Efemérides: Jean Paul Sartre

Publicado el 15 abril 2020 por Habitalia
Muere en París, Jean-Paul Sartre, filósofo, escritor y dramaturgo francés, exponente del existencialismo.

Cuando la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura en 1964, lo rechazó alegando en una carta que los lazos entre el hombre y la cultura debían de desarrollarse directamente, sin pasar por las instituciones y que el escritor tiene la obligación de comportarse como un realista crítico por lo que, de aceptar el premio, le convertiría en un "funcionario del statu quo"

La libertad según Sartre y el uso de la libertad para el masón

Sartre, en ese sentido, plantea que el hombre es libre pues siempre puede dejar de ser y que pierde esa libertad cuando muere, pues a partir de ese momento no puede cambiar. No dudamos de la importancia de las influencias externas, culturales, sociales, económicas, educativas y otras; pero el hombre tiene la capacidad, si así lo desea, de sobreponerse a ellas. Ahora, considerar que el hombre es libre, implica también asumir que es responsable de su conducta, de sus actos, que no hay excusas que justifiquen una mala acción.

Considerar que el hombre es libre, implica también asumir que es responsable de su conducta, de sus actos, que no hay excusas que justifiquen una mala acción.

Muchas veces hemos escuchado decir luego de un mal accionar actué así porque no tenía otra posibilidad, las circunstancias me obligaron, planteando que no eran libres de optar para justificarse y eximirse de culpa. Siempre podemos decir que no, siempre podemos actuar regidos por nuestra conciencia moral y por lo que consideramos debe ser nuestro accionar, buscando la armonía en nuestro pensar decir y actuar. Lo que sucede es que este planteo implica responsabilidad, tener que decidir diariamente nuestra conducta asumiendo aciertos y también errores, siendo este camino la única forma de perfeccionarse.

Esta toma de conciencia de nuestra libertad y responsabilidad por nuestro accionar, del cual no podremos culpar a nadie sino a nosotros mismos, nos genera, según Sartre, angustia; y temor a la libertad, según Erich Fromm.

Sartre planteaba que el hombre estaba condenado ser libre por el hecho de ser una conciencia, pero que también podía engañarse a sí mismo adoptando algún determinismo y decidir cargar su responsabilidad a algo ajeno a él, como su formación, su educación, su entorno, Dios, pero al hacerlo también estaba optando libremente.

Como masones asumimos que nos vamos construyendo a nosotros mismos en uso de esa libertad, combatiendo nuestros vicios y nuestros defectos (que son verdaderas larvas espirituales), labrando nuestra piedra en bruto, tratando de ser cada día más virtuosos, aprendiendo de los errores cometidos en el pasado y siendo conscientes que nuestro presente y futuro dependen de nosotros mismos.
Los criterios de hombre, según José Ingenieros

Negar que el hombre es libre y que depende totalmente del entorno nos permite justificarnos, nos evita tomar decisiones y comprometernos, de ese modo nos transformamos en el hombre mediocre de José Ingenieros. Ese hombre que sigue siempre a los demás, a su entorno, que no tiene opinión propia, que logra la aceptación de la mayoría por su sumisión, que transcurre en la vida sin honrarla y que muchas veces es considerado por algunos como un hombre bueno.

A él, Ingenieros opone al hombre virtuoso, que es capaz de hacer uso de su libertad, de defender sus principios; a quien no le importa las consecuencias de su accionar si considera que éste es el correcto y lo lleva por el camino de la virtud. Así debemos actuar los masones transformarnos en verdaderos faros de luz guiados por nuestros principios, capaces de sobreponernos a cualquier presión del entorno, buscar el bien por el bien en sí mismo sin estar motivados por la búsqueda de alguna recompensa celestial o terrenal, más allá de la satisfacción íntima del deber cumplido.

Si así procedemos seremos libres del entorno, nuestro accionar no estará guiado por ningún interés espurio, como el temor a un castigo o la búsqueda de un beneficio o reconocimiento. Consideramos que cada uno de nosotros somos producto de nuestras decisiones y acciones, en el error y en el acierto, tomadas en el ejercicio de nuestra libertad interior, y que siempre debemos mantener la capacidad de aprender de ellas y modificarlas si lo creemos conveniente.

El Hombre con mayúsculas es un ser libre

Por lo anterior consideramos al Hombre con mayúsculas un ser libre, capaz de no ser dependiente totalmente de su entorno e imponerse a él, como escribió Vaz Ferreira no depender totalmente de lo que no es él, verdadera definición de libertad.

Sartre con respecto a la influencia del entorno refiere que es la conciencia individual la que le da sentido, para algunos puede ser una oportunidad y para otros algo que los destruye, porque el significado de los factores externos lo elijo yo mismo, y aunque no podamos cambiar nuestro entorno por alguna razón o poderes ajenos a él, puedo elegir cambiar la forma de verlos, su significad0.

En cuanto a los otros dos puntos, se refieren a libertades dentro del hombre, uno se refiere a un punto abstracto como es la voluntad humana y otro concreto pero difícil de definir como es la personalidad.

Dice Vaz Ferreira que en estos dos casos se trataría de la libertad no del hombre entero o de su espíritu entero, sino de una parte del hombre o de su espíritu, con relación, no ya ahora sólo al mundo exterior al hombre, sino con relación al mundo exterior al hombre más una parte del hombre o de su espíritu. Como vemos, ya estos dos puntos son más confusos que el anterior, que es el más importante: la libertad del hombre.

El problema de la libertad de la voluntad es abstracto, se refiere al libre albedrio o libre arbitrio. Varios filósofos oponen la voluntad a los motivos guiados por la razón y a los móviles guiados por los sentimientos, y llevan la discusión a definir si la voluntad está determinada o no por la razón y los sentimientos o si es independiente a ellos, volviendo entonces a confundirse los problemas de la libertad con los del determinismo.

Debemos considerar la voluntad como algo abstracto, como una fuerza interior que nos lleva a la acción independiente de la razón y los sentimientos. Creo que esta concepción de ver a la voluntad como una fuerza independiente de la razón y sentimientos está muy bien representada en la parábola de José Enrique Rodo La pampa de granito; donde el tiempo implacable, representado por el anciano, envía a los niños, uno tras otro, a roer la piedra con los dientes hasta desgastarlos, manteniéndose indiferente al llanto de ellos. Así logra al final, por la fuerza de la voluntad empleada, el objetivo deseado. La voluntad es el mazo, es la fuerza que permite llevar a cabo la obra planteada por la inteligencia; el cincel es actuar sinérgicamente con él.

Con respecto al libre albedrío, Vaz Ferreira en su libro Moral para intelectuales plantea que existen dos tipos de personas: las libre pensadoras, que en ejercicio de su libre albedrío eligen ser libres de todo dogma; y las mentes tutelares, que optan por adherirse a un dogma que los guía en su accionar, que les evita el esfuerzo de pensar, que los parasita y esclaviza. Creo que aquellas personas que adhieren a un dogma y conculcan su libertad interior, lo hacen aunque parezca paradojal, ejerciendo libremente su voluntad, ya que la voluntad del hombre es libre y es el que en definitiva tiene la capacidad de decisión. Sé que este concepto puede ser para muchos muy controversial y generador de múltiples opiniones.

Debemos considerar la voluntad como algo abstracto, como una fuerza interior que nos lleva a la acción independiente de la razón y los sentimientos.

Se puede ser libre físicamente y a su vez esclavo de un dogma, y viceversa: ser esclavo físicamente pero libre interiormente, pues ese dominio es nuestro y solo nosotros podemos optar qué queremos ser, si librepensadores o dogmáticos. En cambio la libertad exterior, de expresión, de reunión, de circulación, etc. no depende totalmente de nosotros y puede ser cercenada por otros, gobiernos autoritarios, etc., por periodos más o menos largos.