Está claro que no se deben hacer distinciones por sexo, raza o religión. Todos somos personas.
Hasta aquí bien pero, como madre, no creo que deba educar a mi hijo en lo que muchos llaman igualdad. NO todos somos iguales y, aunque si tengamos los mismos derechos, no se nos puede catalogar a todos por igual. Me parece fundamental para su desarrollo que sepa que la riqueza no está en la igualdad, si no es la diversidad y, por lo tanto, en la tolerancia.
Muchas veces, hablando con amigos y conocidos sale la frase: "nadie es más que nadie". Falso.
Siempre habrá alguien más bueno, más alto, más guapo, más feo, alguien que haga mucho más que tú por el bien social y eso le convierte automáticamente en mejor persona. Los habrá que hagan daño de forma intencionada, los habrá que trabajen mucho más y mejor que otros, los habrá más listos y también menos, más cultos, mas ignorantes, que vean mejor, oigan menos, corran más y con esta lista podría seguir años y años.
Siempre habrá un "más" (para bien o para mal) y un "menos" al que enfrentarse, siempre habrá alguien mejor y alguien peor. No es su raza, no es su sexo, es su persona y las hay buenas y malas. Esto es un hecho.
Quiero, deseo y espero, saber educar a mi hijo en la diversidad, educar en tolerancia, en el trabajo por llegar a cumplir metas, en la administración de la frustración y en su inteligencia emocional para enfrentarse a un mundo de "más y menos". Que él será más que muchos, pero también será menos que otros tantos y eso es fantástico, eso enriquece y aporta valores básicos para enfrentarse a la vida.
Ojalá en un futuro vea al que hoy es mi pequeño como un adulto tolerante, libre de cualquier frustración por no ser el mejor en todo, feliz con lo que tiene pero luchador y trabajador para conseguir mejorar su vida y la de los demás.
Me gustaría ver cómo vive en un mundo en el que no hay que luchar por la igualdad, si no por el respeto hacia la maravilla de la diversidad.