese grupo de referencia que te ayude en ciertas etapas del crecimiento de tu peque, que comprenda por lo que estás pasando.
Aunque por suerte podemos contar con las tribus virtuales.
Educados sin violencia.
Antes te educaban todos. Tu tío podía decirte que te iba a soltar una hostia sin despeinarse. Y si a tus padres les parecía razonable hasta le daban la razón. No llamaba la atención un comentario de este tipo.
Ahora aunque sea solo por comentar algo acerca la violencia física contra los niños puede caerte una buena bronca. De hecho yo he increpado a ese mismo tío que ha dicho de “soltar una hostia” con un “a verla”. Cuando jamás he sido de las niñas o personas contestonas. Pero no permito que se ejerza ningún tipo de violencia contra mi hijo.
Educados en la emocionalidad y el respeto.
Antes las emociones eran algo que debía ocultarse. Esa frase tan escuchada del “no llores”. No puedes estar triste. Hay que estar contento. Dale un beso a la tía Pepi. No seas tan tímida. Cómete todo lo que hay en el plato o acabarás en el armario de las escobas.
Ahora tenemos al monstruo de colores y cien mil recursos más para aprender sobre emociones. Sabemos de varias formas de educar que son respetuosas con el niño como Montessori o la disciplina positiva.
Educando antes, educando ahora…
Hay cosas que me gustaría que fueran como antes. Como por ejemplo la cercanía que tenía con mis familiares, todos prácticamente en el mismo barrio, yendo al mismo colegio que mis primos. Hacíamos piña y estábamos unidos.
Por otra parte hay cosas que me gustan más de ahora como el respeto a las emociones y a los intereses de los niños. La disminución de la violencia que se tolera para ellos.
Todo esto claro, desde mi punto de vista. Que puede ser totalmente distinto del de cualquier otro padre de otra o de mi misma generación. Porque muchos de mi generación piensan como la antigua a pesar de todo lo que ha evolucionado la crianza y lo que podemos llegar a saber y aprender para tratar a nuestros hijos de la mejor forma posible para que crezcan felices y contentos.
¿Y tú cómo educas?