EEUU no puede ni debe salir de Próximo Oriente

Publicado el 02 abril 2014 por Liberal

El pueblo americano está de mal humor. En medio de estar todavía atravesando la peor economía desde los 70 con el inútil de Jimmy Carter (Demócrata, no olvidemos), ya se ha perdido prácticamente la guerra en Afganistán — una de las guerras más largas en las que ha participado EEUU contra unos enemigos increíblemente primitivos.

Casi ganaron la guerra en Irak, más o menos se ha ganado, pero ha costado billones de dólares, miles de vidas y es verdad que Irak sigue estando bajo un caos. Antes de continuar, voy a repetirlo por si acaso: siempre apoyé intervenir en Irak y sigo apoyando esa decisión. El siglo XX nos enseñó que no se le debe ceder jamás a los tiranos, estén donde estén.

La famosa “primavera árabe” se ha anulado en Egipto. La liberación de Libia condujo al asesinato de un embajador americano y Siria se está desintegrando hacia una guerra total con los malos de ambos lados y EEUU en clara retirada aislacionista.

La mayoría de votantes americanos de ambos partidos me comentan que “están hartos”. Hablando en plata, no les interesa ni quieren gastarse más dinero “americano” o vidas de aquí para ayudar. Muchos me dicen que haga lo que haga EEUU, el “mundo” siempre le echa la culpa a EEUU de todos sus males. La tentación es dejarles a su suerte y “preocuparse mas por los problemas nacionales”, me dicen.

Pero eso no puede ser señores.

Bueno, de hecho, en Egipto quizá si se pueda y se deba. Mubarak fue un líder terrible y como mucho, un aliado puntual pero hasta que no fue detenido por las FFAA egipcias en el 2011, Cairo pertenecía a la arquitectura de seguridad en el norte de África construida por EEUU desde que su antecesor, Anwar Sadat dejó su alianza con la criminal URSS.

La elección del régimen de los hermanos musulmanes después de la primavera árabe cambió las cosas. Ahora, Egipto está en manos del general Sisi y él es igual de anti-americano que Morsi. Sisi considera que EEUU es “enemigo” y así le gusta venderse ante su “electorado”. Es obvio que Sisi conoce a su país y cómo gustar a las muchedumbres musulmanas. La población entera está más anti-americana que nunca. Ignora el hecho de que los americanos apoyaron el levantamiento contra Mubarak. Ignora el hecho de que Washington intentó establecer buenas relaciones con el primer líder elegido libremente por los egipcios en miles de años. Ignora el hecho de que la administración de Obama se niega a hablar de un golpe de estado en Egipto. Todo eso es irrelevante para la “demoniología” egipcia. Los “enemigos” siempre son los EEUU y los “judíos”.

Sobornar a Egipto con millones y millones de dólares al año para que mantengan su tratado de paz con Israel y mantener bajo control al islam radical hoy no tiene sentido alguno. Pero ahora que los hermanos musulmanes no figuran en el panorama, en parte gracias a los saudíes, los saudíes dicen que ellos cubrirían la diferencia sin problemas siempre y cuando Washington apaga el grifo.

Sin embargo, Libia es otro asunto totalmente distinto.

Aprendiendo de la experiencia en Irak, EEUU ayudó en esta contienda sin mandar un solo soldado. Todo se hizo desde los cielos. La tierra ya contaba con rebeldes indígenas así que no hacía falta tropas americanas. El dictador Qadafi no tenía amigos para ayudarle y obviamente no podía resistir con su armamento anticuado y débil.

Pero entonces, el embajador Christopher Stevens murió junto a tres otros, cuando un grupo terrorista con vínculos a Al Qaeda atacó el consulado en Bengazi. Ocurrió el mismo día, no por casualidad — que el 11 de septiembre cuando las turbas salafistas incendiaron toda la región con el pretexto de un guionista egipcio “anti musulmán” que nadie conocía.

Por razones que aún no tienen sentido, los funcionarios de Obama dijeron que el incidente terrorista en Bengazi era el resultado de unas protestas descontroladas. Pero no había ninguna protesta o revuelta en Bengazi relacionada con ese vídeo controvertido, al contrario de las declaraciones irresponsables y falsas de la administración de Obama.

A diferencia de Egipto o Túnez, nadie en Libia había protestado contra los EEUU por “permitir” que un vídeo blasfemo se haya subido a youtube. Las únicas manifestaciones en Libia esa semana eran precisamente contra los islamistas radicales, contra los mismos terroristas que asesinaron al embajador Stevens. La oposición popular era tal que los islamistas terroristas tuvieron que huir al desierto.

Libia es un lugar tradicional y conservador, pero eso no significa que sea “islamista”. 2 de cada 3 egipcios votó a favor de partidos islamistas en las elecciones post-Mubarak, pero en Libia, las fuerzas de la Alianza Naciional, un partido moderado y centrista, ganaron escaños en el 2012. El partido islamista — Justicia, vinculado a los hermanos musulmanes, solo consiguió el 10% del voto. Son casi tan irrelevantes en Libia como los porreros del Partido Verde en EEUU.

El pueblo libio no solo están en contra de los islamistas por gran mayoría. Son más pro-occidentales en general y en particular, de los EEUU – más que ningún otro paíis en el mundo árabe. Eso tiene sentido – bajo ninguna teoría pueden culpar a los EEUU por los crímenes de Qadafi. Ese hombre era un auto-declarado enemigo de América desde el mismo día que llegó al poder. Nunca recibió un céntimo ni una sola arma de EEUU. Nada.

En la época de Qadafi, Libia tenía demasiado estado. Ahora, tienen muy poco. No existen motivos para que EEUU no se asocie o ayude al Primer Ministro Ali Zeidan. Al contrario, si el gobierno libio no puede establecer un claro monopolio sobre el uso de la fuerza en las partes anarquistas del país, Libia podría convertirse en una Somalia, Yemen o Malí, a pesar de que ese pueblo NADA quiere saber de los islamistas.

Siria

Siria es el último país que se debe ignorar ahora mismo, aunque los dos partidos políticos en EEUU, por razones lógicas, no quieran meterse en el fangal.

Pero lo que ocurra en Siria es importante para Occidente porque nos afecta. Siria no es Belice. Es importante quién dirige ese país y nos importa MUCHO.

El régimen de Assad es el patrocinador más importante del terrorismo internacional en el mundo árabe y es aliado de la malvada república islámica iraní, el patrocinador del terrorismo internacional más grande del mundo. Obviamente, no deberíamos descansar hasta que Assad esté muerto y caiga su régimen. Es mi deseo ver a Assad o bien en algún juicio internacional en manos aliadas, o bien que acabe como Saddam Hussein — ahorcado por su pueblo. El problema es que sus enemigos “caseros” son el frente Nusra, vinculados a Al Qaeda. Obviamente, tampoco nos conviene que estos sean los que sustituyan a Assad.

Por razones justificables, la armada siria por la libertad está disgustada por la falta de asistencia que ha dado EEUU, pero eso se debe en parte a que ha estado combatiendo contra el Assad junto a los del frente Nusra y también porque muchos de sus generales son islamistas, aunque “moderados” en comparación con Al Qaeda.

Los americanos siempre han estado dispuestos a sacrificar diner y vidas para ayudar a sus aliados y amigos, pero aliados y amigos lo suficientemente poderosos para afectar resultados son poquísimos ahora en Siria. Hace tiempo, la administración de Obama podría haber intentado armar, financiar y entrenar una fuerza políticamente moderada en Siria para luchar contra Assad pero eso ahora será mucho más difícil ya que los turcos y los árabes del golfo pérsico están apoyando a sus propias fuerzas que NO apoyan los valores occidentales.

Algunos dicen “que se maten” porque así se mantienen centrados en ellos mismos y no le da la victoria a ninguno. Eso me recuerda a la famosa frase de Henry Kissinger sobre la guerra entre Iran e Irak – “es una pena que no puedan perder los dos”.

El peor escenaro, desde un punto de vista occidental es que ganen los dos bandos. Eso es una posibilidad real. Siria podría dividirse así. Un lado de Siria podría apoyar a Irán y Rusia junto a un lado suní dirigido por islamistas. EEUU necesita desarrollar una política que impida la posibilidad de ese resultado tan terrible se convierta en realidad.

Si gana el frente Nusra, tendremos un Afganistán en el Mediterráneo y si Assad se sale con la suya, podría acabar bajo el paraguas de un Irán nuclear.

Algunas partes del mundo son como Las Vegas. Lo que pase, queda allí.El África subsahariana es un buen ejemplo. Casi nadie se ha enterado (ni les interesa saber) que las guerras en el Congo han matado a millones de africanos desde finales de los 90.

Próximo Oriente no es así. La cruda realidad es que hasta que no podamos tener coches, y otras herramientas de producción que puedan sostenerse con energía solar o nuclear, nosotros dependemos del petróleo que aporta esa región. Tenemos un interés absoluto en conseguir más petróleo desde su fuente principal. Eso exige, lógicamente, garantías de seguridad americana que exigen una presencia permanente de EEUU en la región.

Hasta que las organizaciones radicales islámicas no pierdan por completo su atractivo local, EEUU no tendrá más remedio que intervenir habitualmente por razones que nada tienen que ver con la economía o los recursos. Aunque es muy molesto, por ahora, los americanos y los árabes estarán juntos. EEUU no puede jubilarse ahora. Faltan décadas todavía.

Mientras tanto, mientras interese, es absolutamente imprescindible no solo mantener una presencia americana en Próximo Oriente, sino que esta presencia se use con el fin exclusivo de beneficiar a Occidente para sus fuentes de petróleo y garantizar la paz perpetua lo más que se pueda. Siempre habrán voces anti-americanas y supuestamente “pacifistas” que se oponen a que EEUU tenga una presencia mundial-global. Para esa gente, solo tengo 3 palabras: iros al infierno.