Egeria fue una mujer gallega del siglo IV, que viajó por todo el mundo conocido hasta ese momento. Fue la primera turista que describió sus viajes. Contó todo lo que veía a su paso.
Se cree que era una mujer de mediana edad ya que viajaba acompañada de soldados, presbíteros, diáconos e incluso obispos. No podía haber sido anciana, ya que ser así, no hubiera podido seguir el ritmo de un viaje tan extenso como relata.
Santa Helena madre del Emperador Constantino se dedicó a «descubrir» todo lo relacionado con la Pasión de Jesús en Jerusalén:
- la cruz
- el santo sepulcro, etc.
Por esta razón años mas tarde se puso de moda entre las mujeres de la alta aristocracia viajar a Tierra Santa. Las mujeres aristócratas hacían peregrinaciones a los lugares santos.
En la corte del Imperio Romano de Oriente ( Estambul) muchas de las mujeres que viajaban eran hispanas. Teodosio el Grande era hispano y, por tanto, las féminas de su corte también lo eran.
En la corte de Teodosio realmente mandaban las mujeres. Su esposa fue la primera mujer que tuvo el título de ‘Augusta’», Este titulo estaba reservado exclusivamente a los emperadores, que eran considerados Dioses.
Hasta hace poco tiempo se llamó a Egesia “La monja viajera”, pero ella no podía se monja, ya que en ese tiempo no existían estas como tales. en aquel momento, el significado que tenía sóror era “amiga”. Además era imposible que una monja se moviera con un séquito imperial de soldados, sacerdotes e incluso obispos.
En 1884, un erudito italiano, Gian Franceso Gamurrini, estudió un códice medieval en la Biblioteca de Arezzo, Italia.
En algunas páginas se leía un texto de San Hilario de Poitiers, pero las demás, de las que faltaban algunas del inicio y también del final, era un relato escrito por una mujer que hablaba de un viaje.
El texto de Egeria, se conoce como:
“Itinerarium ad Loca Sancta” .
Es el relato de viajes más antiguo de nuestro país del que se tiene noticia, escrito por una mujer. En sus cartas narraba a sus amigas lo que iba haciendo, los lugares que iba viendo.
En uno de sus relatos cuenta que el obispo de Segor le sugirió visitar el lugar donde supuestamente se encontraba la mujer de Lot convertida en estatua de sal:
«Pero creedme, venerables señoras (…) cuando nosotros inspeccionamos aquel paraje, no vimos la estatua por ninguna parte, no puedo engañaros al respecto».
Al principio se atribuyó la autoría de estos relatos a otras personas hasta que, finalmente, se supo que fue Egeria gracias a otros documentos, como una carta del siglo VII que hablaba sobre el viaje que habría realizado desde el extremo de El Bierzo que antiguamente pertenecía a Gallaecia y actualmente pertenece a León, donde está escrita esta carta.
Como vemos, esto sucedió mil años antes que Marco Polo. Se barajaron otros nombres antes que el de Egeria, hasta que en 1903 un monje Benedictino confirmó que era la gallega.
Aunque era una mujer de la alta nobleza y poseía grandes conocimientos, escribía sus cartas en un latín sencillo y evolucionado a las lenguas romances, por lo que resultaba fácil de traducir. el latín que se hablaba entonces en la calle era:
El sermo cotidianus.
En su diario de viaje, escribía a unas dominaes sorores (del latín, literalmente se traduce como señoras y hermanas). en su tierra de origen, Gallaecia (Galicia). Entre los años 381 y 384 , Egeria realizó un viaje a Tierra Santa. Más de 5.000 kilómetros, lo que la convirtió en la primera gran viajera de la historia.
Se cree que era una mujer con una buena posición social al poder dedicar su tiempo a viajar, incluso se baraja que podría ser pariente del Emperador Teodosio, ya que contó con escolta militar romana en algunos de los territorios que atravesó.
Viajó por todo el Imperio Romano. Quería visitar todos los lugares que Santa Helena de Constantinopla había recuperado para el cristianismo un Siglo antes. Para pasar de unas zonas a otras, de unos territorios a otros, se necesitaban pasaportes, los llamados diplomas.
Cada 30 kilómetros, más o menos, que es lo que se puede recorrer en un día, había unas mansiones donde se hacían paradas para hacer noche llamadas mansio o mansio.
También había otras más pequeñas, una especie de ventas rápidas, llamadas mutaciones, donde paraban ligeramente para ir al baño, a la cafetería o, para cambiar los caballos si venían muy cansados o se habían roto una herradura. En la época viajaban a lomos de caballería, en barco y, la mayoría de las veces, a pie.
Suponen que su viaje comenzó en Gallaecia aunque su relato comienza ascendiendo el Sinaí, ya que faltan algunas páginas al principio y al final. Siguió la Vía Domitia, Después cruzaría en barco el Mar Adriático hasta llegar a Constantinopla.
Seguidamente fue a Jerusalén, donde durante tres años visitó los lugares Santos. Después viaja a Egipto, donde visita Alejandría, atraviesa el Nilo y llega hasta el Mar Rojo.
En el año 384, emprendió la vuelta a casa, aunque parece que nunca consiguió regresar a su tierra. En su viaje de regreso, visita la Mesopotamia romana “civilizada”.
Mesopotamia estaba dividida en dos:
- la Mesopotamia romana civilizada, donde se podía llegar,
- la Mesopotamia fuera del Nimes, donde ni Egeria ni nadie podía entrar.
Regresa a Constantinopla, desde donde escribió la última carta, donde dice que si aún le quedan fuerzas, quiere ir a ver el Martyrium que es la iglesia sobre el sepulcro de un santo, el de San Juan en Éfeso.
Debido a que escribe “si tengo fuerzas” no se sabe si llegó a Éfeso, murió… o volvió a Gaellecia.
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