Muchos españoles celebran jubilosos la caída de Hosni Mubarak, pero en un edificio a la salida de Madrid por la A-6, en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), los expertos en el mundo árabe tratan de prever que tipo de nuevo régimen nacerá en Egipto, aunque ya vaticinan que difícilmente será bueno para España.
Porque la marea nacional-religiosa que empezó a explotar por los países norteafricanos hace dos meses posiblemente se opondrá al prooccidentalismo del expresidente egipcio que, siendo militar, fue poco belicista.
Mubarak mantuvo los acuerdos de paz con Israel de Camp David firmados en 1978 por su antecesor Sadat, asesinado por militares de los Hermanos Musulmanes como protesta contra esos pactos.
Mubarak, como Ben Alí en Túnez, garantizaba moderación. Mientras, el régimen argelino está acosado por el jihadismo del Frente Islámico de Salvación (FIS), que exige la entrega del país a Alá, como hacen los Hermanos Musulmanes en Egipto, y que además reclaman, como ellos, Al-Ándalus.
La marea que nació en Túnez se acerca a dos ciudades españolas fronterizas con Marruecos, Ceuta y Melilla, reclamadas pacíficamente por Rabat, pero que con esta ola, y para salvarse a sí mismo como dinastía alauí, incrementará su presión sobre lo que considera sus gibraltares.
Israel debe tener el final de Camp David reclamado por los Hermanos Musulmanes desde 1978. Occidente, el cierre de Suez, el reforzamiento del jihadismo y las guerras santas.
Todo ello afectará a España, que debe preocuparse por Ceuta, Melilla, Canarias, y por mucho más: por todo este país controlado por un ignaro y pánfilo gobierno, como bien sabe el CNI.
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SALAS, en El Correo Gallego, recuerda al mago egipcio de Google:
Seguro que usted sabe quien ganará esa plaza a partir de 2012.