Hablamos en este entrada sobre uno de los productos finales en que la conducta de una persona se ve influenciada por las creencias o expectativas que tenga otra persona de su entorno. El más claro ejemplo en el que un profesor cree que uno de sus alumnos va a destacar en su nivel académico, al final, el alumno va a llevar a cabo la conducta de ser uno de los mejores de su clase. Visto así suena muy bien, pero este efecto se produce en también en la otra dirección, en la que el profesor tiene la creencia de que un alumno va ser mediocre académicamente, llevando al alumno a creerse esa situación obteniendo unos resultados pésimos en el ámbito escolar.
Nos referimos al Efecto Pigmalión, que debe su nombre a un hecho acaecido en la antigua Grecia, en la que un escultor llamado Pigmalión esculpió una estatua femenina con tal belleza que quedó enamorado de ella. Tal fue su enamoramiento que trataba a la estatua como si realmente estuviera viva, llegando a soñar con ella a cada noche. Dice la leyenda, que la diosa Afrodita le dio vida a la estatua para compensar al escultor por su bello trabajo.