Según un estudio de la consultora Deloitte, basado en datos de Eurostat, España está a la cola de los países europeos en consumo de internet desde casa. Nos acompañan en el ranking por detrás Portugal, Chipre, Grecia, Macedonia e Italia.
No llegan a la mitad los hogares españoles que declararon utilizar internet en los últimos tres meses, mientras que en Islandia, Holanda, Noruega, Suecia y Dinamarca esta cifra alcanza entre el 80% y 90%.
Tampoco estamos acostumbrados a realizar formularios electrónicos para las tareas administrativas y gubernamentales. En nuestro país algo menos del 10% de los ciudadanos utilizan internet como canal para resolver las tareas burocráticas y menos del 15% para relacionarse con las empresas que nos suministran servicios básicos de telefonía, agua, gas y electricidad.
Se calcula que el mero hecho de recibir una factura electrónica ahorraría hasta el 0,8% del PIB, por poner un ejemplo.
La contradicción reside en que el 90 % de las empresas y una gran parte de las administraciones públicas están acelerando sus procesos de "eGOB" (uso de la tecnología de gobierno electrónico), mientras nosotros preferimos pasar por la ventanilla o esperar al otro lado del teléfono para realizar las gestiones cotidianas.
La generalización de internet en España está todavía en niveles muy bajos. Nos salva la utilización en las oficinas de las redes, tanto para nuestro trabajo cotidiano como para estar informados o realizar gestiones varias.
Todavía los operadores están lejos de facilitar tarifas accesibles para el conjunto de la ciudadanía y la apuesta del gobierno por mejorar la eficacia y la proximidad al ciudadano a través de internet tiene mucho recorrido.
Es cierto que el comercio electrónico crece en dos dígitos anuales en España, pero seguimos a niveles infradesarrollados y con dificultades para que se incorpore la población más adulta.
Internet nos está cambiando en la sociedad de la información y de las redes sociales . Nos hace mucho más abiertos y libres. Estamos mucho más infomados, pero también podríamos ser mucho más eficaces y productivos si consiguieramos socializarlo rápidamente para gestionar nuestras obligaciones y derechos con la administración y las empresas. Hay que ponerse a ello con más interés y, sobre todo a un coste razonable.