Se trata, por supuesto, de una de las partes más escabrosas de la ruta nacional 40 y el tráfico que la atraviesa es prácticamente nulo.
Además, el estado de la ruta es variable, aunque la generalidad es que merece la calificación de intransitable. En verano, las lluvias dificultan el paso de los vehículos cortando la ruta en varios puntos y, en invierno, el intenso frío y las nevadas hacen su paso bastante complicado.
La red vial prehispánica realizaba ese cruce por dos vías: pasando por Tastil y rodeando el Monte Acay (de 5900 m.) por el Este, por el Abra de Ingañán (camino que realicé un año antes, pero a pie) a 4400 metros de altura, o por el Oeste, por el mismo Abra del Acay, a 4900 metros sobre el nivel del mar.
Este último trazado sigue la actual ruta 40, la misma que recorrieron las expediciones de los conquistadores Almagro y Matienzo, hace ya largos 450 años.
Si te ha gustado el artículo inscribete al feed clicando en la imagen más abajo para tenerte siempre actualizado sobre los nuevos contenidos del blog: