Ehsan Ullah Khan, activista pakistaní contra la esclavitud infantil, ofreció una charla el pasado 21 de mayo en el Centro Pignatelli de Zaragoza a la que pude asistir y sus palabras me impactaron sin poder olvidarlas. Fundador del Frente de Liberación del Trabajo Forzado en Pakistán (BLLF, Bounded Labour Liberation Front), preside desde los años 80 el «Frente de Liberación del Trabajo Forzado» una organización que se enfrenta a la esclavitud infantil en todo el sudeste asiático.
En las entrevistas realizadas en diferentes periódicos podemos leerlas con precisión y conocer la verdad:
«No podemos decir que no tengamos conciencia de ello, es un secreto a voces y toda la información está disponible para cualquiera que tenga teléfono y conexión a internet. Se puede saber que hay esclavitud y su relación con grandes corporaciones como Apple o Inditex. La esclavitud es un desastre para el mundo y el mayor reto para lograr la paz»,
«Las principales víctimas de la esclavitud hoy en día son los niños y las mujeres. Un pantalón vaquero por el que se puede pagar unos 130 euros de salida, tienen un coste de unos 7 €. Las mujeres pueden tejer durante 12h día y ganar 1 € por su trabajo. La esclavitud basada en la industria textil se extiende por todo el mundo.»
Muy conocida fue la liberación del niño Iqbal Masih de una factoría de alfombras a quien acogió en su casa y educó consiguiendo cerrar varias empresas que explotaban a los niños. Cuando tenía 12 años, el 16 de abril de 1995 fue asesinado por las mafias de la industria textil y en esa aciaga fecha se celebra el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil, rememorando el mensaje que lanzó el pequeño en un viaje que realizaron a Estados Unidos: «Los niños deberían tener un lápiz y no herramientas».
Ehsan es la única persona que ha sufrido el exilio forzoso por combatir la esclavitud infantil. Ha estado 12 veces en la cárcel siendo torturado en varias ocasiones, perdiendo audición por ello. Ha sido condenado a pena de muerte por denunciar que en su país había niños esclavizados por empresas extranjeras; sin embargo, comenta «Ha merecido la pena mi lucha porque no puede ser escondida, es como la luz del sol. He perdido todo; mi familia, mis 250 colegios donde se educaron a 11.000 niños por todo Pakistán, mi país, mi organización… en realidad como persona yo no tengo nada, solamente soy una persona, pero soy mucho más que antes porque sentí que este era mi deber, que la esclavitud debía ser detenida y los niños debían ser liberados».
En esta conferencia habló, sobre todo, del emporio Inditex que todos conocemos por la cantidad de tiendas que engloba y comentó que los pantalones que se venden rotos no son cortados con tijeras, esos rotos son realizados por niños utilizando láser sin protección alguna lo que implica que sufran quemaduras en las manos y en la cara, a veces con daños irreparables además del dolor que experimentan.
Desde que escuché sus palabras, no he podido entrar en las tiendas de Inditex, algunas de las que antes frecuentaba porque me niego a contribuir a su riqueza a cambio de la esclavitud de los pequeños.