Revista Psicología

Efecto Pigmalión: cuando nos convertimos en aquello que los demás esperan de nosotros. (Parte I)

Por Centro Psiconet

Al leer este nombre algunos recordarán a uno de los personajes de Las metamorfosis del poeta Ovidio, cuya historia fue utilizada por Rosenthal y Jacobson en los 60`s para explicar este fenómeno.

En este artículo utilizaremos un ejemplo más reciente: los Simpson.

En uno de los capítulos, Bart cuenta angustiado a Homer que tras la llegada de una profe sustituta con un nombre peculiar todos sus compañeros se le han quedado mirando esperando que soltara un comentario ácido, dándose cuenta en ese momento de que hiciera lo que hiciera… todos le veían ya como el payaso de la clase.

El poder de la profecía autocumplida

El efecto Pigmalión explica cómo las expectativas y creencias que tenemos sobre alguien a veces acaban influyendo en su rendimiento, haciéndose realidad algo que en un inicio no era cierto. Le pasó a Bart, pero no es una excepción en el ámbito educativo.

Rosenthal y Jacobson hicieron un experimento en un colegio de San Francisco: dijeron a los profesores que habían evaluado a una clase y les pasaron los nombres de los que habían obtenido un mayor cociente intelectual, pero se ahorraron un pequeño detalle: no era cierto, habían elegido esos nombres al azar.

Meses después regresaron y comprobaron que en efecto, esos niños habían alcanzado un mayor rendimiento que el resto de compañeros.

Los profesores habían estado más predispuestos a estimular y atender a los alumnos que creían más brillantes y en consecuencia, esos niños acabaron destacando sobre el resto.

Aunque estos profesores seguramente actuaron de buena fe para ayudar a estos pequeños prodigios, ¿qué pensarían el resto de alumnos? El efecto Pigmalión puede motivarnos o bloquearnos, dependiendo si el mensaje que recibimos de los demás o de nosotros mismos (efecto Galatea) se basa en la superación personal o en el derrotismo.

Otro ejemplo. En plena Gran Depresión circularon rumores sobre la solvencia económica de algunos bancos. Como resultado, la gente corrió a retirar dinero, provocando que los bancos no pudieran hacer frente a semejante desembolso y efectivamente…. quebraron.

Como hemos visto, dar por hecho nuestros pensamientos sobre alguien o algo y acabar actuando de tal manera que se cumplan no solo es cosa de niños. Nos ocurre a menudo. En nuestro rendimiento en el trabajo, con ese conocido al que tenemos atravesado, con minorías sociales o (no todo va a ser negativo) con esa persona ideal con la que nuestro entorno quiere que salgamos.

¿Podría explicar el efecto Pigmalión por qué es frecuente que tras un rodaje la pareja protagonista acabe teniendo una relación en la vida real?

El cerebro entra en acción

El neurólogo Pedro Bermejo explica que según nuestras expectativas se activan ciertas áreas cerebrales que determinan el éxito o fracaso de nuestras acciones. El sistema límbico o la hormona de la oxitocina aceleran el procesamiento de la información, la toma de decisiones o el aumento de la confianza.

Sigue conectado, ya que próximamente hablaremos con más profundidad de cómo afecta este fenómeno en los más pequeños.


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