En las izquierdas somos muy torpes a la hora de asentar símbolos. El Abrazo es muestra de ello. Como El Guernika de Picasso es un símbolo por la paz en momentos especiales de la historia. Fue esta obra creada por el valenciano Juan Genovés en 1976 y reproducida en cartel para Amnistía Internacional durante la transición española. Más tarde se convertiría en la escultura El Abrazo, como homenaje a los abogados comunistas y de CCOO muertos en su despacho de la calle Atocha. Será también símbolo de las Comisiones Obreras de Madrid desde el 25 aniversario de la creación de éstas (más allá de la dificultad para poner una fecha concreta al nacimiento o nacimientos del sindicato).
La escultura que inunda la plaza de Antón Martín de Madrid fue promovida por las Comisiones Obreras de Madrid e inaugurada, cosas del destino, el mismo día en que se perpetraba el tamayazo, aquel golpe de estado que padeció la Comunidad de Madrid y que tan bien nos narró Felipe Serrano.
Gracias a este símbolo tan madrileño también, la nueva alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, otrora abogada laboralista, se refiere con frecuencia a Madrid como “la ciudad del abrazo”.
El cuadro malvive en los almacenes del Museo Reina Sofía a pesar de que desde las Comisiones Obreras se viene insistiendo desde hace ya muchos años para que sea liberado y pueda ser disfrutado. Otra forma, además, de no perder la memoria, que hasta en las propias Comisiones Obreras, con las peleas diarias, parece que se olvidan los orígenes a pesar de la juventud de la organización.
El Abrazo, como el Gernika,no dormía en casa. Hasta 1980 estaba expuesto permanente en la galería neoyorkina Marlborough, fecha en la que fue adquirida por el Ministerio de Cultura para que fuera visitada en el Museo de Arte Contemporáneo para, con el tiempo, acabar en la oscuridad de un almacén. No quiero yo contribuir a esa oscuridad, por eso pienso que habría estado mejor en Nueva York si el objetivo era despreciarla a pesar de su gran contenido simbólico. Un contenido simbólico que no alienta violencia, sino todo lo contrario.
Ahora, gracias a una iniciativa del Grupo Parlamentario de Izquierda Unida, el cuadro se va a poder ver en las paredes del Congreso de los diputados. No entiendo por qué no se puede ver en las paredes del propio museo Reina Sofía. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia en todos los ámbitos.
Para saber más:
La historia no tan antigua en primera persona por Francisco Naranjo, pinchando aquí.
Reportaje de Rodolfo Serrano en El País, en enero de 2001 aquí.
La información en El Diario.es, aquí.
Y una entrevista con Genovés sobre el asunto, en este video: