El presidente Rodríguez Zapatero tiene que explicar por qué ordenó personalmente que el Ejército español refuerce las fronteras de Ceuta y Melilla ante las avalanchas de inmigrantes que las asaltan, cuando su función es emplear armas mortales, como las fuerzas armadas marroquíes.
Dos inmigrantes muertos a tiros supuestamente desde Marruecos: que nadie diga que ese país no colabora evitando una invasión para, a la vez, hacer aparecer Ceuta y Melilla como enclaves coloniales. Ahora querrá que los soldados españoles maten también: así los marroquíes no quedarán como únicos asesinos haciéndole el trabajo sucio a los españoles.
Porque si no hay policía suficiente para repeler los asaltos, poner al Ejército es ordenarle indirectamente que dispare, que es su misión, aunque el Bono diga que prefiere morir a matar, y Zapatero que todos somos hermanos.
Quizás el Gobierno está sorprendido con la fuerza de los asaltantes: si estuvieran tan hambrientos tras varios meses de espera en la frontera, como dice el ministro Moratinos, no podrían superar unas vallas que exigen cuerpos de atletas.
Su ímpetu obedece, por tanto, a una acción planificada con fondos económicos suficientes para sobrevivir largo tiempo pagando la manutención diaria. Los africanos realmente pobres no pueden afrontar esta aventura que exige entregarle a las mafias elevadas sumas de dinero.
Ante estos asaltantes, ¿qué puede hacer el Ejército español?: ¿Dispararles como los marroquíes?. Si no puede, ¿por qué lo mandan allí?. ¿A boxear con ellos?.
Hay y seguirá habiendo invasiones mientras España regularice y no expulse inmediatamente a quienes entran ilegalmente; aunque, quizás, los soldados pueden ser útiles dándoles charlas sobre la Alianza de las Civilizaciones, teoría que dice que los pobres tienen derecho de invasión.
Entonces, y nuevamente, ¿por qué mandar el Ejército y no un comité de bienvenida?