2- Enseñarlos a negociar- Para que aprendan que nada resulta gratuito y que conseguir algo, implica tener que hacer algo a cambio. Si el niño quiere determinado regalo por su cumpleaños, es bueno que entienda que sus padres van a tener que hacer un esfuerzo importante para poder satisfacerle, por lo que no esperarán menos esfuerzo por su parte (tendrá que sacar buenas notas, arreglar su habitación cada día o colaborar en cualquier otra tarea doméstica).
3- Darles la oportunidad de tomar sus propias decisiones – Con ello se sentirán más seguros de sí mismos a la hora de poder escoger la ropa que se van a poner cada día, la actividad extraescolar que van a realizar a partir del siguiente curso o si prefieren ir al cine o salir con sus amigos en bici. Pero también serán más conscientes de sus errores, cuando la decisión no haya sido la más acertada.
4- Fomentar su seguridad, respaldándoles las buenas ideas – Hay niños y niñas muy inteligentes o hábiles en determinadas competencias, pero que no tienen el convencimiento de serlo. Bien por timidez, o por miedo a equivocarse o a hacer el ridículo delante de sus compañeros, no se ven capaces de dar rienda suelta a sus ideas. Cuando se da esta situación, siempre hay que animarles a que pierdan ese miedo y a que crean más en sus posibilidades.
5- Escuchar su opinión – Es bueno permitir que los niños participen en la toma de decisiones importantes en la familia. Si bien es verdad que, para afrontar determinados asuntos, por su complejidad, la opinión de los niños casi nunca resultará relevante, también es cierto que dejarlos al margen les llevará a sentirse excluidos de alguna forma. Siempre es bueno que opinen, para que se sientan útiles, aunque finalmente no tomemos la decisión que ellos habrían apoyado.
6- Enseñarles a ser independientes- Tengan la edad que tengan, es importante aprender a dejar de verlos como a bebés indefensos e ir demandándoles cierto grado de responsabilidad sobre sí mismos y los asuntos que les atañen en función de la edad que vayan alcanzando. Dedicir, negociándolo siempre con los niños, a partir de qué edad han de empezar a vestirse solos, hacerse su cama, recoger sus ropas y sus juguetes, empezar a ir y volver solos del colegio, hacer pequeños recados, etc. Todo ello para que entiendan que tienen derechos, pero también obligaciones y que madurar implica ser capaz de no depender de que otros te lo hagan todo.
7-Nutrir su conocimiento- Al margen de estar pendientes de su buen aprovechamiento escolar, es bueno estar alerta y saber detectar las capacidades en las que destacan los niños para fomentar que las desarrollen de forma más óptima en actividades extraescolares o procurándoles que tengan acceso a los materiales de los que precisarían para profundizar más en determinados conocimientos o habilidades.
8- Motivarlescada día- Un reto difícil, porque la vida tan ajetreada que llevamos no siempre nos permite disponer de todo el tiempo que querríamos dedicar a esos niños y, a veces, los nervios y las prisas nos hacen decirles cosas que no querríamos decirles en realidad. Pero hemos de tratar de evitar las frases que puedan tener connotaciones negativas en los niños. Decirle a un niño que no sirve para algo es como sentenciarle a que se crea un perdedor. Asimismo, tampoco es nada positivo optar por la postura contraria y hacerle creer que puede hacer cualquier cosa cuando en realidad sabemos que no es así. Lo ideal es que aprendan a condicionar los logros (siempre que sean objetivos) con el esfuerzo personal.
9- Fortalecerlos para que puedan enfrentar las burlas y las críticas- La burla y la crítica son tan antiguas como la especie humana. Por mucho que se insista desde el ámbito educativo y desde las propias familias en educar a los niños en la empatía, en el respeto, en la cooperación y en la igualdad, la realidad sigue escupiendo ejemplares que no se ajustan a esos valores deseables y muchos otros niños sufren las consecuencias. Es primordial enseñarles a los niños a hacer oídos sordos de esos ataques que no se sustentan en otro argumento que el de la envidia o el hacer daño gratuitamente. En cambio, deben aprender a tener muy en cuenta los argumentos de la crítica sana, la crítica constructiva, porque les puede ayudar a mejorar y a seguir progresando en la buena dirección.
10-Predicar con el ejemplo- La mejor manera de enseñarle a un niño a comportarse cómo creemos que es debido, es adoptando nosotros mismos ese comportamiento que esperamos ver en ellos. Bien es sabido que aprendemos por imitación. Por muy buenas palabras que utilicemos para explicarles cualquier norma o cualquier supuesta lección de vida, si luego resulta que, en la práctica, estamos haciendo justo lo contrario de lo que les estamos pidiendo que hagan, acabarán haciendo lo mismo que nosotros.
Vistas estas 10 premisas, el EMPODERAMIENTO puede resultar una buena estrategia para fomentar la madurez de los niños, convirtiéndolos en personas independientes y productivas. Pero nunca debería ir de la mano de la sobreprotección paterna, porque entonces deja de tener un sentido positivo para convertirse en mero DESPOTISMO.Ningún padre debería tolerar que sus hijos traten de ocupar su lugar en la jerarquía familiar. Que se les subleven como insoportables dictadores que se nieguen en rotundo a acatar las normas que les imponen sus padres y que acaben implantando ellos las suyas propias. Cuando se le pierde el respeto a los padres de esa manera, ¿qué clase de respeto van a tenerle a sus profesores o a cualquier figura que represente alguna autoridad?Permitir que los niños se salgan con la suya de esa manera es convertirlos en personas del todo indeseables que lo tendrán muy difícil para encajar en cualquier tipo de sociedad.Dejemos de quejarnos ante ellos de lo que a nosotros nos faltó de pequeños y ellos tienen la inmensa suerte de poder disfrutar. No menospreciemos tan a la ligera el legado que nuestros padres sí supieron transmitirnos y que sería el mejor regalo que podríamos ofrecerles a nuestros hijos: el ser capaces de vivir con menos, pero disfrutar más intensamente de las cosas y de las personas, el saber ponernos en el lugar de los demás, el respeto hacia nuestros mayores, la capacidad de mantenernos firmes y determinados a la hora de luchar por algo, la perseverancia, la resiliencia, el altruismo o tantas otras buenas cosas que han contribuido a hacernos mejores personas.Si queremos a nuestros niños, no les hagamos creer que son príncipes ni princesas, porque entonces nos creerán reyes y omnipotentes y, cuando les neguemos algo, nos atacarán sin piedad. Porque no querrán entender que no disponemos de más recursos, que somos simples trabajadores que tienen un montón de facturas a las que hacer frente cada mes y que el dinero no nos llueve del cielo precisamente.Enseñémosles que son hijos de esos trabajadores normales y corrientes que no pueden comprarles todo lo que piden, pero sí pueden procurarles toda la seguridad, todo el amor y todos los valores que necesitarán para hacerse PERSONAS RESPETABLES.Los bienes materiales se estropean, pasan de moda, caen en la obsolescencia. Los valores de los que nos nutrimos las personas permanecen mientras vivimos e incluso después de nuestra muerte, en la memoria de quienes nos han querido y respetado.
Estrella Pisa Psicóloga col. 13749