- Luchar contra el colonialismo, la sumisión y la explotación
- Cuba, la tentativa por la desestabilización desde adentro
- Washington, la intentona golpista: Venezuela, Ecuador, Brasil
Salvador González Briceño.-- Un asunto de “estrategia” de un imperio decadente, el de Estados Unidos (EU), que da coletazos y aun así se resiste a morir. Sigue “trabajando” al modo como lo sabe hacer: imponiendo sus políticas por el mundo para conseguir sus fines, en un plazo de tiempo de unas pocas décadas, de unos cuantos años. Valga decir, con políticas redefinidas o rediseñadas desde los autoatentados del 11 de septiembre 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York para acá.
Solo recuérdese que en América Latina a EU no le cuaja la idea del “terrorismo”, para con ese pretexto de “falsa bandera” atacar interviniendo a los países. Como le funcionó en Irak y en Afganistán, para apoderarse del control energético y las drogas. No. Pero le funciona a la perfección la “guerra contra las drogas”, en aras de la cual está controlando el negocio, a la vez que militarizar aquellos países como Colombia y México, sentando las bases para la desestabilización. Con ambos países, sobre todo con este último, le está funcionando muy bien la perversa “guerra antidrogas”, a la sombra de la “ayuda” del “Plan Mérida”.
Valgan algunos ejemplos de dicha estratagema:
1.- Los planes de defensa de los intereses de empresas estadounidenses generan situaciones de crisis desestabilizando a los gobiernos “no afines” en Latinoamérica, como sucede en los casos de: Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, etcétera. Los países tienen, pueden y deben buscar sus propias vías para salir del atraso, hacer y aplicar sus mejores políticas económicas. Dar al traste con cientos de años de colonialismo, explotación y sumisión.
2.- Utilizando igualmente planes desestabilizadores, pero a un paso más lento (estilo “guerra de baja intensidad”, por otros medios), con aquellos gobiernos que son “aliados”, Estados Unidos los desestabiliza pero al mismo tiempo los utiliza como trampolín contra otros que intentan mantener una relativa “autonomía” o independencia en sus políticas internas. Países sometidos o controlados como México, Colombia y Perú, donde avanzan los planes de desestabilización imperial; otros como Honduras y también Colombia (ambos con bases militares), que le sirven a EU de plataforma contra otros, los del resto de Centroamérica y Sudamérica en este caso.
3.- Contra Cuba la táctica es otra, diferente a la de los últimos 50 años. Barack Obama, que resultó uno de los presidentes menos confiable para el mundo, porque sirve perfectamente a los intereses angloamericanos, ha vuelto a la vieja política de “la zanahoria y el garrote”. Con el garlito de “reconocer” que su política de bloqueo económico, comercial y financiero contra la isla no le ha funcionado —tampoco ve en ello su derrota—, ha comenzado a operar con otros medios para conseguir los mismos fines: desestabilizar al régimen cubano de los Castro desde adentro, al tiempo de romper el protocolo, el ejemplo de alta moral que ha significado la Cuba “digna” para Latinoamérica frente al imperio. De todas maneras, nada se logrará contra la enseñanza de los pueblos. Vietnam es el mejor ejemplo, le sigue Cuba.
4.- Las estrategias para lograr sus fines son orquestadas por las agencias de inteligencia y de espionaje con aprobación o dirigidas desde Washington, y por los centros de operación como las embajadas en todos los países, y otros organismos de “ayuda” como la USAID (por decir las menos), hasta las claramente desestabilizadoras como la CIA y DEA. Si en EU no hay golpe de Estado es porque no hay Embajada de EU, repite con frecuencia Evo Morales. Pero es realidad una vieja anécdota (años 60 y 70) del golpismo contra los gobiernos de América Latina. No obstante, ¿el asesinato de Kennedy no fue una suerte de golpe de Estado? Ciertamente, y orquestado por la propia CIA.
5.- Lo que sirve a las empresas multinacionales u oligopólicas de origen estadounidense, funciona también para los intereses imperiales de EU. Desde el punto de vista de la economía de “libre mercado”, ese discurso es uno de los mejores “artilugios” del capitalismo para controlar económicamente a los países a través de las empresas que generan “inversión” y “empleo” para el “desarrollo”. Son las directrices neoliberales que imponen las políticas macroeconómicas que conllevan la destrucción de las clases media y trabajadora, y atenta contra la población en general. Los tratados comerciales son una herramienta de control de los gobiernos y para fines externos y claramente perversos. Ambos procedimientos, los tratados comerciales y las políticas neoliberales, instrumentos de la susodicha globalización que, se presume, sacaría a los pueblos de la miseria.
Ninguna de las tácticas mencionadas resulta favorable a los Estados latinoamericanos. Todo lo contrario, son atentatorios de la organización estatal y nacional de los pueblos. La desestabilización gestada con la aplicación neoliberal rompe las estructuras de los estados nacionales que costaron décadas construir, y genera las bases para la incorporación de otros métodos, como son los violentos (los espacios ganados por las mafias, no pocas veces cubiertas desde los poderes políticos locales corruptos). Eso le pega directamente al corazón de las estructuras del Estado, a los gobiernos y a los mecanismos de control social para la consecución del equilibrio y el bienestar. Rompe con los sistemas de organización política y mete bulla a aspectos como las elecciones, la representatividad, la legitimidad y los fines nacionales de largo plazo.
No obstante ello, aun así las políticas de Washington siguen interponiendo sus ardides con la finalidad de derrocar aquellos gobiernos no alineados a sus intereses. Venezuela es un corazón batiente en Suramérica. Ecuador otro tanto. De Honduras, ni que decir que las declinaciones desde Micheletti (tras el derrocamiento por golpe de Estado contra Manuel Zelaya) a la fecha son de sometimiento.
No queda más que prevenir y actuar. La denuncia es crucial, puesto que las políticas de los EU son de aplicación constante; no le paran ni un momento. En México en particular, pero en Latinoamérica en general, desde los gobernantes hacia los demás círculos de la sociedad, incluyendo al sector académico y a los medios de comunicación, todos están acostumbrados a ver las cosas a toro pasado; es decir, analizar, revisar, concluir, planificar y reaccionar cuando los hechos han sido consumados.
En tanto la estrategia de los gringos es continua utilizando la prospectiva para analizar y la ofensiva para crear su propia realidad afín. Porque el gobierno trabaja permanentemente como Estado en guerra. Es violencia día tras día, porque aplica la estrategia del imperio romano: de vasallaje, sometimiento, violencia y guerras continuas. No queda más que la denuncia. Luego vienen la solidaridad, la organización y la reacción, individual y colectiva. El asunto no es solo Latinoamericano, sino mundial, porque en otras regiones también hace lo propio.
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