Egipto 2016, día 3: nos vamos al desierto, al oasis de bahariya

Por Trotaburgos @trotaburgos

El despertador suena a las 6:15 horas. Aseo rápido, cerramos mochilas y nos comemos unas galletas. Hacemos el check out y le preguntamos al de recepción por un taxi, nos dice que le cojamos en la calle y que no paguemos más de 40 o 50 LE.

Decir que los taxis oficiales son de color blanco y tienen taxímetro, pero luego hay una amalgama de taxis piratas con los que tienes que negociar. Paramos un taxi blanco, le decimos donde queremos ir, nos pide 40 LE, pero le decimos que queremos que ponga el taxímetro, nos dice que no. Paramos otro y este nos dice que ok. Metemos loas mochilas en el maletero y vemos que lleva una bombona, pues funciona con gas. Vamos a la estación de autobuses de Munib, de camino le llamo a Badran como así nos dijo y le paso el teléfono al conductor. La historia es que esta estación tiene como 4 lugares y dependiendo donde quieras ir tienes que ir a una. Están juntas así que muy difícil no es.

El taxita majísimo, nos va diciendo los lugares por los que pasamos, entre ellos el zoo. En 20 minutos llegamos. El taxímetro marca 20,3 LE y le damos 22. De verdad que o estamos teniendo mucha suerte con la gente o es que el pueblo egipcio es así. Nada más bajarnos del taxi preguntamos a unos chicos y uno nos acompaña hasta la taquilla. Compramos los billetes, 70 LE cada uno y nos dicen que sale a las 8:30 horas de allí mismo.

La estación es para verla, me recuerda a otras muchas de otros viajes, está debajo de un gran viaducto, aprovechando la construcción de este como tejado. Suciedad y muchísimo movimiento. Siempre son lugares con mucha vida. Nos sentamos en un café a tomarnos un café con leche y un té. Todo buenísimo y pagamos 8 LE por todo. Casi todas las mesas están ocupadas por hombres fumando cachimbas.

Aprovechamos para escribir un rato, pues queda más de una hora para marchar. La gente nos mira con curiosidad, algunos se acercan a hablar con nosotros. De verdad que que buen rollo se respira en todas partes, nadie ha venido a molestar con quererte vender algo. A las 8:35 horas llega el autobús, es como todos los que vemos bastante viejo. Enseñamos los billetes al conductor y mete las mochilas en la bodega del bus. Subimos y nos sentamos en nuestros sitios, pues van numerados.

Somos los únicos extranjeros, ahora solo esperar no tener controles y poder llegar a Bahariya. Salimos con 20 minutos de retraso, algo que suele ser muy común y unos 420 kilómetros nos esperan por delante. El viaje ha ido transcurriendo escribiendo y durmiendo. El paisaje muy árido y casi no se ven construcciones. Pasamos un control de policía con varias tanquetas, donde tienen cortado un carril de la autovía y nos hacen desviarnos al otro, tras zigzaguear unas vallas y sin darnos el alto continuamos.

A las 2 horas de camino hemos parado en un garito de carretera, creo que el único que hay en todo el camino. Un local muy grande donde tienen cosas para comer, para picar, bebidas frías y calientes. Nosotros nos pedimos unos tés que te les ponen para tomar mañana, estaban ardiendo. Nos han costado 5 LE cada uno. Vemos una rata subiendo por una de las ventanas y nos llama la atención que venden garrafas de aceite de oliva.

Tras media hora de parada continuamos otras 2 horas hasta llegar al Oasis de Bahariya. El paisaje igual de árido, llegando al oasis se empieza a ver conjuntos de palmeras y pequeños campos agrícolas. No hemos visto ningún control más, pero como hemos dormido a ratos no podemos afirmarlo.

El oasis de Bahariya, habitado desde épocas predinásticas, fue un importante centro agrícola durante la época faraónica, siendo famoso por su vino ya en el Imperio Medio. Durante la dinastía XXVI el oasis floreció como un importante centro agrícola y de comercio. Al final del período griego, tal vez cuando griegos y romanos lucharon por el control de los oasis, los sistemas de riego se redujeron, comenzando el declive económico. Ocupa unos 2.000 Km. cuadrados y está rodeado de montañas y ricas fuentes. Sus principales productos son guayabas, mangos, dátiles y aceitunas.

Hemos intentado hablar con Badran, pero casi todo el camino hemos estado sin cobertura y cuando tenemos una chiguita hablando en árabe que vete tú a saber que dice, el caso es que no ha habido manera. Cuando estábamos a punto de llegar ha llamado Badran y nos ha dicho que nos estaba esperando un hombre llamado Mahamud con un todo terreno blanco. Y así ha sido, al llegar de repente oímos Jorge en alto. Nos presentamos y pasamos las mochilas del autobús a su coche. Nos pide los pasaportes para registrarnos en la policía y nos den el permiso para poder ir al desierto blanco mañana, pero la tienda que hacen fotocopias tienen la fotocopiadora estropeada, quizás por la tarde funcione. Nos lleva a su casa, saca unos tés y hablamos del tour de mañana.

El salón donde estamos es digno de peli de serie B, con unos cojines en forma de corazón que quitan el hipo. Las paredes tienen unas grietas que ve se la calle. Vienen varios niños y niñas a conocernos y darnos sus manitas.

Hemos empezado hablando de la falta de turismo. Mahamud está muy enfadado con el gobierno, pues ha cerrado el acceso al turismo y lógicamente han dejado la zona sin ingresos. Hoteles cerrados, otros abandonados y en general todo el mundo que se dedicaba al turismo lo está pasando muy mal. Ya entrando en harina con el tour nos cuenta un montón de cosas por hacer y cuando por fin hablamos de precio no tiene nada que ver con lo que nos comento Badran. Le llama por teléfono, hablan entre ellos y después me lo pasa. Badran me dice que lo que nos está ofertando es mucho más. Pero que a él le parece una barbaridad y que no aceptemos. Lo hablado ayer era ir al Desierto Negro, visitar varios pueblos, luego ir al Desierto Blanco y llevarnos y dejarnos en un hotel en el siguiente oasis, que es el de Farafra. Por todo ello el precio es 650 LE los dos.

Hoy además de eso nos incluye un tour en la ciudad donde estamos que se llama Bawiti, que es la más importante del oasis, hacer el cabra por las dunas con el 4X4, dormir en el desierto cerca de aquí y todas las comidas. Nos pide 1.650 LE por los dos. Nosotros veníamos con la idea de dormir en el Desierto Blanco, pues es estar en mitad de la nada, pero dormir a las afueras de esta ciudad como que no. La historia es que el Desierto Blanco hay que abandonarle una hora antes del anochecer pues es una zona por donde trafican armas, tabaco, etc desde Libia y los militares y policía lo tienen muy controlado y primero disparan y luego preguntan.

Le decimos que no y nos lleva a un hotel. Esta a las afueras de la ciudad, en un sitio muy tranquilo. El lugar es acogedor, tiene un jardín con un cenador. La habitación está muy bien y nos piden 150 LE con desayuno. Tiene wifi y funciona de escándalo, así que aprovechamos a terminar de publicar el día de ayer que el wifi era penoso.

Sale el dueño a saludarnos, está casado con una chica nórdica. Un hombre muy majete del que ya nos había hablado ayer Badran. Como os podéis imaginar somos los únicos extranjeros en centenares de kilómetros a la redonda y el hotel está vacío. Negociamos con Mahamud para visitar la ciudad y alrededores, al final 200 LE. Esta tarde los alrededores y mañana por la mañana antes de irnos un museo y diferentes tumbas. También por 200 LE más por la comida y cena de mañana.

Mientras charlamos y descansamos del viaje y del calor nos saca unos tés. Saca un chico nuestras mochilas del coche y las lleva a la habitación. No sabemos por qué, nos han cambiado a otra que parece la suite. Tiene un techo alto abovedado de ladrillo, parece el techo de una bodega y el cuarto de baño es enorme, en la ducha cabe un equipo entero de futbolistas, jeje. El precio sigue siendo el mismo.

Pedimos para comer pues es bastante tarde y hace ya muchas horas que no probamos bocado. Hasta que viene el catering pasa todavía un buen rato. Son las 16:00 horas cuando empezamos a hincar el diente. Nos traen un buen plato de arroz con unos trozos grandes de ternera, un plato de salsa de tomate con guisantes, ensalada árabe, alubias pintas con guindillas y tortitas de pan de pita. Una barbaridad, con uno habíamos tenido para los dos. Todo muy rico.

Nada más terminar de comer nos vamos con Mahamud a visitar los alrededores. Cogemos una carretera entre palmeras hasta salir del oasis. Al primer lugar que nos lleva es a un lago grandecito. Es muy sorprendente encontrarte algo así en medio del desierto, pero por algo es un oasis.

Son casi las 18:00 horas y no queda más que media hora para el atardecer. Así que empieza el rally. Dunas para arriba, dunas para abajo, a toda pastilla por la arena, parece la montaña rusa. Nos señala a lo lejos una montaña con forma de pirámide y nos dice que es natural. A ella nos dirigimos, algún que otro bote nos hace dar con las cabezas en el techo. Nos reímos y disfrutamos.

Por fin llegamos a la base de la pirámide y nos dice que subamos a un montículo para ver el atardecer. Hacemos unas cuantas fotos y disfrutamos del momento.

Regresamos hacia la ciudad, pasamos por unas fuentes donde hay un grupo de hombres bañándose y en frente un recinto lleno de camellos. Le preguntamos por fauna salvaje y nos responde que no hay nada.

Volvemos a la tienda de las fotocopias pero sigue sin funcionar. Vamos a otra y aquí si. Mientras nos tomamos unas cocacolas bien fresquitas que reduzcan el calor corporal. Con las mismas vamos a la oficina de la policía turística y le entrega las copias de nuestros pasaportes. Le mandan volver a las 9 de la noche a por el permiso.

Nos da su número de teléfono, pero al hacerle una llamada perdida sigue saliendo la narración en árabe y cuando acaba se cuelga. Le digo que escuche y nos responde que lo que pasa es que estamos sin saldo. Le decimos que es imposible, que solo hemos hecho una llamada, pues Badran siempre nos cuelga y llama él. Es un misterio, suponemos que el abuelo que nos la activó se quedó con el número y lo ha utilizado, porque no es normal. Le decimos que nos lleve a algún lugar donde recarguen y compramos 25 LE. Ahora ya volvemos a estar operativos.

Con las mismas regresamos al hotel. Mohamud se va a rezar y nosotros a descansar un rato. Encargamos la cena para las 21:00 horas pero esta vez solo para uno. Antes de irse nos dice que a las 21:00 horas cuando vaya a por el permiso nos llama y nos dice, porque ha preguntado también si era posible dormir en el Desierto Blanco. Cuando nos dice eso, los dos pensamos lo mismo, a que si se puede....

Cuando estábamos cenando nos ha llamado y nos comenta que le han dicho que nos dan el permiso para dormir. Ahora es cuando viene el precio, a ver, por cuanto?. Nos dice que 300 LE más. Le digo que nos lo vamos a pensar y que más tarde hablamos. Tras meditarlo decidimos que merece la pena, que aquí no se viene todos los días y que lo importante es disfrutar y vivir experiencias. Cuando volvemos a hablar con él le hacemos incluir en el precio los desayunos del día después y agua para todo el tour, que quería cobrarlo a parte. Al final cerramos trato con la típica frase de si tu eres happy yo soy happy.

Y con las mismas a descansar que mañana seguro que nos espera otro día lleno de emociones y aventuras.

Saludos viajeros.