Todos debemos tener unas dosis de orgullo y amor propio que siempre nos vendrán bien para salir adelante pero de ahí a mantener una actitud altiva que puede desembocar en prepotencia media un abismo. Y si en algún mundo esto ocurre con inusitada frecuencia y de forma exasperante es en el mundo 2.0. El social media es ahora mismo el hábitat natural de los ególatras que campan a sus anchas como si tal cosa. Creo que todos sabemos de lo que hablo.
En Facebook, Linkedin, Twiiter y otras redes sociales proliferan como champiñones frases o expresiones como estas:
- "Resultados parciales de MI encuesta".
- "Gracias a vosotros MI libro ha alcanzado las 5.000 descargas".
- "MIS alumnos han sido muy receptivos hoy en clase".
- "VOY a impartir un Master en el Instituto de Negocios".
- "Esto ya lo escribí yo en MI blog hace 5 años".
¿Os suenan verdad? Pues si a esto le añadimos determinados comportamientos la cosa ya empeora:
- Gente que tiene miles de seguidores pero que no conversa ni con San Pedro.
- Gente que se limita a bombardearnos sin compasión con noticias de Google Reader sin aportar nada de valor que sea de su propia cosecha.
- Gente que nos "aclara gentilmente" media docena de veces en un párrafo que es experta en...
- Gente que te recuerda una y mil veces la última conferencia que ha dado.
- Gurús que no se relacionan contigo si no tienes una red extensa a la altura de "sus" circunstancias.
Y suma y sigue. Pero ¿sabéis una cosa ególatras? Podéis tener el Klout en 70, podéis tener 180.000 seguidores, podéis hincharos a dar cursos de reputación, podéis dar cientos de chapas (aka conferencias) en medio mundo, podéis mostraros eufóricos cada día a pesar de que el horno no está para bollos económicos, pero nunca os habréis ganado el afecto verdadero, y lo que es peor, tenéis la fecha de caducidad marcada en la frente porque os estáis vendiendo a vosotros mismos y, francamente, sóis pésimos vendedores ya que, en vez de conocer las verdaderas reglas de oro del marketing y del buen vendedor, lo único que sabéis hacer es manejar con mayor soltura las redes sociales. Lo demás es humo, pura filfa.