Efectos cuánticos en el mundo “real”

Publicado el 14 enero 2015 por Rafael García Del Valle @erraticario
<img src="//i0.wp.com/www.erraticario.com/wp-content/plugins/send-to-kindle/media/white-15.png" alt="" title="" width="" height="" data-recalc-dims="1">Send to KindleLas criptofitas son unas algas unicelulares que viven en lugares sin apenas luz, ya sea porque hay mucha agua encima de ellas o porque se acomodan bajo gruesas capas de hielo. Sea como sea, el caso es que, a pesar de todo, la necesitan para realizar la fotos&#237;ntesis. Unos cient&#237;ficos de la Universidad de Nueva Gales del Sur descubrieron en 2014 que las criptofitas captan la poca luz del ambiente de la manera m&#225;s efectiva posible: mediante procesos cu&#225;nticos.Seg&#250;n explica Paul Curmi, autor principal del estudio:Una vez que una prote&#237;na recoleptora de luz ha capturado luz del sol, tiene que trasladar esa energ&#237;a al centro de reacci&#243;n de la c&#233;lula lo m&#225;s r&#225;pidamente posible, donde la energ&#237;a se convierte en energ&#237;a qu&#237;mica para el organismo.&#160;Se daba por hecho que la energ&#237;a llegaba al centro de reacci&#243;n de manera aleatoria, como un borracho que vuelve a casa. Pero la coherencia cu&#225;ntica permitir&#237;a a la energ&#237;a ensayar simulttodas los caminos posibles antes de emprender la ruta m&#225;s r&#225;pida.Que la fotos&#237;ntesis es un proceso cu&#225;ntico se sab&#237;a desde hace tiempo, y ya ha podido ser comprobado por varios estudios en los &#250;ltimos a&#241;os, como el realizado en 2013 por cient&#237;ficos del Instituto de Ciencias Fot&#243;nicas de Catalu&#241;a y de la Universidad de Glasgow. Lo que este nuevo estudio llegado desde Australia aporta es la capacidad de las criptofitas para activar y desactivar el proceso a voluntad.En la fotos&#237;ntesis, la luz excita los electrones de las mol&#233;culas de clorofila; al excitarse, los electrones se organizan y forman una cadena de transporte desde la clorofila hasta los dep&#243;sitos de energ&#237;a que nutren la planta; en este proceso, los electrones deben recorrer el camino m&#225;s eficiente para evitar un gasto de energ&#237;a innecesario y, para averiguar cu&#225;l es ese camino, no siguen un &#250;nico sendero, sino todos los posibles a la vez.La mec&#225;nica cu&#225;ntica es habitualmente considerada como la f&#237;sica de los sistemas subat&#243;micos; sin embargo, sus leyes son universales y nada impide que act&#250;en a gran escala. Si no lo apreciamos, dicen algunos, es por una simple cuesti&#243;n de perspectiva.Un estado cu&#225;ntico es la combinaci&#243;n de varios estados cl&#225;sicos, de forma que se dan circunstancias como estar &#8220;vivo y muerto&#8221; a un tiempo. Esta combinaci&#243;n de estados, seg&#250;n aumenta la complejidad f&#237;sica del sistema, tiende a disiparse a causa de la decoherencia.Seg&#250;n la teor&#237;a de la decoherencia, elaborada en los a&#241;os 80, la interacci&#243;n entre las partes de un sistema complejo hace desaparecer sus propiedades cu&#225;nticas: la informaci&#243;n de una part&#237;cula se filtra a otras part&#237;culas en forma de luz y calor, lo que equivale a decir que cada part&#237;cula es un observador que efect&#250;a una medici&#243;n sobre las otras part&#237;culas, y este intercambio de informaci&#243;n concreta el sistema en una de sus m&#250;ltiples posibilidades.Cuanto m&#225;s grande es un objeto, mayor es su sensibilidad a la decoherencia, hasta que finalmente se hace &#8220;cl&#225;sico&#8221;. Sin embargo, a&#250;n est&#225; por explicar este proceso.Con todo, existen diferentes situaciones en las que la filtraci&#243;n de la informaci&#243;n puede ralentizarse o anularse; y, entonces, las leyes cu&#225;nticas vuelven a aparecer, independientemente de la escala de realidad en que nos encontremos.En un art&#237;culo&#160;publicado en la revista Investigaci&#243;n y Ciencia en marzo de 2013, los f&#237;sicos Markus Aspelmeyer y Markus Arndt, de la Universidad de Viena, explicaban los nuevos caminos de las investigaciones sobre los estados de superposici&#243;n en cuerpos macrosc&#243;picos:Al menos en principio, las leyes de la mec&#225;nica cu&#225;ntica deber&#237;an poder aplicarse a objetos tan grandes como deseemos. Ello implicar&#237;a que tambi&#233;n los cuerpos macrosc&#243;picos deber&#237;an experimentar la superposici&#243;n de estados, lo que sin duda choca de forma dr&#225;stica con nuestra visi&#243;n del mundo.Seg&#250;n reflexionan los autores, todo se reduce a una pregunta clave:&#8230;&#191;desaparecere de manera objetiva la superposici&#243;n cu&#225;ntica a partir de cierto l&#237;mite o vivimos en un mundo fundamentalmente cu&#225;ntico? Tal vez el hecho de no observar fen&#243;menos cu&#225;nticos en objetos de gran tama&#241;o se deba a que estos no resultan medibles cuando interaccionan m&#225;s de 100 part&#237;culas&#8230; o m&#225;s de 100 billones.En t&#233;rminos matem&#225;ticos, la superposici&#243;n est&#225; descrita por una funci&#243;n de onda que incorpora todos los movimientos y posiciones posibles de una part&#237;cula. Es decir, una funci&#243;n de onda puede ser imaginada como una entidad que muestra todas sus cualidades al mismo tiempo &#8211;por ejempo, todas sus posibles localizaciones, lo que equivale a estar en todas partes a la vez&#8212; como si de un cuadro cubista se tratase.Desde esa perspectiva matem&#225;tica, la funci&#243;n de onda permite calcular la probabilidad de que se d&#233; un resultado al medir un sistema f&#237;sico. Pero existe una larga discusi&#243;n acerca de la realidad de la funci&#243;n de onda, en la que no se termina de aclarar si su car&#225;cter es meramente matem&#225;tico o si existe como realidad f&#237;sica.El comienzo de estas cuestiones dio origen a la paradoja de Schr&#246;dinger, aquella del gato vivo y muerto al mismo tiempo. El mismo Schr&#246;dinger consideraba que su paradoja, creada para dejar patente el absurdo, era una muestra clara de que la mec&#225;nica cu&#225;ntica ten&#237;a alg&#250;n error. Opini&#243;n compartida por Einstein, para quien todos aquellos fen&#243;menos &#8220;psi&#8221;, como le escrib&#237;a en una carta de 1935 a Schr&#246;dinger, no pod&#237;an estar describiendo la realidad.El pensamiento humano clama contra los estados intermedios, all&#237; donde los opuestos se superponen. Y, sin embargo, los gatos de Schr&#246;dinger comenzaron a aparecer por todas partes en la &#250;ltima d&#233;cada del siglo XX, cuando la tecnolog&#237;a de los terr&#237;colas permiti&#243; que los experimentos mentales dieran paso a las demostraciones en el mundo espacial.La primera demostraci&#243;n de la interferencia cu&#225;ntica en mol&#233;culas fue llevada a cabo en 1999 por cient&#237;ficos de la Universidad de Viena dirigidos por Anton Zeilinger; en 2012, se grab&#243; la dualidad onda-corp&#250;sculo en un experimento con mol&#233;culas complejas de m&#225;s de cien &#225;tomos. Fue entonces cuando se comprob&#243; que el experimento de la doble ranura era aplicable a mol&#233;culas; es decir, que, a una escala impensable hasta ese momento, la materia se puede comportar como una onda que interfiere con otras ondas cuyas interferencias determinan la posici&#243;n de la mol&#233;cula.&#191;C&#243;mo se explican tales fen&#243;menos? Los f&#237;sicos reacios a aceptar la superposici&#243;n de estados buscan modificar las ecuaciones de la mec&#225;nica cu&#225;ntica de manera que &#233;stas puedan explicar c&#243;mo se produce la transici&#243;n desde los comportamientos cu&#225;nticos de lo microsc&#243;pico al comportamiento cl&#225;sico de nuestra realidad percibia.El problema al que se enfrentan es que, seg&#250;n apuntan Aspelmeyer y Arndt:Tales cambios deber&#237;an ser lo suficientemente peque&#241;os para explicar que hasta ahora no se hayan observado en los experimentos, pero tambi&#233;n lo suficientemente grandes como para que, a escala macrosc&#243;pica, s&#243;lo resulten v&#225;lidas las leyes de la f&#237;sica cl&#225;sica.El bayesianismo cu&#225;ntico, por su parte, defiende que la funci&#243;n de onda es una abstracci&#243;n y que todas las paradojas de la mec&#225;nica cu&#225;ntica no son reales, sino productos de la mente. As&#237;, en la realidad el gato est&#225; muerto o est&#225; vivo, las mol&#233;culas est&#225;n en un punto concreto y el resto es humo, y las paradojas s&#243;lo existe en la cabeza del observador.Frente a esta idea, autores como Vlatko Vedral defienden justo lo opuesto: la gran inc&#243;gnita del experimento imaginario de Schr&#246;dinger no es la superposici&#243;n de estados en el sistema macrosc&#243;pico que es el gato, sino otra muy diferente: &#8220;La verdadera pregunta es por qu&#233; los amos solo ven a sus mascotas vivas o muertas&#8221;.Vedral es conocido por sus investigaciones sobre la aparici&#243;n de procesos cu&#225;nticos en los sistemas macrosc&#243;picos:A d&#237;a de hoy, muy pocos otorgan a la f&#237;sica cl&#225;sica un rango equiparable al de la mec&#225;nica cu&#225;ntica; en realidad, aquella no representa m&#225;s que una aproximaci&#243;n &#250;til a un mundo que se rige por leyes cu&#225;nticas a todas las escalas. Puede que los efectos cu&#225;nticos resulten dif&#237;ciles de observar en el mundo macrosc&#243;pico, pero la raz&#243;n no tiene que ver con el tama&#241;o en s&#237;, sino con la manera en que los sistemas cu&#225;nticos interaccionan unos con otros.[&#8230;]Y si los s&#243;lidos a escala macrosc&#243;pica y a temperatura ambiente pueden experimentar el entrelazamiento, no nos encontramos sino a un paso de preguntarnos si podemos hacer lo mismo con una clase muy particular de sistemas calientes y de gran tama&#241;o: los seres vivos.Es por el entrelazamiento cu&#225;ntico que los petirrojos europeos pueden emigrar desde Escandinavia a &#193;frica ecuatorial sin extraviarse en un viaje de 13.000 kil&#243;metros. Estos p&#225;jaros perciben el campo magn&#233;tico con los ojos. Dentro del globo ocular del petirrojo, hay un tipo de mol&#233;cula con dos electrones entrelazados.Cuando la mol&#233;cula absorbe la luz visible, los electrones adquieren la energ&#237;a necesaria para separarse, lo que los hace sensibles al campo magn&#233;tico terrestre. Si el campo magn&#233;tico se inclina, afecta de manera diferente a cada electr&#243;n e induce un desequilibrio que modifica la reacci&#243;n qu&#237;mica que experimenta la mol&#233;cula. Esa diferencia se traduce en impulsos neurales que, a la postre, crean una imagen del campo magn&#233;tico en el cerebro del p&#225;jaro.Seg&#250;n los estudios de Vedral, &#8220;los efectos cu&#225;nticos persisten en el ojo del p&#225;jaro durante unos 100 microsegundos&#8221;, el doble de tiempo de lo que duran los mismos efectos en condiciones de laboratorio.A&#250;n desconocemos c&#243;mo un sistema natural preserva los efectos cu&#225;nticos durante tanto tiempo, pero la respuesta quiz&#225; nos ayude a controlar la decoherencia en los ordenadores cu&#225;nticos.La divisi&#243;n entre los mundos cl&#225;sico y cu&#225;ntico no parece fundamental, sino solo una cuesti&#243;n de ingenuidad experimental. &#8220;Hoy en d&#237;a, pocos f&#237;sicos piensan que la f&#237;sica cl&#225;sica constituya una teor&#237;a corecta a ninguna escala&#8221;, afirma Vedral.El hecho de que la mec&#225;nica cu&#225;ntica se aplique a todos los tama&#241;os nos obliga a enfrentarnos a los misterios m&#225;s profundos de la teor&#237;a: &#8220;No podemos relegarlos a meros detalles que afectan solo a las escalas m&#225;s peque&#241;as&#8221;.En f&#237;sica cu&#225;ntica, explica Vedral, espacio y tiempo son conceptos secundarios, entidades emergentes a partir de una f&#237;sica fundamental que carece de ellos. El concepto fundamental es el entrelazamiento, que conecta sistemas cu&#225;nticos sin referencia al espacio o al tiempo.En este sentido, recuerda Vedral, hay f&#237;sicos que, como Stephen Hawking, creen que la teor&#237;a de la relatividad debe ser sustituida por otra en la que el espacio-tiempo no exista, ya que &#233;ste tejido no ser&#237;a sino el resultado de un proceso de entrelazamientos.Una posibilidad a&#250;n m&#225;s interesante consiste en que la gravedad no constituya una interacci&#243;n de pleno derecho, sino el &#8220;ruido&#8221; generado por la actividad cu&#225;ntica de las otras fuerzas fundamentales. Esta idea de una gravedad inducida se remonta al f&#237;sico nuclear Andr&#233;i S&#225;jarov, quien la propuso en los a&#241;os sesenta.De ser as&#237;, la gravedad no existir&#237;a en el nivel cu&#225;ntico, por lo que los estudios que buscan dar con una teor&#237;a cu&#225;ntica de la gravedad ser&#237;an un paso en falso.Para David Deutsch, f&#237;sico de la Universidad de Oxford y miembro de la Royal Society de Londres, la controversia y el debate en torno a la naturaleza cu&#225;ntica de la realidad macrosc&#243;pica son secundarios, pues se deben a lo que &#233;l denomina &#8220;mala filosof&#237;a&#8221;, donde el adjetivo no se refiere a una filosof&#237;a err&#243;nea, sino a un pensamiento que niega la posibilidad de un acercamiento diferente al problema de la realidad.Seg&#250;n expone en su libro El comienzo del Infinito, tras el &#233;xito probado de la mec&#225;nica cu&#225;ntica a finales de la d&#233;cada de 1920, la comunidad cient&#237;fica no encontr&#243; otra salida que la de enrocarse en el instrumentalismo: &#8220;si las predicciones funcionan, no hay por qu&#233; preocuparse de nada m&#225;s&#8221;; de modo que la teor&#237;a de los cuantos se redujo a un manual de instrucciones con el que elaborar artilugios cada vez m&#225;s eficientes que comenzaron a ver el &#233;xito a partir de la d&#233;cada de 1940.Desde entonces, se impondr&#237;a la m&#225;xima nacida en el Rad Lab: &#8220;C&#225;llate y calcula&#8221;. El blindaje de la f&#237;sica cu&#225;ntica a cualquier tratamiento desde una perspectiva ontol&#243;gica ajeno al utilitarismo qued&#243; plasmado en una frase que se ha repetido sin cesar durante m&#225;s de setenta a&#241;os: &#8220;si crees que has comprendido la mec&#225;nica cu&#225;ntica, es que no la has comprendido&#8221;; de modo que todo intento por comprender se considera una lamentable p&#233;rdida de tiempo siempre que no tenga relaci&#243;n con el desarrollo tecnol&#243;gico.Como colof&#243;n a todo lo expuesto, una cita extra&#237;da del comienzo de otro de los libros de Deutsch, La estructura de la realidad, que resume de d&#243;nde venimos y d&#243;nde estamos:&#8230;gracias a una serie de extraordinarios descubrimientos cient&#237;ficos, disponemos hoy d&#237;a de algunas teor&#237;as muy complejas sobre la estructura de la realidad. Si aspiramos a comprender el mundo en un sentido que no sea meramente superficial, deberemos hacerlo por medio de esas teor&#237;as y la raz&#243;n, y no bas&#225;ndonos en nuestros prejuicios, las ideas que nos han sido imbuidas o, incluso, el sentido com&#250;n. Las mejores de esas teor&#237;as no s&#243;lo son m&#225;s ciertas que el sentido com&#250;n, sino que tambi&#233;n son mucho m&#225;s sensatas.En cuanto al otro asunto aquel, &#8220;hacia d&#243;nde vamos&#8221;, habr&#225; que dejarlo en un estado de superposici&#243;n.</span>