El escritor Poke Rafferty no vio venir el huracán de complicaciones que pondrán su vida del revés cuando decidió contratar a nueve delincuentes para que cada uno le adiestrara en su especialidad. Espías, narcotraficantes y proxenetas le introducirán en los círculos más peligrosos de la exótica y corrupta Tailandia.
No tardará en descubrir que no le hacía falta pagar por ello. Su novia se ha metido hasta el cuello en el tráfico de dinero falso. Su padre le ha involucrado en el robo de unos rubíes a la mafia china. Ahora tiene a los peores criminales de Tailandia, China y Corea del Norte tras él.
Rafferty se verá inmerso en una desenfrenada carrera contrarreloj que le llevará por las calles y agujeros más execrables de Bangkok, a una velocidad de vértigo, para salvar su vida y la de su familia.
¿Y quién es ese hombre misterioso que siempre acecha oculto entre las sombras y observa todo a través de la niebla de su eterno cigarrillo?
No he entendido nada.
El libro, en sí mismo, me ha parecido un verdadero tostón. Creo que nunca me ha costado tanto terminar un libro. Cuando comienzo una historia, me gusta acabarla y pocos son los libros que, en algún momento, he dejado a medias, más exactamente —y si mal no recuerdo— dos. Éste hubiera sido el número tres si no me hubiera comprometido a realizar su reseña. Pero empecemos por el principio.
Poke Rafferty no lleva ni cinco minutos en la acerca cuando descubre a los que le siguen. ¿Qué coño es una acerca? Busquémosla en el diccionario. ¡Anda! ¡María Moliner no lo sabe! ¿O es que el escritor se refería a una acera? La primera en la frente. Sigamos… Mira un trío de manos típicas que se reparten cuando se baraja la genética tailandesa de talla corta y delgada, con el vello y la piel oscura como la de los del noroeste… uff! Hay que ser muy listo para captar las rocambolescas descripciones del autor…
La novela continúa en ese estilo peculiar que el autor crea, un estilo que cree hacerle original pero que a mí consigue sacarme de mis casillas al tenerlo que leer una y otra vez para comprenderlo… ¿o es cosa del traductor? La verdad, no lo sé. Lo que sí que sé —o al menos hasta el día de hoy creía saberlo— es que las obras pasan por un departamento de corrección antes de ser publicadas. Pues bien, ésta, se la han saltado. Cosas como:
… y estaba perdida. Más pérdida de lo que jamás pensó.
Cuando terminar de echar el doble…
…se encoge de hombres…
De ninguna lamanera…
Está a punto volver a hacer.
No deberían permitirse. Luego también encontramos cosas que no tienen mucho sentido como:
El director adjunto se masajea la punta de la barbilla con una uña pintada con esmalte claro. Tanto la uña como la barbilla le dan ganas a Rafferty de darle un puñetazo, o a lo mejor es porque está cansado.
Del cabello mojado de Ming Li gotea agua en la tapicería, sonando como si hubiera una gotera en el techo.
Y así podríamos poner muchos ejemplos. Errores que no dejan entender un argumento que es más enrevesado en su modo de estar escrito que no en su desarrollo. Una historia floja que tanto podía haber transcurrido en Bangkok como en un barrio cualquiera de Nueva York, pobre en descripciones que nos hace perder el sentido de la orientación; personajes fríos, nada interesantes y poco atractivos. Un libro completamente prescindible.
Por cierto… ¿os habéis fijado en la portada de mi reseña anterior? ¡¡Son clavaditas!!