Edwin, la Barbara y Cristian. Una biografía Hipotética
Adriana Goñi Godoy
20 noviembre 2024
Una biografía Hipotética
Un día mi nieto me pregunto: ¿qué habría sido de ti y de mi mama si no hubiera habido Golpe de Estado? Esa pregunta, hace muchos años atrás la respondí adecuando mi respuesta a un niño de 12 años.
Hoy, que, escribiendo estas letras para Vicente Vallejos, estudiante de periodismo que me entrevisto porque desarrollan un trabajo que consiste en crear un perfil periodístico para el Electivo de Formación Básica: Trayectorias de víctimas de desaparición forzada en Londres 38. Contribuciones a la verdad y justicia, bajo el contexto del Plan Nacional de Búsqueda y con el acompañamiento del profesor Dino Pancani. Vicente me explica que en este electivo nuestro objetivo es elaborar perfiles a víctimas de desaparición forzada durante dictadura, con el fin de contar sus historias desde lo humano. ¡En el electivo me encuentro realizando el perfil de Edwin Van Yurick…y como me podia negar!
Edwin, para mí el Pelao y la Barbara y Cristian Van Yurick, el Flaco, son tan parte de mí, de mi historia, de mi memoria, de mi cotidianidad como lo son mis amigos hoy viejos como yo.
He acumulado escritos, cartas, informaciones de la Web, expedientes, fotografías, poemas donde tantos relatan las vidas y la desaparición de Edwin y Barbara y nunca he perdido el contacto con el Flaco, con su exmujer sueca, Ebba, con sus hijos e hijas y tambien conozco, ¡gracias, Instagram y WhatsApp! A sus nietos y nietas.
Son, como me dice Vanja, su hija, mi familia sueca. Este permanente interactuar con ellos, este conocer lo que vivió Cristian, desde el día que nos separamos en septiembre del 73 y en los tantos encuentros que hemos tenido a lo largo de los años en distintos territorios, me hizo pensar, con dolor, que habría sido de Edwin y Barbara si no los hubieran matado despues de torturarlos y desaparecido hasta hoy.
Y como en un espejo miro la vida de Cristian y me da por pensar que Barbara habría tenido su hijo o hija, porque dicen que estaba embarazada. Edwin y Barbara hoy serian padres de 70 años, probablemente, como lo es Cristian, y abuelos, y tíos de los 6 hijos del Flaco. Vivirían en Suecia, con su hermano y sobrinos o en Inglaterra, donde habrían llegado si no los matan, porque los Van Yurick eran descendientes de británicos y cuando Cristian fue liberado de prisión fue extraditado al Reino Unido.
No es fácil traer a mi presente los dias vividos con los Van Yurick…por supuesto que duele y dolerá siempre, pero aun escucho las risas del Pelao y la Barbara jugando con mis hijos en El Arrayan; escucho la voz insistente de Edwin pidiéndome la citroneta y yo respondiendo que no puedo porque tengo que entregar los Rebelde, tarea impostergable. Claro, el enseguida ofrece repartirlos él y yo, con múltiples tareas domésticas, políticas, de estudio terminaba aceptando.
Por años me devoro la culpa desde que detuvieron a Edwin y Barbara porque pensaba que la causa había sido este delegar en esa tarea partidaria. Yo, una mujer de 27 o 28 años, madre de cuatro niños, me dejaba convencer por un crio de 20 años que quería manejar mi citroneta…
Todos éramos militantes, pero nadie sabía acerca de las tareas o acciones políticas del resto. La compartimentación era estricta. Éramos un puñado de jóvenes que compartían sus vidas, su amistad, nos apoyábamos, nos queríamos y construíamos un mundo nuevo, lleno de expectativas y complicidad.
Conocí a Cristian Van Yurick en la universidad de Chile. Éramos compañeros en la carrera de antropología y nosotros, más Enrique John, éramos los tres miristas de nuestra escuela.
Nos hicimos muy cercanos durante la campaña por la presidencia del Centro de Alumnos, donde yo era candidata. En la universidad de los años 70, ya sabemos que la actividad política, las asambleas, los debates, las reuniones eran permanentes y entre las clases, las salidas a terreno, la militancia de cada uno en los diversos frentes y la familia- teníamos hijos- conformaban un apretado y estrecho vínculo entre nosotros.
Yo vivía con mis hijos en una parcela en El Arrayan y normalmente terminábamos nuestros dias- los Van Yurick, Barbara, Enrique y yo- recostados en el pasto, bajo un nogal, tomando litros de café, consumiendo cigarrillos y sándwiches hasta que uno de nosotros debía partir a una clase o una reunion y entonces eran Edwin y Barbara, los más chicos, quienes se quedaban con mis hijos jugando futbol o metidos en la piscina.
Y llego el 11 de septiembre de 1973.
Enrique, que ya era mi compañero, se asilo en la embajada argentina; de los Van Yurick y Barbara no supe nada hasta que cayeron detenidos, lo que me enteré en Buenos Aires, donde me fui con ms hijos.
Cristian me había juramentado que cuando cayera el me llevara a Argentina a su compañera, Eugenia Julis y a su hijita de 18 meses, la Francisca.
Asi lo hice y ellas vivieron con nosotros en Olivos, en Buenos Aires.
Cristian salio en libertad y extraditado a Gran Bretaña y fue en la ciudad de Hull donde me reencontré con él, que había sufrido un grave accidente laboral- trabajaba probando paracaídas y uno no se abrió- y fue en esa ciudad, en una pieza misera y helada donde vivía que me relato lo vivido en los centros de detención y tortura donde estuvieron.
Mi amigo-hermano, el Flaco, ya no era el mismo.
Mucho años después Cristian me pidió un testimonio a modo de certificado, me imagino que, para algún juicio, y en este documento exprese:
Soy testigo del daño personal y familiar de Cristian Van Yurick Altamirano
“Ante quien lo requiera, declaro y testifico que conocí a Cristian Van Yurick Altamirano siendo compañeros en la Universidad de Chile, en la carrera de Antropología, donde entablamos una amistad con él, con su hermano Edwin Van Yurick, y su esposa Barbara Uribe, su cónyuge Eugenia Yulis, así como con su madre Ruth Altamirano y su padre Francisco Van Yurick de avanzada edad.
Cristian, Edwin y Barbara eran jóvenes sanos, alegres, felices y solidarios que además de compartir en actividades estudiantiles, políticas, sociales fueron de gran apoyo a mi grupo familiar compuesto por mí y cuatro hijos pequeños, que ellos en muchas ocasiones cuidaban para yo poder estudiar.
Después del Golpe de Estado, de la prisión política y tortura de los hermanos Van Yurick y de Barbara Uribe, recibí a la cónyuge de Cristian, Eugenia Yulis y a su pequeña hija de 1 año y medio, Francisca Van Yurick Yulis en mi casa en Buenos Aires durante mi exilio en Buenos Aires. La madre y la hija vivieron aproximadamente un año conmigo y mis hijos en esa ciudad.
En el año 1980 viajé a la ciudad de Hull, en el Reino Unido, donde vivía Cristian una vez extraditado a ese país, donde me recibió en su domicilio, una pieza de extrema pobreza.
En esa ocasión pude constatar que el estado de salud física y mental de Cristian Van Yurick había sufrido un enorme deterioro. Su relato de las torturas sufridas por él y por su hermano, que condujeron a este a la muerte y la desaparición de Barbara su cuñada, sumado a la separación de su conyugue y su hija a consecuencia de su situación de preso político y torturado y la enfermedad terminal de su madre conformaron un cuadro de severa depresión en Cristian.
Posteriormente, en los años 90 y 91 estuve con él en Suecia, ciudad de Gotemburgo, donde había formado una nueva familia con la joven sueca Ebba Hermelin con quien tuvo dos hijos, Edwin y Vanja.
Soy testigo de los trastornos de conducta experimentados por Cristian y supe por su pareja Ebba Hermelin, de la extrema violencia que él manifestaba en la relación familiar, manifestándose expresiones patológicas de ira y descontrol.
Posteriormente estuve con Cristian y su tercera pareja, también sueca y su pequeña hija Matilda en casa de sus padres en Santiago de Chile, donde él compartió los últimos tiempos con su madre Ruth, ya en silla de ruedas y afectada de un cáncer terminal, que ella me manifestó era producto del sufrimiento pasado por el asesinato y desaparición forzada de su hijo Edwin y la prisión política y tortura de su hijo Cristian.
Posteriormente, Cristián vino a Chile a testimoniar en juicios contra los torturadores, siendo conocido el hecho sucedido en tribunales donde atacó a Miguel Kassnoff propinándole una golpiza, en un acto de descontrol de la ira.
He mantenido un contacto con Cristian, con Ebba Hermelin y sus dos hijos; con los tres hijos nacidos de su tercera pareja por medios electrónicos y en sus viajes a Chile, y en base a esta relación permanente y prolongada puedo afirmar que en su familia nuclear y en sus seis hijos y en su cónyuge Ebba Hermelin se produjo un daño de proporción tal que ha impedido hasta el presente la mantención de vínculos permanentes de pareja, el arraigo en la sociedad de origen en Chile y una difícil inserción en el país de acogida.
Este daño que afectó a Cristian Van Yurick y a sus descendientes hasta la tercera generación se manifiesta hasta el presente de forma transgeneracional, con consecuencias permanentes.
Testifico que lo expresado se basa en el conocimiento directo de este grupo familiar por más de 40 años y en mi experticia como antropóloga y diplomada en Intervenciones psicosociales en situaciones de Catástrofes y Violencia Política.
Adriana Goñi Godoy
RUT 4.485.502-K
German Casas Cordero 7112 La Reina Santiago
adrianagonigodoy@gmail.com
Lic. Antropología mención Arqueología Universidad de Chile
http://www.imagenesparamemoriar.com
Nosotros, los jóvenes de los 70. Resistentes y Resilientes
Extracto de mi libro inédito Hij@s. Las Memorias Prestadas
La Bárbara Uribe y el Edwin Van Yurick- el Pelao, hermano del Cristian – el Flaco, y la Eugenia – la Flaca, Enrique y yo éramos un grupo desigual.
El Edwin y la Bárbara están desaparecidos
Ellos eran los más jóvenes y nosotros los ancianos de 29 años. La Bárbara y el Edwin esperaban su primer hijo; El Flaco y la Flaca tenían a la Panchi, de algo así como un año y medio; entre Enrique y yo juntábamos ocho hijos, (los tuyo y los míos,) los más grandes de 10 años y los menores, la Carolita de cinco y el Harolito, de casi tres.
Estudiábamos en la Chile, en Antropología nosotros dos y Cristian. No recuerdo qué o donde estudiaban los cabros más jóvenes, pero si busco en Internet, en las páginas donde aparecen los presos políticos torturados y las mujeres desaparecidas embarazadas lo encontraré.
Éramos estudiantes, trabajadores y padres-madres militantes.
Éramos miristas.
Enrique entró a la Universidad mediante el programa PST, promoción superior para los trabajadores, o algo así, que permitió, durante la Unidad Popular, acceder a estudios superiores a quienes trabajaban. Cristian Van Yurick (creo venía de la U de Concepción…tengo que preguntarle, porque él sobrevivió al horror y hoy vive en Suecia con cinco maravillosos hijos y la Panchita que creo vive en Londres…).La Flaca estudiaba Historia, en el Pedagógico, como nosotros.
Tantas veces nos reunimos en casa de los padres de Cristian y Edwin, en largas tardes de conversas y onces que doña Ruth, diligente y orgullosa de sus pollos preparaba contenta. Don Pancho, padre anciano, nos miraba sonriente…
Se me estruja el corazón al recordar a la señora Ruth en los tiempos en que buscaba a su hijo menor y a Bárbara, su nuera, con Cristian preso y ferozmente torturado. Allí la agarró el cáncer, la maldición de nosotros, que transformamos el dolor y la pérdida en muerte lenta. La voz de la Ruth en Detención de Edwin Van Yurick Altamirano y su esposa Bárbara Uribe Tamblay.
Ruth Altamirano madre Van Yurick
Leer en https://asiloviviyo.wordpress.com/…/nosotros-los…/